Tras nuestra llegada a Pekín el día anterior, hoy nos levantamos muy animados ante nuestra inminente visita al Templo del Cielo. Al asomarnos a la ventana comprobamos que ha nevado ligeramente durante la noche y la nieve ha cuajado. Cuando bajamos a la calle aún sigue nevando, aunque muy suavemente.
De compras por el mercado de antigüedades de Panjiayuan
Ateridos de frío cogemos el metro en Dongsi y nos vamos hacia el mercado de artesanía y antigüedades de Panjiayuan. Esta situado junto a la parada de metro del mismo nombre y no tiene pérdida. El recinto en el que se ubica el mercado es realmente grande y hay mucho movimiento de gente. La mayor parte está bajo cubierto, así que no nos mojamos demasiado con la nieve que sigue cayendo pausadamente.
Nos dedicamos a pasear por los distintos pasillos, observando a la gente y curioseando los objetos a la venta. En la multitud de puestecitos se vende de todo: objetos de cerámica, tallas de madera, figuras de bronce, budas, collares de oración budistas, pinturas, etc. Es el lugar ideal para comprar algún regalo que llevarse a casa, aunque sin olvidarse del regateo.
Una deliciosa comida en plena calle
Ya es mediodía y nosotros no hemos desayunado nada, así que estamos muertos de hambre. Dentro del recinto hay algunos puestos en los que se vende comida, pero básicamente consiste sopa de fideos y nosotros queremos algo más contundente. Vemos que hay gente que entra desde la calle con bolsas de comida, así que damos por finalizada la visita al mercado y salimos en busca de algo comestible que llevarnos a la boca.
Y justo frente a la puerta, cruzando la calle, nos topamos con un puesto callejero de comida. Preparan una especie de tortas que se hacen a la plancha con un huevo, que se cuece casi al instante. Después se le añade lechuga y algo que parece carne de cerdo adobada y ligeramente picante. Se enrolla la torta y se come a modo de bocadillo.
Está absolutamente delicioso y disfrutamos de cada mordisco que damos. Lo único malo que es hay que comer de pie en mitad de la acera y pasando frío, aunque por suerte hace ya un rato que ha dejado de nevar.
Descubriendo el Templo del Cielo
Tras la fantástica comida volvemos al metro y nos bajamos en nuestra próxima parada: Tiantan Dongmen. Allí se encuentra el Templo del Cielo, nuestra siguiente visita.
Accedemos al recinto por la entrada este, y tras mostrar el pasaporte para poder adquirir la entrada (que nos cuesta 28 yuanes por persona), empezamos a explorar el lugar. Si tenéis la intención de visitar todos los pabellones y salones, os recomendamos que compréis la entrada que incluye el acceso a todos ellos. Si no lo hacéis así, después tendréis que pagar las demás entradas aparte y os acabará saliendo un poco más caro.
El Templo del Cielo está formado por varios salones y pabellones dispersos por un inmenso parque de 273 hectáreas. Se construyó en 1420 y fue utilizado por las dinastías Ming y Qing para rogar por las cosechas y dar las gracias al cielo por ellas.
Los edificios principales que conforman este impresionante conjunto arquitectónico son, de norte a sur: el Salón de la Oración por las Buenas Cosechas, la Bóveda Imperial del Cielo (rodeada por el Muro del Eco) y el Altar Circular. Rompiendo el esquema norte-sur, al oeste se encuentra el Salón de la Abstinencia.
La configuración del Templo
Las formas, los colores y la disposición de los distintos elementos no están elegidos al azar, sino que cada cual tiene un significado muy concreto debido al propósito sagrado del lugar. Las formas cuadradas representan la tierra, mientras que las circulares simbolizan el cielo. Por eso todos los templos de este complejo son circulares, pero se asientan sobre una base cuadrada.
El color azul de las tejas también tiene su significado, ya que representan el cielo, y es por ello que todos los tejados de los distintos pabellones del Templo del Cielo son de este color.
Al acceder al lugar por la entrada este, nos topamos enseguida con el Corredor Largo, un pasillo cubierto de más de 300 metros de longitud que conduce directamente hasta el Salón de la Oración por las Buenas Cosechas.
Con una estructura de madera bellamente decorada, sirve de protección contra los elementos, pero además es un punto de reunión para los pekineses que acuden al parque a jugar a juegos de mesa, hacer taichi o a disfrutar del entorno.
El Salón de la oración por las Buenas Cosechas
Cuando llegamos ante el Salón de la Oración por las Buenas Cosechas nos quedamos maravillados por su impresionante belleza. Es una de las imágenes más reconocibles de Pekín, y sin duda uno de los templos más bonitos de la ciudad.
