Uno de los lugares más visitados de la Isla Sur de Nueva Zelanda es Milford Sound. Este fiordo es uno de los muchos que componen Fiordland National Park y es el único que es accesible en coche por carretera. Dicen los que han estado en los fiordos noruegos que, en comparación, Milford Sound no es para tanto. No lo sabemos, ya que nunca antes habíamos navegado por un fiordo. A nosotros nos pareció una experiencia estupenda y el paisaje nos encantó. Además, acercarse hasta Milford Sound no significa limitarse a ver un fiordo: por el camino hay muchos más lugares interesantes que visitar y se pueden hacer multitud de excursiones. Incluso os podéis animar a llegar hasta allí a pie, a través de un sendero de largo recorrido que está considerado el más bonito de Nueva Zelanda: el Milford Track.
Te Anau: la puerta de acceso a Milford Sound
A Milford Sound solamente se puede acceder a través de una carretera, la SH94, vía Te Anau. Está considerada una de las carreteras más bonitas de Nueva Zelanda y os aseguramos que es totalmente cierto. Milford Sound está a unos 120 km de Te Anau. Esta es la última población donde repostar gasolina o comprar algo en el supermercado, ya que más adelante no encontraréis nada hasta llegar al fiordo. En Te Anau también están el centro de visitantes del parque nacional y el i-SITE. Hay infinidad de opciones en cuanto a alojamiento, así como restaurantes, cafeterías y tiendas. Si preferís alojaros en el interior del parque nacional, el Department of Conservation cuenta con varios campings repartidos a lo largo de la SH94. También hay un puñado de hoteles a lo largo del camino. Aquí tenéis más información.
También veréis muchas empresas que ofrecen deportes de aventura, excursiones guiadas y cruceros por Milford Sound. Podéis contratar directamente en cualquiera de ellas o en el i-SITE, que es lo que hicimos nosotros. Desde Te Anau parten varios senderos que os permitirán explorar los alrededores. Aquí tenéis toda la información publicada por el DoC, tanto de las excursiones en Te Anau como de todas las que se pueden hacer en todo Fiordland National Park.
Eglinton Valley: un bonito valle glaciar
Salimos a la carretera en dirección a Milford Sound. El trayecto es largo y vamos a intentar amenizarlo haciendo varias paradas por el camino. Aunque no haremos ninguna de las muchas excursiones que se pueden hacer a lo largo del trayecto, sí que tenemos intención de parar en varios puntos interesantes. El primero es Eglinton Valley. Este valle de origen glaciar se extiende durante un buen trecho y las vistas que ofrece son estupendas. Por lo visto aquí se filmaron algunas escenas de El Señor de los Anillos pero, como no somos unos grandes fans de la saga, no sabemos exactamente cuales.
El glaciar que erosionó el terreno y dio forma a este valle también creó el lago Te Anau, que es el segundo más grande de Nueva Zelanda (y el más grande de la Isla Sur). Aunque pueda parecer un paisaje natural inalterado por la mano del hombre, de hecho este valle cuenta con una larga historia ganadera. Desde 1859 Eglinton Valley se utilizó para el pastoreo del ganado, siendo parte de la importante estación ganadera de Te Anau Downs. Buena parte de la vegetación que ocupa el fondo del valle fue introducida por los propios ganaderos para alimentar a los animales, desplazando las matas de tussock que crecen aquí de forma natural.
Sea como fuere, Eglinton Valley es un lugar precioso ideal para estirar un poco las piernas mientras se contempla el magnífico paisaje.
Mirror Lakes: un lago con vistas a las montañas
La siguiente parada que hacemos de camino a Milford Sound es en Mirror Lakes. Este lago, gracias a sus aguas oscuras, refleja como un espejo las montañas del fondo. Si queréis ver el reflejo de las Earl Mountains en el lago, vuestra visita deberá ser en un día sin lluvia ni viento. No fue nuestro caso, ya que comenzó a llover unos minutos antes de que llegáramos y ya no paró en todo el día, estropeándonos buena parte de nuestros planes.
