En Nueva Zelanda hay muchas carreteras escénicas, pero la conocida como Forgotten World Highway es una de las más memorables. Y es que esta «carretera del mundo olvidado» no podría tener un nombre más evocador. El paisaje que atraviesa es realmente bonito y cuenta con muchos puntos interesantes a lo largo de su recorrido. Un buen ejemplo de ello es la autoproclamada República de Whangamomona. A continuación os contamos más sobre lo que os vais a encontrar si os animáis a recorrerla.
De Tongariro a Egmont National Park por la Forgotten World Highway
Después de un día magnífico en Tongariro National Park, es el momento de seguir adelante con nuestro road trip neozelandés. La siguiente parada va a ser el monte Taranaki, en Egmont National Park. Y para ir de un parque nacional a otro, ¿qué mejor que esta carretera? La State Highway 43, que es el nombre oficial de la Forgotten World Highway, recorre un total de 149 km entre las poblaciones de Taumarunui y Stratford. Es una carretera con curvas, estrecha y con un tramo corto sin asfaltar (aunque está previsto terminar de asfaltarla en su totalidad en breve). En realidad se trata de un viejo camino de herradura, antiguamente solo transitable a caballo. Se tardó 50 años en completar su construcción, que terminó en 1945.
El paisaje bucólico de granjas y colinas salpicadas de vacas pronto deja paso a una vegetación tropical más densa. El primer tramo del recorrido discurre junto al río Whanganui, pero pronto lo dejamos atrás y nos adentramos hacia rincones más remotos. No podemos evitar hacer comparaciones con la famosa Road 309 de la península de Coromandel, de la que ya os hablamos en este otro post. A nosotros nos parece más interesante esta carretera que la 309. El paisaje es más variado y el recorrido es más ameno, lo que suma puntos a su favor.
Una carretera llena de imprevistos
No hace mucho que hemos comenzado el recorrido cuando nos topamos con la primera sorpresa: un cartel nos corta el paso y nos avisa que la carretera está cerrada más adelante. ¿Qué hacemos? Tenemos claro que no queremos dejar pasar la oportunidad de recorrer la Forgotten World Highway. Supuestamente han habilitado un desvío alternativo, o al menos eso se indicaba en un letrero que hemos visto antes, en Taumarunui. Allí parados, dudando sobre si volver atrás o tomar el desvío alternativo, vemos un coche que viene del tramo de carretera cortado.
Seguramente solo sea un vecino de la zona, pero decidimos saltarnos el cartel y seguir adelante hasta donde podamos. Menos mal que lo hacemos, porque resulta que al final podemos circular sin problemas. El motivo por el cual la carretera está cerrada es que ha habido un deslizamiento de tierras a causa de la lluvia. El agua se ha llevado por delante un trozo de calzada. Un carril está cortado, pero pasamos despacio por el otro y ya no volvemos a encontrar más avisos de carretera cerrada. Aunque ojo, eso no quiere decir que no encontremos más imprevistos por el camino. Una vaca ha decidido escapar de su cercado y se pasea tranquilamente por la carretera. La adelantamos lentamente bajo su inquisitiva mirada.
Tangarakau Gorge: el tramo más espectacular de la Forgotten World Highway
Si hay un tramo que nos gusta particularmente de esta carretera es el que atraviesa Tangarakau Gorge. El paisaje es más agreste y la vegetación tropical es mucho más densa. El río Tangarakau dibuja aquí un paisaje espectacular. Hacemos varias paradas para hacer fotos, aunque ninguna logra captar la belleza de lo que estamos contemplando.
Este desfiladero junto al río Tangarakau es el único tramo todavía sin asfaltar de la Forgotten World Highway. Hay varios puntos de interés en los que os recomendamos deteneros. Uno de ellos es la tumba de Joshua Morgan.
Joshua Morgan: la tumba de un pionero
Joshua Morgan fue uno de los responsables de la construcción de esta carretera y falleció aquí el 3 de marzo de 1893 a causa de una peritonitis. Morgan era el topógrafo encargado de trazar el recorrido de la carretera a través de Tangarakau Gorge. Cuando cayó enfermo, dos ayudantes suyos salieron en busca de ayuda, pero llegaron demasiado tarde. Dado lo remoto de este lugar, tuvieron que caminar durante 50 km para llegar al médico más cercano y conseguir algunas medicinas. Joshua Morgan solo tenía 35 años cuando murió. Muchos años después, cuando su viuda falleció, decidieron trasladarla hasta aquí para que pudiera reposar junto a su difunto marido.