El salón tiene forma circular, con un diámetro de 30 metros y una altura de 38 metros, y se asienta sobre tres terrazas circulares de mármol blanco que sirven de base. Toda la estructura del edificio es de madera y en su construcción no se utilizó ni un solo clavo. Aunque el edificio se quemó completamente en 1889 a causa de un rayo, se reconstruyó empleando las mismas técnicas que se usaron para su construcción original.
La disposición de los pilares tampoco es azarosa. En total hay 28, distribuidos de forma concéntrica en tres círculos. Los cuatro primeros simbolizan las cuatro estaciones del año. Los 12 que forman el círculo intermedio representan los doce meses del año. Por último, los 12 pilares del círculo exterior representan la división tradicional del día en doce horas.
Aunque seguro que en verano el lugar tiene que estar lleno a rebosar de turistas, nosotros también nos encontramos con bastante gente. La mayoría se agolpa a las puertas de los pabellones, lo que a veces nos impide echar un buen vistazo. Hay que tener en cuenta que no se puede entrar en ninguno de ellos. Tan solo es posible contemplarlos desde fuera.
La Bóveda Imperial del Cielo
Al sur del Salón de la Oración por las Buenas Cosechas hay un amplio paseo por el que se llega hasta la Bóveda Imperial del Cielo. Aunque de dimensiones mucho más reducidas que el Salón de la Oración por las Buenas Cosechas, es muy similar en cuanto al diseño.
Lo más curioso aquí es el Muro del Eco, una pared circular que rodea el edificio y que tiene unas peculiares características acústicas, que hacen que lo que se susurra en un lado se oiga perfectamente en el lado opuesto. Nosotros lo probamos, al igual que todos los demás visitantes, pero sin ningún éxito (aunque con el jaleo de tanta gente es normal).
El Altar Circular
Justo al sur de la Bóveda Imperial del Cielo se alza el Altar Circular, el lugar donde se realizaban los sacrificios rituales para obtener una buena cosecha. El altar está compuesto por tres grandes terrazas concéntricas de mármol blanco a distintos niveles. Todo su diseño gira en torno al número 9 y sus múltiplos, ya que es el número más sagrado en la cultura tradicional china.
En el centro de la terraza superior hay una piedra circular, en la que se situaba el emperador. Debido al diseño de la balaustrada circundante, desde este punto en concreto se produce un fenómeno acústico único por el cual las palabras pronunciadas se oyen más altas, ya que reverberan en ella. De este modo se suponía que las plegarias del emperador llegarían con más fuerza al cielo.
El Salón de la Abstinencia
Para terminar nuestra visita al Templo del Cielo nos acercamos al más lejano Salón de la Abstinencia. Allí era donde el emperador ayunaba antes de las ceremonias que tenían lugar en el templo.
Está rodeado por un foso vacío y se accede al edificio a través de tres puentes de mármol blanco. En el interior hay una pequeña sala de exposiciones.
Una breve visita al Mercado de la Seda.
Con esto damos por terminada nuestra visita al Templo del Cielo, que nos ha gustado muchísimo. Como ya empieza a anochecer y sigue haciendo mucho frío, decidimos ir al Mercado de la Seda en busca de cobijo y de alguna ganga que comprar. El mercado, situado en un gran edificio junto a la parada de metro de Yong’anli, no tiene pérdida.
En su interior se puede comprar absolutamente de todo: ropa, calzado, bolsos, objetos de electrónica, etc. La mayoría de compradores son extranjeros como nosotros y todos los vendedores hablan inglés. Incluso alguno se dirige a nosotros en español. El regateo es bastante agresivo y las falsificaciones de grandes marcas están a la orden del día.
Lo peor de todo es el agobio de los vendedores. En cuanto ven que te acercas o que miras algo durante más de una milésima de segundo ya empiezan a acosarte para que les compres lo que sea. Finalmente compramos algunos regalos, aunque el tema del regateo se nos da realmente mal.
De vuelta al hotel
Cansados después de todo un día andando arriba y abajo, nos vamos en metro hacia nuestro hotel. Nos bajamos en la parada de Wangfujing y decidimos entrar en uno de sus enormes centros comerciales, el Oriental Plaza. Ahora mismo nos vemos incapaces de afrontar el paseo que todavía nos queda hasta llegar al hotel. Como ya va siendo hora de cenar y no nos apetece comer de pie, optamos por sentarnos en uno de los restaurantes de la planta baja. Es algo impersonal y pertenece a alguna cadena comercial pero la comida no es mala. Tras devorar unos boles de arroz con verduras y carne, y un poco recuperados del cansancio acumulado y del frío que aún notamos en los huesos, nos vamos al hotel y damos por finalizado este intenso día.