A pesar de la lluvia, el paisaje que se ve desde Mirror Lakes sigue mereciendo la pena. Lo mejor de todo es que el lago está literalmente junto a la carretera, así que es perfecto para una parada rápida. Una pasarela de madera apta para sillas de ruedas lleva a una plataforma desde la que contemplar las vistas. Si os fijáis con atención, veréis que del agua surge un cartel con el nombre del lago escrito del revés. Está hecho a propósito, porque en el reflejo del agua se ve del derecho.
Una estancia pasada por agua en Cascade Creek
Volvemos de nuevo a la carretera y seguimos adelante en dirección al lago Gunn y el camping de Cascade Creek. Vamos a hacer noche en este camping gestionado por el Department of Conservation. Sobre nuestra experiencia os contamos más en este otro post. Seguro que en un día soleado este lugar es una maravilla, pero bajo un auténtico aguacero la verdad es que no resultó ser una experiencia agradable.
Este camping se encuentra en el extremo sur del lago Gunn. Nuestra intención era recorrer el Lake Gunn Nature Walk. Es una excusión sencilla, de unos 45 minutos de duración. La lluvia nos hizo cancelar los planes y nos quedamos sin ver el lago. Tanto la visita a Milford Sound como las que hicimos a otros lugares interesantes de los que os hablaremos a continuación corresponden ya a la mañana del día siguiente. La lluvia no nos abandonará hasta marcharnos de Fiordland National Park, pero por lo menos no será tan intensa como hoy.
Hollyford Valley: un remoto valle en Fiordland National Park
Dejando atrás el lago Gunn y el más pequeño lago Fergus, la SH94 traza una amplia curva antes de adentrarse en el tramo de carretera más agreste antes de llegar a Milford Sound. En The Divide hay una amplia zona de aparcamiento para aquellos interesados en recorrer el Routeburn Track, un sendero de larga distancia sobre el que tenéis más información aquí. También podéis hacer solo un tramo del sendero, por ejemplo hasta Key Summit.
Algo más adelante paramos a admirar las vistas que se tienen de Hollyford Valley desde un mirador a pie de carretera. En caso de hacer buen tiempo, este valle ofrece la posibilidad de realizar varias excursiones interesantes. La que más nos apetecía hacer era la que lleva hasta Lake Marian, un precioso lago alpino. Desde el extremo final de Hollyford Road (la carretera no está asfaltada pero está en buenas condiciones) parten los senderos que llevan a Humboldt Falls y Hidden Falls.
Una infinidad de cascadas y un túnel claustrofóbico
Si alguna ventaja tiene que no pare de llover es que los ríos y cascadas que hay en Fiordland National Park bajan bien cargados de agua. Esta es la región más lluviosa del país, y se nota. Los saltos de agua que vamos encontrando de camino a Milford Sound son todo un espectáculo. Algunas cascadas son visibles desde la misma carretera, como es el caso de Falls Creek. También hacemos una breve parada en Tutoko Bridge, bajo el cual el agua baja con una fuerza tremenda.
Uno de los puntos más populares de esta carretera es un túnel. Homer Tunnel no fue abierto hasta 1953 y mide 1,2 km de longitud. Sus paredes de granito son un poco claustrofóbicas y resulta bastante tétrico. Es de un solo sentido, lo que quiere decir que a la entrada hay un semáforo que regula el paso de los coches. Nos toca esperar ocho minutos a que se ponga verde, pero con las impresionantes vistas que tenemos de las montañas nevadas a nuestro alrededor, la verdad es que no se hacen demasiado largos.
Con algo de suerte podréis ver algún kea merodeando por allí cerca. Estos loros son endémicos de Nueva Zelanda y solo se encuentran en la zona alpina de la Isla Sur. Sorprende su gran tamaño y, si veis alguno en pleno vuelo, fijaos en que la parte inferior de sus alas es de un bonito color rojizo que contrasta con el verde de su plumaje.
