Locronan está considerado uno de los pueblos más bonitos de Francia. Con un centro histórico prácticamente intacto, sus calles son una auténtica joya arquitectónica. Incluso en un día gris y lluvioso como el que hizo durante nuestra visita, su belleza es innegable. La única pega es que por momentos parece más un decorado que un pueblo de verdad. Todo está tan cuidado y pensado para el visitante que se hace difícil imaginar a los vecinos haciendo vida normal en sus calles. Pero nada de esto empaña en lo más mínimo la belleza de Locronan. Sin duda es una visita imprescindible en una ruta por la Bretaña.
Un pasado próspero
Un paseo por las calles de Locronan permite hacerse una idea del nivel de prosperidad que alcanzó la población a partir del siglo XV. Las telas de lino y cáñamo que se producían aquí le dieron fama mundial y convirtieron a Locronan en una ciudad de tejedores. Pronto se especializó en la fabricación de lonas para velas de barcos, lo que trajo una gran riqueza a la población. Tal fue su importancia que sus telas se usaron para equipar a las armadas de Francia, Inglaterra e incluso España y su famosa Armada Invencible.
La plaza más bonita de Locronan
Los ricos comerciantes y la burguesía y nobleza local dejaron su impronta en Locronan en forma de elegantes mansiones de granito que han llegado intactas a nuestros días. La Place de l’Église es la plaza principal del pueblo. Aquí se concentran los edificios más bellos de todos, además de la iglesia de Saint-Ronan. Un pozo ocupa un lugar destacado en el centro de la plaza y maceteros con flores le aportan un toque de color.
Como no deja de llover aprovechamos para entrar a curiosear en algunas de las tiendas que nos vamos encontrando. Hay muchas dedicadas a la artesanía, pero lo que más abunda son las pastelerías en las que probar todo tipo de dulces regionales. Destaca una en particular, Ty Kouign Amann, en una de las esquinas de la plaza. Parece ser la tienda más concurrida de Locronan.
No es de extrañar, a nosotros nos atraen unos merengues con una pinta deliciosa, pero lo que vemos en el interior nos hace la boca agua. Además del archifamoso kouign-amann hay dulces para todos los gustos: galletas, bombones, caramelos de mantequilla salada… Terminamos comprando más de lo recomendable, pero es que todo tiene tan buen aspecto que es imposible resistirse. También compramos unos cuantos caramelos a granel en otra tienda, Confiseries d’Antan, ideal para los más golosos.
La iglesia de Saint-Ronan
Como la lluvia no nos da tregua optamos por refugiarnos un rato en la iglesia de Saint-Ronan. Unida a ella se encuentra la Chapelle du Penity, donde reposan los restos del santo. Cada año se organiza una romería en honor a él y cada 6 años tiene lugar la Grande Troménie, todo un acontecimiento en la región. La gente se viste con sus trajes tradicionales, carga con sus estandartes y realiza un recorrido de 12 km pasando por una serie de puntos relacionados con la vida y obra del santo. La romería anual tiene lugar el segundo domingo del mes de julio, estad atentos por si coincide con vuestra visita a Locronan.
Con un corto paseo por las calles de alrededor de la plaza terminamos nuestra breve y pasada por agua visita a Locronan. Es un lugar realmente bonito, ¿no os parece?