La ubicación estratégica de Le Faou al fondo de un estuario convirtió esta pequeña población en un importante puerto comercial durante la Edad Media. Su pequeño tamaño, además del hecho de que se encuentra de paso en la ruta hacia la península de Crozon, hacen que sea el lugar ideal para una breve parada. Que no os engañe su aparente simplicidad: Le Faou destaca por su importante patrimonio arquitectónico.
Fundada en el siglo XI, Le Faou prosperó gracias al comercio. Situada en un importante cruce de caminos en la ruta de Brest a Quimper y con un activo puerto de cabotaje, su actividad comercial fue en auge con el paso de los siglos, alcanzando su pico alrededor del siglo XVI. De esa época son precisamente las casas que, con sus peculiaridades arquitectónicas, atraen cada año a más visitantes.
El importante patrimonio arquitectónico de Le Faou
En la Rue du Général de Gaulle encontraréis la mayor parte de estas viviendas. Para destacar al máximo el carácter comercial de Le Faou muchas de las casas, largas y estrechas, contaban con un escaparate y una tienda en la planta baja. Tienen en común una serie de rasgos particulares: están construidas en granito y con tejado a dos aguas, la fachada está revestida de pizarra, cuentan con voladizos de madera y se rematan con un hastial en el frente.
La Oficina de Turismo ocupa un precioso edificio restaurado, la Maison de Pays, en el número 39 de la Rue du Général de Gaulle. Una pequeña exposición sobre la historia de Le Faou se puede visitar en la planta superior. También vale la pena admirar la bonita iglesia de Saint-Sauveur, al final de la misma calle, frente al puerto. La encontramos cerrada, así que nos quedamos sin verla por dentro. Dicen que su pila bautismal es única en su estilo en la Bretaña, pero no pudimos comprobarlo.
Terminamos así nuestra visita a Le Faou. Toca ahora adentrarnos en la península de Crozon hasta su extremo más remoto, la Pointe de Pen-Hir. ¿Nos acompañáis?