Santillana del Mar, en la provincia de Cantabria, fue declarada Conjunto Histórico Artístico en 1943 y está considerada una de las poblaciones más bonitas de España. De origen medieval, su magnífico estado de conservación y su relevancia histórica la convierten, en nuestra opinión, en una visita imprescindible. A pesar de la masificación turística (especialmente durante los meses de verano), merece la pena detenerse y dedicar unas horas a pasear por sus preciosas calles. El hecho de que la famosísima Cueva de Altamira se encuentre en las inmediaciones de Santillana del Mar hace aún más recomendable la visita. Os contamos más a continuación.
Lo primero que nos encontramos al comenzar nuestro paseo por Santillana del Mar es el Convento de San Ildefonso, actualmente gestionado por las Hermanas Clarisas. Las monjas venden dulces y repostería que elaboran ellas mismas, así que si estáis interesados en comprar alguna de sus delicias no dudéis en hacerles una visita.
Muy cerca del convento de las Hermanas Clarisas se encuentra otro antiguo monasterio, en este caso de frailes dominicos. El imponente edificio data de principios del siglo XVII y en su interior alberga un museo diocesano (el primero que hubo en España). Los interesados en visitar el Museo Diocesano Regina Coeli podéis consultar aquí las tarifas y horarios de apertura.
Santillana del Mar es una población que cuenta con un centro histórico muy pequeñito. Sus tres calles principales terminan confluyendo en el monumento más importante de todos los que se pueden visitar en Santillana: la impresionante Colegiata de Santa Juliana. Pero para llegar hasta ella conviene no darse prisa y dedicar un rato a pasear por esas preciosas calles empedradas.
Aunque Santillana del Mar se ha convertido en una atracción turística de primer nivel, todavía es posible encontrar rincones poco transitados en los que disfrutar de un poco de silencio y tranquilidad. Durante nuestro deambular nos sorprende la gran cantidad de palacios y casas señoriales que nos vamos encontrando, muchos de ellos construidos con las riquezas obtenidas en América. Magníficas casonas de piedra con escudos y emblemas en las fachadas se alternan con viviendas mas modestas con preciosos balcones de madera.
Tras pasear un rato por algunas de las calles menos concurridas, llegamos a la espectacular Colegiata de Santa Juliana. La pequeña plaza que hay frente a ella es probablemente el lugar con más ajetreo de Santillana del Mar. Además de un abrevadero perfectamente conservado, en la Plaza del Abad Francisco Navarro se pueden admirar algunas de las casas más significativas de la población. Una de ellas es la Casa de Quevedo y Cossío (dos casas unidas en una sola que datan del siglo XVII) y la otra es la Casa de la Archiduquesa Margarita de Austria (donde antiguamente residía el abad de la Colegiata).
En cuanto a la Colegiata de Santa Juliana, se trata de un ejemplo excepcional de arquitectura románica y data del siglo XII. Si estáis interesados en visitarla, el acceso se encuentra en la calle lateral situada a su izquierda. Nos hubiera encantado verla por dentro, especialmente su bonito claustro, pero nos la encontramos cerrada y sin ningún horario colgado en la puerta para saber a qué hora abría.
Al ser una población tan orientada al turismo, en Santillana del Mar encontraréis tiendas, restaurantes y alojamientos de todo tipo. Eso sí, los precios no son demasiado económicos. En algunos restaurantes tienen el menú del día a 18 o 19€, pero en la mayoría el precio oscila entre los 20 y los 28€. En nuestro caso, nos decantamos por el restaurante La Viga, en la calle de la Carrera (justo enfrente de la Torre de los Velarde, una casa de estilo gótico del siglo XV que no hay que confundir con el Palacio de Velarde, del que os hablaremos un poco más adelante).
El menú nos costó 18€ por persona y comimos de maravilla. Elegimos el cocido montañés, merluza en salsa verde, bacalao con tomate y, de postre, arroz con leche y tarta de queso. El restaurante cuenta con una terraza tranquila y muy agradable, y no dudaríamos en repetir si alguna vez regresamos a Santillana.
A pocos metros del restaurante se encuentra el Museo de la Tortura. Los amantes de lo truculento podréis descubrir una gran variedad de instrumentos de tortura y distintos sistemas empleados a la hora de aplicar la pena de muerte que estuvieron en uso desde la Edad Media hasta épocas relativamente recientes.
Este es tan solo uno de los varios museos que podéis visitar en Santillana del Mar. Junto a la Colegiata de Santa Juliana hay un par la mar de interesantes. Por un lado está el Museo y Fundación Jesús Otero. El acceso es gratuito y en él se expone la obra de este escultor, nacido en esta población a principios del siglo XX. Merece la pena entrar aunque solo sea para echar un vistazo al edificio que alberga el museo.
El otro museo, situado detrás de la Colegiata, se ubica en el Palacio de Velarde. Se trata de un magnífico palacio de estilo renacentista del siglo XVI, época en la que el edificio original fue reformado y ampliado por su propietario, Alfonso de Velarde. Se pueden visitar las tres plantas del edificio, en el que se exponen mobiliario, obras de arte y todo tipo de objetos históricos.
Además, se trata de una experiencia inmersiva aderezada con efectos audiovisuales que incluyen la proyección de hologramas. Nosotros nos conformamos con echar una ojeada a los jardines, pero la verdad es que nos hubiera gustado realizar la visita al completo. Aquí tenéis toda la información para organizar la vuestra.
Nos dirigimos a continuación a la Plaza Mayor, donde se concentran un buen número de edificios históricos que no hay que perderse. Además del bonito Ayuntamiento, destacan especialmente dos torres medievales.
La Torre del Merino se remonta al siglo XIV, mientras que la Torre de Don Borja data del siglo XV. En la Torre de Don Borja tiene su sede la Fundación Santillana y en ella se llevan a cabo exposiciones temporales. También se pueden visitar algunos de los salones de la torre, sus tres bibliotecas o una importante colección de arte contemporáneo. Todo ello sirve para rendir homenaje y dar a conocer el legado de Jesús Polanco (fundador de la Editorial Santillana y magnate de los medios de comunicación) y Francisco Pérez González. En su página web tenéis toda la información disponible si estáis interesados en visitarla, algo que nos quedamos con las ganas de hacer ya que nos la encontramos cerrada.
A pocos metros se pueden visitar las casas del Águila y la Parra, dos edificios unidos entre sí que datan de los siglos XVI y XVII. En su interior se llevan a cabo exposiciones temporales y el acceso es gratuito. Frente a ambas casas se encuentra otro edificio histórico que es un buen ejemplo de la arquitectura del siglo XVII en Santillana del Mar. Se trata de la antigua casa Barreda-Bracho, reconvertida en el elegante Parador Nacional Gil Blas.
Como hemos comentado anteriormente, el centro histórico de Santillana del Mar no es demasiado grande. Casi sin darnos cuenta hemos terminado la visita a esta verdadera joya de la historia y la arquitectura de España. No dudéis en acercaros si os encontráis por los alrededores, ¡no os decepcionará!
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[…] Sin embargo, lo más bonito es el claustro, del siglo XVII. En el centro del mismo hay una pequeña fuente rodeada de preciosas hortensias, y junto a la puerta de acceso hay una escultura (un relieve que representa al Beato de Liébana en su scriptorium) realizada por Jesús Otero. Este escultor cántabro cuenta con un museo propio en la población de Santillana del Mar, sobre la cual tenéis más información en este otro post. […]