Turín en 1 día

Turín

La ciudad de Turín, capital de la región del Piamonte, se sitúa al noroeste de Italia, justo al sur del Valle de Aosta. Aunque se asocia principalmente con la Sábana Santa, el Martini, la Juventus o los coches Fiat, os aseguramos que Turín cuenta con muchos más alicientes que hacen recomendable dedicar por lo menos unas cuantas horas a explorarla en profundidad. Su pequeño centro histórico se recorre fácilmente a pie y se saborea mejor sin prisas.

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Gracias a su reducido tamaño, no se necesita más de un día para descubrir sus principales monumentos y lugares de interés. No obstante, disponer de dos días sería lo ideal si se quiere entrar a varios museos o conocer un poco los alrededores. En nuestro caso, tan solo estuvimos algo más de medio día en la ciudad, ya que fue una breve parada en una ruta mucho más larga que nos llevó de Barcelona a los Dolomitas y al Valle de Aosta.

Un paseo por el centro histórico de Turín

Como nuestra visita a Turín coincidió con un día festivo (el 15 de agosto) no tuvimos problema alguno en encontrar aparcamiento gratuito en la céntrica Via Principe Amedeo. La única pega de visitar la ciudad en un día de fiesta es que los comercios están cerrados, lo que le resta ambiente y animación a las calles del centro.

Comenzamos nuestro paseo por la ciudad por una de las calles comerciales más importantes y elegantes de Turín: Via Po. Como pronto descubriremos, la capital del Piamonte es una ciudad repleta de plazas, palacios y edificios señoriales que son un reflejo de su importancia histórica y política en el pasado. En Turín se fraguó la unificación del país y la fundación del Reino de Italia a mitades del siglo XIX. La Casa de Saboya pasó a ser la casa real italiana, Víctor Manuel II fue coronado el primer rey de Italia en 1861 y Turín se convirtió en la primera capital del recién creado país.

Aunque Via Giuseppe Garibaldi o Via Roma cuentan con más tiendas, Via Po destaca especialmente por los elegantes edificios porticados típicos de la ciudad. Ya sea a pie o a bordo del tranvía que la recorre de punta a punta, no dejéis de dar una paseo por esta bonita calle, que comunica en línea recta la Piazza Castello con la majestuosa Piazza Vittorio Veneto y el río Po.

Las galerías comerciales más bonitas de Turín

En Via Roma entrad a ver la espectacular Galleria San Federico. Esta galería comercial cuenta con tres accesos: en Via Roma, en Via Antonio Bertola y en Via Santa Teresa. Al más puro estilo parisino, fue inaugurada en 1933. Destacan la bóveda de cristal y los detalles arquitectónicos de mármol de colores. En su interior se encuentra el histórico cine Lux, que en su momento fue el más grande y moderno de Turín.

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Muy cerca de la Galleria San Federico se esconde otra joya: la Galleria Subalpina. Se inauguró en 1874 y se accede a ella desde Via Cesare Battisti y desde Piazza Castello. En su interior encontraréis otro cine histórico (Cinema Romano), además de la conocida cafetería histórica Baratti & Milano, una de las muchas que hay en Turín.

Hay otra galería comercial histórica en la ciudad, la Galleria Umberto I. No es tan bonita como las anteriores, pero como se encuentra en la Piazza della Repubblica y muy cerca de Porta Palatina, no está de más entrar a echar un vistazo al pasar por allí.

Mole Antonelliana: el símbolo de Turín

El monumento más impresionante de la ciudad es la Mole Antonelliana, el símbolo de Turín. Es una visita indispensable para todo el mundo, aunque solo sea para admirar su exterior. Es visible desde numerosos puntos de la ciudad, pero al estar encajonada entre varias calles estrechas se hace difícil sacar una buena foto en la que se aprecie en su totalidad. Las dimensiones de la Mole impresionan desde lejos, y todavía más cuando uno se encuentra a sus pies.

