Situada en uno de los tramos más espectaculares de la Costa Esmeralda, la fortaleza de Fort la Latte bien merece una visita. Perfectamente restaurado por sus actuales dueños, Fort La Latte no solo es un monumento histórico magnífico, sino que ofrece unas vistas panorámicas impresionantes. Enclavado sobre los acantilados de este tramo de costa salvaje, vale la pena acercarse a verlo de cerca. Os aseguramos que desde las murallas del castillo las vistas son insuperables.
Preparando la visita a Fort La Latte
Desde la carretera D786 veréis muy bien señalizado el desvío hacia Fort La Latte, el cabo Fréhel y la población de Plévenon. El aparcamiento es gratuito, aunque la entrada a Fort La Latte es de pago. En su página web encontraréis las tarifas actualizadas, así como los horarios de apertura. Desde el camino de acceso se tienen unas vistas estupendas del fuerte recortado contra el azul intenso del mar. Siempre podéis dejar el coche aparcado y dar un paseo para admirar el bonito paisaje, que eso es gratis.
Los que tengáis ganas de caminar un poco más podéis tomar el sendero costero GR34. Podréis llegar hasta el cercano faro de Cap Fréhel en una hora y cuarto aproximadamente. También podéis regresar al aparcamiento de Fort La Latte por este sendero. Así cambiáis el recorrido hecho a la ida y tenéis unas vistas distintas de todo el conjunto.
Si tenéis intención de visitar ambos lugares a pie, Fort La Latte y Cap Fréhel, calculad unas 3 horas entre la ida y la vuelta, más el tiempo que dediquéis a ambas visitas. El punto de partida ideal es Fort La Latte. Aquí el parking es gratuito y, según tenemos entendido, el de Cap Fréhel es de pago. Nosotros nos saltamos esta última visita y nos quedamos solamente en Fort La Latte, pero seguro que el paisaje desde allí también es precioso.
Fort La Latte: un castillo con muchos siglos de historia
El viejo castillo de la Roche Goyon, del siglo XIV, es el origen de Fort La Latte. Recibe su nombre de una de las familias más antiguas de la Bretaña, los Goyon. Con los vaivenes históricos propios de la Edad Media, terminó cambiando de manos en varias ocasiones. Como represalia por el apoyo de los Goyon al rey de Francia, el castillo fue saqueado e incendiado. Solo la mazmorra resistió el ataque.
Sobre sus ruinas, en el siglo XVII se edificó una nueva fortificación para defender la cercana población de Saint-Malo, dándole a Fort La Latte el aspecto que ha conservado hasta hoy en día. Durante el siglo XIX la fortaleza fue abandonada y sufrió un gran deterioro. Tras ser declarado Monumento Histórico en 1925, estaba prácticamente en ruinas cuando en 1931 sus propietarios actuales llevaron a cabo una exhaustiva reconstrucción. Gracias a la familia Joüon des Longrais se ha restaurado con mimo esta verdadera joya.
Un interior sorprendente y unas vistas espectaculares
No uno, sino dos puentes levadizos permiten acceder a Fort La Latte. Hoy el mar está en calma, pero aún así las olas rompen con fuerza contra las rocas de los acantilados. Durante una tormenta y con el mar embravecido, debe de ser realmente impresionante observar la fuerza de la naturaleza tras los sólidos muros de piedra del castillo.
Alrededor de un amplio patio central se distribuye el recinto defensivo. Se visitan las dependencias residenciales, las mazmorras, los baluartes y una pequeña capilla. Desde la torre que ocupa el centro del castillo hay unas vistas magníficas.
El cabo Fréhel, con su faro, es visible en la distancia. En el patio, un bonito jardín medieval y un pequeño huerto alegran el espacio. Un horno construido en 1793 para fabricar bolas de cañón ocupa también un lugar destacado.
Un entorno natural protegido
Tras tomarnos nuestro tiempo visitando Fort La Latte, optamos por regresar al aparcamiento por el camino de ronda que bordea los acantilados. La vegetación de la landa, compuesta principalmente por brezo, retama y tojo, flanquea un estrecho sendero que zigzaguea pegado a la costa.
Tras recorrer un breve tramo un desvío nos conduce al aparcamiento. Si siguiéramos adelante terminaríamos llegando al cabo Fréhel, pero es algo que ya hemos descartado de antemano por falta de tiempo. Vemos a varias personas bien equipadas que probablemente vayan más allá, ya que el GR34 es uno de los senderos de largo recorrido más populares de Francia y recorre la totalidad de la costa bretona.
Así finaliza nuestra visita a Fort La Latte. Nos ha gustado más de lo que esperábamos y hemos disfrutado al máximo de la belleza del paisaje gracias al bonito día soleado que ha hecho hoy.