En este post os vamos a contar todo lo que ofrece la zona de Dublín situada al sur del río Liffey. En el anterior post os desgranamos toda la información sobre la zona norte y ahora es el turno del sur. Aquí es donde se concentran la mayoría de monumentos y lugares de interés turístico. También es donde la vida nocturna de la ciudad es más animada, especialmente en Temple Bar.
Temple Bar: el barrio más animado de Dublín
Encajonado entre el río Liffey y Dame Street, Temple Bar es uno de los barrios más antiguos e interesantes de la capital irlandesa. Sus calles adoquinadas están más o menos tranquilas durante el día, pero por la noche toda la zona bulle de actividad. Al fin y al cabo, Temple Bar es conocido por su ambiente nocturno. Aquí se concentra una cantidad enorme de pubs, muchos de ellos con música en directo. La mayoría sirven también comida tradicional irlandesa, pero podéis ampliar la oferta gastronómica con el gran número de restaurantes de todo tipo que hay repartidos por sus callejuelas.
The Temple Bar, que data de 1840, es el pub más conocido de todos. Su fachada roja os resultará familiar porque la habéis visto en cientos de fotos. No sabemos hasta que punto se ha convertido en una trampa para turistas, pero a juzgar por la enorme cantidad de gente que acude a diario tiene toda la pinta de serlo. Hay pubs tan auténticos como este, y mucho menos concurridos.
Arte y cultura en Temple Bar
La mejor forma de conocer la zona de Temple Bar es dando un paseo y perdiéndose por sus calles. Encontrareis un montón de rincones interesantes. Si os gusta la música podéis visitar el Irish Rock’n’Roll Museum, por ejemplo.
En Anglesea Street encontraréis algunos edificios realmente preciosos, aunque todo el barrio está lleno de edificios históricos que le dan ese aire tan especial.
Si lo que os interesa es el arte callejero, entonces no dudéis en visitar Bedford Lane. Es un callejón que se abre paso entre Bedford Row y Aston Place reconvertido en un espacio cultural alternativo muy «cool».
También es un buen ejemplo de arte alternativo el llamado Love Lane. Situado en Crampton Court, este estrecho callejón comunica Dame Street con Essex Street. La entrada puede pasar bastante desapercibida, tenéis que buscar el número 75 de la calle Dame y allí, junto al escaparate de una tienda llamada Brogan’s, la veréis.
Un paseo por los alrededores de Dame Street
Dame Street es una de las calles principales de Dublín. Conecta el Trinity College, al este, con la catedral de Christchurch, al oeste. Está llena de tiendas y restaurantes, además de bonitos edificios históricos. Nos acercamos hasta St Andrew’s Church, frente a la cual se encuentra la famosa estatua de Molly Malone.
La canción que lleva su nombre es todo un himno dublinés y esta estatua homenajea a esta muchacha, que durante el día recorría las calles de la ciudad vendiendo pescado y por las noches se dedicaba a otros menesteres menos honorables. Ni siquiera se sabe con certeza si alguna vez existió realmente, pero es todo un símbolo de la cultura popular.
Justo frente a la estatua está O’Neill’s, un pub muy auténtico donde aprovechamos para comer algo. Luego callejeamos un poco más por la zona antes de ir a visitar el castillo de Dublín.
Una visita al castillo de Dublín
En Dame Street, justo detrás del City Hall, se encuentra el castillo de Dublín. Hacemos un inciso para comentar que el bonito edificio del City Hall se puede visitar, aunque a nosotros se nos pasara por alto ese detalle. Aquí tenéis más información al respecto.
Sobre la visita al castillo os diremos que es interesante, pero no creemos que sea algo imprescindible si vais cortos de tiempo. Las estancias que se pueden visitar son bastante austeras y solo se conserva una parte del mobiliario. Lo que sí que os recomendamos es que os deis un paseo por el bonito jardín que hay en la parte trasera. Es un parque público de acceso libre y las vistas del castillo son muy bonitas.