El que en su momento fue el edificio de ladrillo más alto de Europa es actualmente la sede del Museo Nazionale del Cinema. Aunque inicialmente estaba destinada a convertirse en sinagoga, la Mole Antonelliana (que recibe su nombre en honor al arquitecto Alessandro Antonelli, su artífice) comenzó a construirse en 1863 y no se terminó hasta 1889.

Merece la pena subir en el ascensor panorámico, ya que las vistas desde lo alto son espectaculares. Su enorme cúpula está rematada por un templete con columnas y una gran aguja. El ascensor que lleva hasta el templete es de cristal, pero incluso si os dan miedo las alturas os recomendamos la experiencia. Desde el atrio central de la Mole podréis observar su funcionamiento, ya que sube literalmente por en medio. Desde el templete, unas escaleras permiten acceder al interior de la cúpula y salir a la terraza panorámica.

Una visita al Museo Nazionale del Cinema

Es posible que el mundo del cine no os interese particularmente y prefiráis prescindir de la visita al museo. Si este es el caso, os podéis ahorrar el coste del billete de entrada y comprar solamente el del ascensor panorámico. Si queréis visitar ambas cosas, os conviene comprar la entrada conjunta, que sale más a cuenta que adquirirlas por separado. Aquí tenéis los precios y horarios actualizados. Os recomendamos encarecidamente que, en lo posible, compréis las entradas con antelación a través de internet, porque las colas en las taquillas pueden ser enormes.

Con respecto al museo, resulta una visita de lo más interesante. Cuenta con una de las colecciones más importantes del mundo compuesta principalmente por carteles publicitarios, piezas de vestuario, objetos de escenografía, bocetos, maquetas y muchísimo más.

Piazza Castello y el Palazzo Madama

Tras dejar atrás la Mole Antonelliana, nos acercamos hasta la céntrica Piazza Castello. El bonito Palazzo Madama, justo en medio, atrae la atención de todos los visitantes. Aunque se trata de un único palacio, según desde donde se mira parece que esté compuesto por dos edificios completamente diferentes. La fachada principal, de estilo barroco, tiene un aire muy palaciego y elegante. En cambio, los laterales y la parte trasera recuerdan más bien a un castillo medieval, con sus líneas más sencillas y sus dos torres.

El Palazzo Madama alberga en su interior un museo dedicado a las artes aplicadas (cerámica, cristal, bordados y textiles, muebles, orfebrería, etc) y las antigüedades. Al disponer de poco tiempo para visitar Turín, nos pareció que la visita a este museo era bastante prescindible, así que nos la saltamos. No obstante, aquí podéis consultar toda la información sobre precios y horarios por si a vosotros sí os parece interesante.

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Una ciudad con muchos cafés históricos

Bajo las arcadas de Piazza Castello se encuentran dos de los cafés históricos más famosos de Turín. Uno de ellos lo hemos mencionado un poco más arriba, al hablaros de la Galleria Subalpina. Se trata de Baratti & Milano, que abrió sus puertas en 1875. El otro es el Caffè Mulassano, un local pequeñito con una decoración exquisita. Aquí se inventó el famoso tramezzino (un sandwich elaborado con pan de molde en forma de triángulo) en 1926.

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Otros cafés históricos de Turín igualmente importantes son Al Bicerin y Caffè Torino. Al Bicerin lo encontraréis en la Piazza della Consolata, justo enfrente del santuario del mismo nombre. Esta cafetería se inauguró en 1763. Su especialidad es el café bicerin, inventado allí mismo, que consiste en una mezcla de café, chocolate y crema de leche (aunque en otros lugares lo sirven con nata montada).

El Caffè Torino, que se remonta al año 1903, se localiza bajo una de las arcadas de la elegante Piazza San Carlo. Lo reconoceréis fácilmente ya que frente a su puerta cuelga un vistoso letrero de neón de Martini. Hay que tener en cuenta que el vermut se inventó en Turín, así que es normal que esta famosa bebida se use como reclamo publicitario.