The Chasm: la última parada antes de llegar a Milford Sound
Cuando ya no falta mucho para llegar a Milford Sound, paramos en The Chasm. Aquí, las aguas del río Cleddau forman una serie de bonitas cascadas. Las piedras arrastradas por la corriente han ido erosionando la roca, dibujando un patrón muy característico. El corto paseo hasta The Chasm es apto para todo el mundo y atraviesa un bonito bosque que rezuma agua por todos lados. Además, es habitual que haya algún kea por la zona, tuvimos ocasión de ver uno en el aparcamiento, al lado de un puesto de venta ambulante de café.
Crucero por Milford Sound: una experiencia inolvidable
Ahora sí, hemos llegado al final de la carretera y ya estamos en Milford Sound. Ha llegado el momento de subirnos a bordo de la embarcación que nos va a mostrar esta maravilla de cerca. En el i-SITE de Te Anau compramos los billetes para hacer la excursión con la compañía Jucy (sí, la misma que la del alquiler de campervans).
En su página web tenéis las tarifas y horarios actualizados. Los precios han subido considerablemente desde nuestro viaje, aunque ya por aquel entonces era una experiencia bastante cara (60$ por persona). Al precio de la propia actividad hay que sumarle el del parking en Milford Sound, que no es gratis. Nosotros pagamos 30 dólares (10$ por hora), pero actualmente han establecido una tarifa única de 25$ por 5 horas de aparcamiento.
El barco es amplio y cómodo. Cuenta con un pequeño bar a bordo (de pago) y también ofrece té caliente gratis, algo que se agradece después de estar un rato pasando frío en la cubierta superior. Os aconsejamos que llevéis ropa de abrigo en abundancia y, a ser posible, un buen cortavientos. Aunque el día de vuestra visita no llueva, llevad algún tipo de chubasquero porque el barco se acerca mucho a una de las cascadas y os mojaréis.
Navegando por Milford Sound
Después de dejar el coche en el parking, un sendero cubierto lleva hasta la terminal desde la que salen los barcos de las distintas compañías. Después de hacer el check-in y subir a bordo, comienza una de las experiencias más divertidas de todo el viaje.
Milford Sound (llamado Piopiotahi en maorí) es uno de los pocos lugares que conocemos que se disfruta mejor en un día lluvioso. El paisaje es precioso cuando luce el sol, pero cuando llueve es espectacular. Docenas de cascadas se precipitan al mar por las paredes del fiordo. Algunas están allí de forma permanente, pero la mayoría aparecen solamente cuando cae un buen aguacero. Las nubes cubren parcialmente las altas paredes de piedra y le da un aire casi mágico al lugar.
Una experiencia muy movida
Además de llover, hoy hace un viento terrible. Cuando salimos a cubierta tenemos que agarrarnos bien fuerte para no caernos, porque con las olas el barco se mueve de lo lindo. Todos los pasajeros lo estamos pasando de maravilla y nos reímos con cada meneo que da el barco.
En la cubierta superior todavía se nota más el viento. De repente, al cabo de un rato de haber comenzado a navegar, deja de llover, como si se hubiera abierto un claro por arte de magia. Eso nos permite disfrutar un poco más del entorno. Con cada ola que el barco coge de frente, las salpicaduras nos mojan. Aunque a nosotros no nos pasó, si tenéis tendencia a marearos os recomendamos tomar una biodramina antes de embarcar.
El barco va lo suficientemente lento como para disfrutar del paisaje, que es increíble. Se acerca al máximo posible a algunas de las cascadas y todos nos reímos mientras nos empapamos. Cuando pasamos por una pequeña playa en la que hay unas cuantas focas descansando sobre unas rocas nos avisan para que todos podamos verlas. Tenemos incluso la suerte de ver un pingüino.
Terminamos la excursión encantados con la experiencia. Nos hemos reído, nos hemos mojado y hemos disfrutado como niños. Cuando el barco regresa a puerto se pone a llover de nuevo. Han sido un par de horas estupendas, pero ahora toca desandar los 120 km de carretera hasta Te Anau para continuar con el road trip neozelandés. Nos esperan los Catlins, una región al sur de la isla con unos paisajes impresionantes.
[…] en parte. Algún tramo ya lo hemos hecho en días anteriores, como el que va de Queenstown a Te Anau. Sobre la Southern Scenic Route tenéis toda la información en esta página […]