Descubriendo la Biblioteca Chester Beatty
Precisamente junto al jardín del castillo hay un museo gratuito muy interesante. Se trata de una colección privada, cedida por Sir Alfred Chester Beatty. Este señor, que se hizo rico gracias a la minería, era un ávido coleccionista de arte islámico, persa y oriental. Como buen filántropo, fue adquiriendo estos tesoros que terminó cediendo para que todo el mundo pudiera disfrutar de ellos. La colección está compuesta por libros, manuscritos, dibujos, pinturas y otros artefactos que son una auténtica maravilla.
Un pequeño descuido: se nos olvida visitar Christchurch
¿Alguna vez os ha pasado que tenéis toda la intención de visitar un lugar en concreto pero por un despiste os olvidáis y os quedáis sin verlo? Pues eso nos pasó a nosotros durante este viaje con la catedral de Christchurch. Al salir del castillo de Dublín y la biblioteca Chester Beatty, la idea era visitar Christchurch, que está muy cerca. Sin embargo, terminamos yendo en dirección contraria, hacia la catedral de San Patricio, que queda un poco más alejada. Para cuando nos damos cuenta de que nos hemos despistado y habría que desandar el camino, estamos cansados de tanto caminar y nos da mucha pereza volver atrás. Optamos por saltarnos esta visita, pero si no es vuestro caso aquí tenéis el enlace a su web con toda la información práctica para planificarla.
Por cierto, justo al lado de la catedral hay un museo llamado Dublinia. Tampoco lo visitamos a causa de nuestro despiste, pero parece de lo más interesante y muy recomendable si viajáis con niños. Si os interesa descubrir más sobre los vikingos y Dublín durante la Edad Media, aquí encontraréis más información.
Una visita a la catedral de San Patricio
Dando un agradable paseo por Bride Street, con sus bonitos edificios de ladrillo rojo, llegamos a St Patrick’s Park. Este agradable parque ofrece unas vistas preciosas a la catedral de San Patricio, además de ser un sitio estupendo en el que sentarse un rato a descansar.
Tras reposar un poco, entramos a la catedral. Es la más grande de Irlanda y su construcción se remonta al siglo XIII. Jonathan Swift, el autor de Los viajes de Gulliver, está enterrado aquí ya que fue deán de la catedral entre 1713 y 1745.
Por si la visita a la catedral os sabe a poco, a muy pocos metros se encuentra la Marsh’s Library. Es una verdadera lástima que nuestra visita no coincidiera con el horario de apertura, porque nos hubiera encantado echar un vistazo a esta biblioteca inaugurada en 1707. Menos mal que sí que vamos a poder conocer otra biblioteca absolutamente espectacular: la del Trinity College.
Una de las bibliotecas más espectaculares del mundo
Dejamos atrás el Dublín medieval y ponemos rumbo al Dublín georgiano. Nos dirigimos a la universidad más antigua y prestigiosa de Irlanda: el Trinity College. Además de dar un paseo por la zona del campus en la que está permitido el acceso a visitantes, la principal razón para acercarse hasta aquí es su famosa e increíble biblioteca, la Old Library. Sobre ella habrá un post en exclusiva, pero aquí os damos alguna información práctica para que podáis organizar vuestra visita.
Lo primero y más importante de todo: hay que comprar las entradas online y es necesario seleccionar la fecha y la franja horaria de la visita. Podéis hacerlo directamente en la página web oficial. El acceso al recinto lo encontraréis en Nassau Street, a la altura de Dawson Street. La visita empieza por el Libro de Kells, el que probablemente sea el manuscrito medieval más famoso del mundo. Una interesante exposición conduce hasta la vitrina en la que se expone esta auténtica joya. No está permitido hacer fotos, pero en este enlace del Trinity College tenéis sus páginas digitalizadas, para que podáis echar un vistazo a fondo.