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El Palacio Real y el Duomo de Turín

De los distintos palacios que hay en Turín, el que más interés teníamos en visitar era el Palacio Real. Y, sin embargo, nos quedamos con las ganas de hacerlo a causa de la enorme cola que había para comprar las entradas y acceder al recinto. En el momento de nuestro viaje aún había restricciones en el aforo por culpa de la pandemia de Covid-19. La gente iba entrando con cuentagotas y, después de hacer cola durante más de 30 minutos sin conseguir siquiera llegar a las taquillas de la entrada, optamos por saltarnos la visita. En caso de haber dispuesto de más tiempo, hubiéramos esperado nuestro turno. Pero, con las pocas horas que teníamos para conocer la ciudad, pensamos que era mejor no malgastarlas haciendo cola.

La visita al Palacio Real incluye los salones y apartamentos del palacio, la Armería Real, la Capilla de la Síndone, la Galleria Sabauda (con obras de arte de Rubens, Veronese, van Eyck o van Dyck, entre muchos otros grandes artistas), la Biblioteca Real, el Museo de Antigüedades y los jardines (de acceso gratuito y lo único que pudimos visitar). Calculad varias horas si queréis verlo todo. Aquí podéis consultar horarios, tarifas y comprar los billetes online. El acceso al Palacio Real se encuentra en el extremo norte de Piazza Castello.

Fuente: www.museireali.beniculturali.it

Pegada al Palacio Real se encuentra la catedral de San Juan Bautista, más conocida como el Duomo de Turín. La catedral, de estilo renacentista y con una sencilla fachada de mármol blanco, se construyó en el siglo XV. El campanario exento, de la misma época, cuenta con un añadido del siglo XVIII en la parte superior. También es un añadido la bonita capilla de la Sábana Santa, obra del arquitecto Guarino Guarini a finales del siglo XVII. La visita al Duomo es totalmente gratuita.

La famosa y controvertida Sábana Santa

En la capilla diseñada por Guarini se guarda una de las supuestas reliquias más importantes del cristianismo, la famosa Sábana Santa (también llamada Santo Sudario o Síndone). Esta tela de lino, en la que se supone que quedó grabado el rostro de Jesucristo tras ser amortajado con ella después de su crucifixión, se guarda a buen recaudo en una urna especial. Solo se expone en fechas muy concretas elegidas por el Papa, así que solo veréis una reproducción en la que se aprecia claramente la cara de un hombre con barba.

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Los interesados en la Sábana Santa podéis visitar el cercano Museo della Sindone, ubicado en Via San Domenico 28. El museo se centra principalmente en los aspectos históricos y científicos que rodean al siempre polémico Santo Sudario. Aquí tenéis más información al respecto.

El pasado romano de Turín

Junto al Duomo y el Palacio Real se concentran la mayoría de restos arqueológicos de la época romana. El mejor ejemplo de ello es la Porta Palatina, del siglo I d.C. Era una de las puertas de entrada a la ciudad romana y llama la atención por sus grandes dimensiones y su gran estado de conservación. Bajo ella todavía se conserva un pedazo de calzada romana.

A poco más de 200 metros de la Porta Palatina se encuentra el mercado más importante de Turín. El mercado de Porta Palazzo, situado en la Piazza della Repubblica, es el mercado al aire libre más grande de Europa. La plaza, de forma octogonal, se llena de puestos que venden de todo, especialmente fruta, verdura y todo tipo de comestibles. En la parte cubierta del mercado hay también multitud de puestos en los que comprar comida preparada, calzado, ropa, etc. Entre semana abre solo de 7:00 a 14:00 horas, pero los sábados se alarga el horario hasta las 19:00 horas. Por desgracia para nosotros, nuestra visita fue en un día festivo, así que lo encontramos cerrado.