Moki Tunnel: el agujero del Hobbit
Unos kilómetros más adelante se encuentra Moki Tunnel, construido en 1935. Este túnel de un único sentido, oscuro y estrecho, es conocido por el sobrenombre de Hobbit’s Hole. Es una de las atracciones estrella de la Forgotten World Highway. Cuando quedó claro que la circulación por este tramo de carretera se hacía prácticamente imposible en invierno, se decidió excavar este túnel, que ya aparecía en el diseño original de la carretera trazado por Joshua Morgan.
Con un compresor de vapor alimentado con carbón y dos martillos neumáticos se hizo todo el trabajo. Originalmente, el túnel tenía 5 metros de altura. Con el tiempo se vio que era insuficiente para los camiones actuales, así que se rebajó el suelo otros 2 metros en 1985. El resultado es este túnel ligeramente claustrofóbico de 180 metros de longitud. Conducir a través de él es toda una experiencia, eso seguro.
Una visita a la República de Whangamomona
Esta pequeña población, que apenas cuenta con un puñado de casas y poco más, es uno de los lugares más peculiares de Nueva Zelanda. Su popularidad se remonta a 1989, cuando se autoproclamó «república independiente«. Incluso os pueden sellar el pasaporte en el bar del Hotel Whangamomona por el módico precio de 2 dólares.
El origen de la república se remonta a un desacuerdo por el nuevo trazado de los límites administrativos entre los distritos de la zona, que se decidió sin contar con el beneplácito de los ciudadanos. Con los ánimos caldeados, tres ciudadanos de Whangamomona se reunieron en el bar del hotel para discutir sobre el tema. Con unas cuantas cervezas de más, y animados por la absurda idea del alcalde de Stratford, al que se le ocurrió que declararan la independencia de Nueva Zelanda y formaran su propia república, el plan terminó de cuajar. Cabe reconocer que semejante tontería tuvo un efecto colateral de lo más positivo, ya que Whangamomona se dio a conocer a lo grande y desde entonces se ha convertido en un reclamo turístico.
Aunque la anécdota sobre su proclamación de independencia es divertida, es su pasado histórico lo que nos interesa a nosotros. Whangamomona se fundó en 1895 y fue una próspera población dedicada principalmente a la agricultura y ganadería, además de abastecer a los trabajadores del ferrocarril y a los encargados de la construcción de la Forgotten World Highway. Llegó a haber una treintena de tiendas y negocios, varias iglesias, una comisaría de policía y una oficina de correos.
Pero tras este desarrollo inicial, poco a poco la población se fue reduciendo. Lo remoto de su localización tuvo algo que ver, de eso estamos seguros. Fue sobre todo en la década de 1960 cuando el declive de Whangamomona se hizo más insostenible, lo que llevó al cierre de algunos de sus servicios esenciales. Uno de los últimos supervivientes fue la oficina de correos, que terminó cerrando en 1988, después de 93 de servicio a la comunidad.
Una escultura de madera que representa a un buey arrastrando un tronco de madera rinde homenaje a los pioneros que contribuyeron al desarrollo de Whangamomona. Antes de la llegada de los vehículos a motor, los bueyes y caballos eran empleados para transportar los troncos hasta los aserraderos, donde se obtenía la madera necesaria para la construcción. En aquella época la vida no era nada sencilla en un lugar como Whangamomona, pero gracias a la labor de esos hombres y mujeres podemos pasear hoy por sus calles y admirar los preciosos edificios históricos que se conservan intactos.
Un picnic con vistas en Strathmore Saddle
Después de tomar un refresco en el bar del hotel y dar un breve paseo por Whangamomona, regresamos al coche y continuamos adelante. A medida que nos vamos acercando al final de la Forgotten World Highway, el paisaje se va suavizando de nuevo. Granjas y prados salpicados de vacas y ovejas vuelven a predominar a medida que dejamos el bosque tropical a nuestras espaldas.
Se ha hecho la hora de comer, así que buscamos un rincón agradable en el que parar. Strathmore Saddle resulta ser el sitio ideal para disfrutar de un picnic. Cuenta con un par de mesas y, lo más importante, unas vistas impresionantes. Preparamos una ensalada (una de las ventajas de recorrer Nueva Zelanda en campervan, como ya os contamos en este otro post) y nos relajamos mientras disfrutamos del paisaje.
Finalmente llegamos a Stratford, el punto final de esta increíble carretera. Nos hubiera gustado parar para visitar un museo al aire libre que parece interesante, el Taranaki Pioneer Village. Sin embargo, la siguiente etapa del viaje nos espera y se está haciendo tarde, así que optamos por dejarlo estar. Nos dirigimos ahora hacia el monte Taranaki. Con su cono volcánico cubierto de nieve, nos espera en Egmont National Park. Recorrer la Forgotten World Highway ha sido una gran experiencia que os recomendamos sin dudar.