Después de contemplar este tesoro nacional de Irlanda podréis acceder a la Long Room, la sala principal de la espectacular biblioteca. Aunque el precio de las entradas no es barato (18€ por persona actualmente), si sois tan bibliófilos como nosotros os parecerá una buena inversión. Si solo pudiéramos recomendar una cosa que ver en Dublín, sin duda sería esta biblioteca.
Descubriendo el Dublín georgiano
Dando un agradable paseo por Grafton Street llegamos a St Stephen’s Green. Esta calle comercial peatonal es la meca de las compras en Dublín. Tras curiosear algunos escaparates y entrar en un par de tiendas, llegamos al parque más bonito de la ciudad. Aunque su origen como parque público se remonta a 1663, no fue hasta el siglo XIX cuando se remodeló dándole su aspecto victoriano actual gracias a la generosa contribución de Sir Arthur Guinness (sí, el de la fábrica de cerveza). El parque es un remanso de tranquilidad y a mitades de octubre luce realmente precioso, con los árboles que empiezan a cambiar el color de sus hojas.
Aprovechando que nos encontramos en St Stephen’s Green vamos a visitar un par de lugares interesantes que hay allí mismo. El primero es un centro comercial que, aunque se construyó en 1988, recrea el estilo victoriano a la perfección. Lo encontraréis justo al inicio de Grafton Street y se llama St Stephen’s Green Shopping Centre.
El otro lugar interesante es un pequeño y peculiar museo, The Little Museum of Dublin. La historia local de Dublín tiene cabida en este edificio georgiano mediante la extravagante exposición de mil y un objetos, a cual más curioso. Los fans de U2 estáis de suerte: una de las salas del museo está dedicada al grupo. No es una visita frecuente para los turistas y la verdad es que buena parte de lo que se expone no tiene un gran significado para los foráneos, pero no deja de ser un lugar divertido y distinto de lo habitual.
Merrion Square: la zona más elegante del Dublín georgiano
Continuamos nuestro paseo por esta zona de Dublín y vamos a parar a Merrion Square. Para admirar la arquitectura georgiana de cerca, nada mejor que dar un paseo por las calles que rodean esta plaza, así como por las de los alrededores. La elegancia de los edificios de ladrillo de esta zona denota riqueza y permite que nos hagamos una idea de cómo era la vida de los más adinerados de la ciudad en aquella época.
Uno de los edificios más representativos del Dublín georgiano es sin duda Leinster House. Aunque actualmente es la sede del Parlamento irlandés, este palacio fue originariamente la residencia del duque de Leinster (inicialmente conde de Kildare, antes de la creación del ducado). Flanqueándola se encuentran la Biblioteca Nacional de Irlanda, el Museo Nacional de Arqueología, el Museo Nacional de Historia Natural y la Galería Nacional de Irlanda.
Como disponemos de algo de tiempo decidimos entrar a la Galería Nacional de Irlanda. El museo es gratuito y apenas hay visitantes, lo que nos permite deambular tranquilamente por las distintas salas. Aunque no sea una visita imprescindible en una escapada a Dublín, si os gusta el arte no está de más entrar a echar un vistazo. Entre muchas otras obras, podréis admirar un Caravaggio, un Picasso, un Van Gogh o un Monet, por ejemplo.
Al salir del museo damos un paseo por Merrion Square Park. Nos topamos con la estatua de Oscar Wilde, en la esquina del parque más cercana a la casa donde nació. Sobre el significado de la escultura podéis leer más en la web del autor de la obra, Danny Osborne.
Nos sentamos un rato en un banco a descansar. Ya se está poniendo el sol y va siendo hora de regresar al hotel. Desandamos nuestros pasos hasta Temple Bar. A esta hora el lugar está de lo más animado, pero estamos demasiado cansados y solo nos detenemos un momento a tomar unas fotos del río Liffey iluminado por el reflejo de las luces nocturnas. Ponemos así punto final a esta escapada de dos días a Dublín, una ciudad que nos ha gustado más de lo esperado y que creemos que merece la pena conocer.