Farmacia del Cambio: buena comida en una antigua farmacia

Se ha hecho la hora de comer y nos dirigimos a la Farmacia del Cambio. Se trata de un local muy especial situado en la céntrica Piazza Carignano. Esta antigua farmacia, inaugurada en 1833, se ha reconvertido en restaurante, confitería y pastelería. Conserva el mobiliario original y toda la elegancia de esa época. No hay que confundir la Farmacia del Cambio con el Ristorante del Cambio situado en la puerta de al lado y perteneciente a los mismos dueños. El restaurante es uno de los más caros y elegantes de Turín y abrió sus puertas en 1757. Como nuestro presupuesto no alcanza ni de lejos para semejantes lujos, optamos por los precios mucho más asequibles de la Farmacia del Cambio.

Por 31,00€ pudimos disfrutar de unas bebidas acompañadas de un pequeño aperitivo, un delicioso vitello tonnato y una exquisita lasaña. Fue uno de los caprichos del viaje y lo disfrutamos mucho. El local es ideal para tomar un aperitivo o una comida sencilla, y si os gustan los dulces podréis elegir alguna de sus creaciones o decantaros por unos gianduiotti (unos bombones de cacao con crema de avellana), una de las especialidades de Turín.

El Palazzo Carignano y sus alrededores

Justo enfrente de la Farmacia del Cambio se localiza el Palazzo Carignano. Guarino Guarini (el mismo que diseñó la capilla de la Sábana Santa en el Duomo de Turín) fue el arquitecto a cargo de la obra en el siglo XVII. Destaca por su fachada ondulada de ladrillo rojo, que contrasta claramente con la fachada posterior que da a la Piazza Carlo Alberto. Inicialmente fue una de las residencias de los Saboya (aquí nació Vittorio Emanuele II) y es posible visitar algunas de sus dependencias (más información aquí).

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El palacio también alberga el Museo Nazionale del Risorgimento Italiano. Está dedicado a la Unificación italiana. No es un tema que nos apasione particularmente, así que no lo visitamos. Los interesados tenéis toda la información disponible en su página web.

A muy pocos metros del Palazzo Carignano se encuentra uno de los museos más importantes de Turín: el Museo Egipcio. Alberga una de las colecciones más grandes del mundo (la segunda por detrás de la de El Cairo) y es el más antiguo dedicado en exclusiva a la cultura egipcia (abrió sus puertas al público en 1824). No lo visitamos, aunque nos hubiera encantado hacerlo si hubiéramos tenido algo más de tiempo.

Más cosas que ver en Turín

Como nuestra estancia en Turín ha sido bastante breve, nos marchamos sin poder visitar todo lo que esta interesante ciudad ofrece a sus visitantes. No hemos cruzado a la otra orilla del río Po, por ejemplo. Desde la plaza Vittorio Veneto, el puente Vittorio Emanuele I conduce directamente hasta la iglesia de la Gran Madre di Dio, cuyo diseño recuerda al Panteón de Roma.

Tampoco nos hemos acercado hasta la Villa della Regina, un palacio del siglo XVII. Rodeado por viñas y jardines y situado en lo alto de una colina, las vistas que se tienen de Turín desde allí seguro que hacen que merezca la pena la visita. Otro mirador con excelentes vistas al centro urbano lo encontraréis en el Monte dei Capuccini, donde se alza la iglesia de Santa Maria al Monte.

Algo más alejada de la ciudad está la Basílica de Superga. Se hizo tristemente famosa después del accidente de avión que costó la vida a todos los jugadores del equipo de fútbol Torino en 1949, cuando la aeronave en que viajaban se estrelló en la colina.

Esperamos que, con todo lo que os hemos contado sobre Turín, os animéis a visitar esta interesante ciudad.

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Una respuesta a “Turín en 1 día”

  1. […] procedentes de Turín después de una larga ruta en coche. Comenzamos a descubrir los Dolomitas con una excursión a las […]

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