A las afueras de Oviedo se encuentra uno de los conjuntos arquitectónicos de la Alta Edad Media más importantes no solo de España, sino de toda Europa Occidental. Se trata de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, dos ejemplos excepcionales del arte prerrománico asturiano. Dada su gran proximidad a la capital asturiana, sería una verdadera pena no acercarse a verlos. Os contamos más a continuación.
Cómo llegar a Santa María del Naranco
Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo se encuentran a poco más de 3 km del centro de Oviedo. Junto a ambos monumentos se localiza el Centro de Recepción e Interpretación del Prerrománico Asturiano y un amplio aparcamiento gratuito en el que dejar el coche. El acceso está muy bien señalizado y no tiene pérdida. Deberéis tomar la Avenida de los Monumentos en dirección a Ules.
Si no os apetece coger el coche, también podéis llegar en autobús. Oviedo cuenta con varias líneas de autobuses urbanos y la línea A (A2 para subir y A1 para bajar) os llevará desde el mismísimo centro de la ciudad hasta el Centro de Recepción e Interpretación del Prerrománico Asturiano. En la página web de TUA (Transportes Unidos de Asturias) tenéis toda la información sobre tarifas, horarios y un mapa con las distintas paradas.
Las entradas para la visita guiada a los dos monumentos NO se compran en el Centro de Recepción e Interpretación del Prerrománico Asturiano. Se adquieren directamente en Santa María del Naranco, en uno de los laterales de la planta baja del monumento.
La visita guiada a Santa María del Naranco
Para poder acceder al interior de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo es necesario realizar la visita guiada. En caso contrario, solo podréis admirar ambos monumentos por fuera. Siguiendo la senda peatonal que parte del aparcamiento llegamos enseguida a Santa María del Naranco.
Naranco es el nombre del monte en el que el rey Ramiro I de Asturias ordenó construir ambos monumentos. Inicialmente había otras construcciones en la zona, pero solo se han conservado estas dos. Se cree que inicialmente Santa María del Naranco no tenía un uso religioso, sino que más probablemente era algún tipo de palacio que más adelante fue utilizado como iglesia.
Ambos monumentos, junto a algunos otros también pertenecientes al prerrománico repartidos por Asturias, fueron declarados Patrimonio Mundial de la Unesco en 1985, como atestigua una placa conmemorativa.
Una joya arquitectónica de una belleza única
Al acercarnos a Santa María del Naranco, lo primero que observamos es su fachada trasera. A primera vista puede parecer un tanto insulsa, pero eso se debe a que el mirador saliente que allí había no ha perdurado hasta la actualidad. Sin embargo, si uno se fija con detenimiento, sí que se pueden apreciar las trazas de esa antigua estructura.
Es al rodear el edificio y verlo al completo cuando se puede apreciar esta verdadera maravilla como se merece. Se compone de dos plantas, siendo la superior la más interesante. Su estructura es muy sencilla: una sala central y dos impresionantes miradores, uno a cada lado. Una escalera doble de piedra permite acceder al piso superior, por donde comenzamos la visita guiada al monumento.
Nosotros no somos unos grandes entendidos en arte ni arquitectura, pero sí que apreciamos enseguida la ornamentación y los detalles decorativos que hacen que Santa María del Naranco tenga tanta relevancia dentro del prerrománico asturiano.
Unos miradores con unas vistas espectaculares
Siguiendo las amenas explicaciones del guía, prestamos especial atención a los capiteles de las columnas, bellamente tallados, o a los medallones que decoran las enjutas de los arcos. Pero de todas las cosas, lo que más nos impresiona son los miradores laterales. Están abiertos al exterior y a través de los arcos, que mantienen el mismo patrón decorativo que hemos visto en el interior, se tienen unas vistas magníficas de los alrededores. Incluso se ve la ciudad de Oviedo, que creció en las faldas del monte Naranco.
San Miguel de Lillo
Tras la visita a Santa María del Naranco nos dirigimos a pie hasta San Miguel de Lillo (San Miguel de Lliño en asturiano), situado a unos 200 metros. Desconocemos el motivo, pero en San Miguel de Lillo no está permitido hacer fotos en el interior, así que solo os podemos mostrar el bonito exterior.
Del edificio original solo se conserva una parte, ya que en el siglo XI hubo un derrumbe que lo destruyó parcialmente. Lo primero que nos llama la atención son las preciosas celosías de piedra tallada que decoran las ventanas, una reminiscencia del arte visigodo. En el interior del templo se conservan algunos de los frescos de las paredes, pero lo más destacado se encuentra en el pórtico de entrada. Las jambas, formadas por dos grandes bloques de piedra, están decoradas con unos delicados grabados que son una verdadera obra de arte y se conservan en perfecto estado.
El Centro de Recepción e Interpretación del Prerrománico Asturiano
Antes o después de vuestra visita a Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, no os olvidéis de pasar por el Centro de Recepción e Interpretación del Prerrománico Asturiano. Encontraréis una exposición la mar de interesante sobre el arte prerrománico de Asturias.
Lo mejor de todo son las maquetas de gran calidad que reproducen los principales monumentos de la región, que suman un total de quince repartidos por todo el territorio. Nos hubiera gustado visitar algunos más, como San Salvador de Valdediós, en Villaviciosa, o Santa Cristina de Lena, por ejemplo. Pero habiendo de elegir entre tantas opciones, nos parece que Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo son dos opciones excelentes, especialmente dada su gran proximidad al centro de Oviedo.