Hoy vamos a salir de Berlín para acercarnos a conocer la cercana población de Potsdam. Situada a las afueras de Berlín, es muy fácil llegar hasta allí. En tren se tarda unos 40 minutos aproximadamente, y tan solo es necesario contar con un billete para las zonas A-B-C. Nosotros tomamos el tren S7 en la estación de Friedrichstrasse y disfrutamos del trayecto hasta Potsdam. Dejamos atrás la gran ciudad y vamos atravesando un paisaje cada vez más verde hasta llegar allí.
Ya en Potsdam, toca decidir por donde empezar la visita, puesto que cuenta con muchas cosas que ver. Lo más destacado son sin duda sus incontables palacios y el barrio holandés.
En la estación de tren de Potsdam hay una oficina de turismo donde os darán un mapa gratuito. En su web oficial podéis descargaros folletos con información turística de la ciudad.
El Barrio Holandés
Al salir de la estación nos dirigimos hacia el Barrio Holandés, que con sus edificios de ladrillo rojo te transporta a Amsterdam en un abrir y cerrar de ojos.
Las tres calles en las que se asienta este barrio son un remanso de paz. Están llenas de pequeñas tiendas y cafeterías que invitan a sentarse un rato y relajarse.
Junto al Barrio Holandés se encuentra la iglesia de San Pedro y San Pablo. A su lado hay una explanada en la que hoy se celebra un mercadillo. Nos viene de perlas porque no hemos desayunado todavía, así que compramos unos dulces recién hechos y deliciosos y nos sentamos en un banco a la sombra para comérnoslos con calma.
El casco antiguo y la Puerta de Brandemburgo
Tras el Barrio Holandés, seguimos descubriendo el casco antiguo de Potsdam. La calle Brandenburger Strasse es una bonita calle peatonal convertida en la principal arteria comercial de la ciudad.
Las calles paralelas, Charlottenstrasse y Gutenbergstrasse, también invitan al paseo y las compras. Con edificios pintados en agradables colores pastel y multitud de tiendas, cafeterías y restaurantes, el trayecto entre el Barrio Holandés y el Park Sanssouci se hace casi sin darse cuenta.
Al final de Brandenburger Strasse nos topamos con Brandenburger Tor. Es una Puerta de Brandemburgo anterior a la de Berlín que marca el límite del casco antiguo de Potsdam antes de dar paso a los inmensos jardines del parque Sanssouci.
La Nauener Tor, que es de estilo neogótico y perfectamente visible cuando se visita el Barrio Holandés, es otra de las puertas que se conservan en la ciudad.
Los palacios de Sanssouci
Una vez dentro del Parque Sanssouci, lo primero que uno percibe es el tamaño gigantesco del recinto. Lleno de palacios, palacetes y otros edificios singulares, sus jardines son una auténtica maravilla. Lo ideal es pasear sin prisas y pararse a descansar en cualquiera de sus rincones, porque la caminata es larga.
De todos los palacios que se pueden visitar, los mejores son el palacio Sanssouci y el Neues Palais. Obviamente hay que pagar entrada para visitarlos. Se puede elegir un pase combinado para poder entrar en todos los edificios del parque abiertos al público, o se puede pagar una entrada individual si solo se pretende visitar uno. La verdad es que por la diferencia de precio, sale más a cuenta escoger la entrada combinada, pero eso ya depende de las ganas de cada cual.
Tenemos que reconocer que nosotros no entramos a ver ninguno de los palacios. Por fuera son espectaculares, y seguro que por dentro también merecen mucho la pena. Pero ya hemos visitado con anterioridad palacios de estilo «versallesco» y lamentamos decir que son todos tan parecidos que muchas veces hemos salido ligeramente decepcionados porque no nos han aportado nada nuevo. Así que en esta ocasión decidimos ahorrarnos el dinero y disfrutar solamente de los magníficos exteriores.
Otros edificios singulares del Parque Sanssouci
Junto al Schloss Sanssouci destaca el Historische Mühle, un molino de viento de madera de estilo holandés. El molino original, que databa de 1738, fue sustituido por este de estilo holandés siguiendo las órdenes de Federico Guillermo II. Durante la Segunda Guerra Mundial se quemó completamente. Años después se reconstruyó fielmente y todavía funciona.
Tras comprobar que el Orangerieschloss está en restauración y cubierto por andamios, seguimos paseando hasta llegar al impresionante Neues Palais, no sin antes hacer una breve pausa para disfrutar de un picnic en un rincón tranquilo de los jardines y comernos nuestros bocadillos.
El inmenso tamaño del palacio y de los edificios aledaños desde luego impresiona bastante. Terminado de construir en 1769 en estilo barroco, los pabellones traseros albergan la Universidad de Potsdam.
Tras usar los baños públicos, por los que nos cobran 0,70€ por persona, emprendemos el camino de vuelta hacia la salida del parque. Nosotros optamos por volver caminando, pero hay un servicio gratuito (aunque aceptan donaciones) de transporte en un carrito de golf eléctrico para los que ya se han cansado de tanto andar.
En nuestro recorrido hacia la salida pasamos junto al curioso Chinesisches Haus. El Pabellón Chino, que mezcla el estilo rococó con el oriental, data del siglo XVIII.
Otros rincones de Potsdam
Todavía quedan muchos más rincones por descubrir en Potsdam, como el palacio Cecilienhof o el puente Glienicker (el famoso Puente de los Espías). Pero nosotros estamos tan cansados después de tanto andar que decidimos volver a la estación para coger el tren de vuelta a Berlín.
De camino hacia allí paramos en la plaza de Alter Markt. Allí contemplamos la iglesia de San Nicolás, el Altes Rathaus (el Ayuntamiento Viejo) y el bonito palacio que sirve de sede del Parlamento de Brandemburgo.
Berlín de noche
Tras volver al hotel, salimos cuando ya ha anochecido para disfrutar de las vistas nocturnas de la ciudad. Vamos a la Puerta de Brandemburgo, a Potsdamerplatz y a Alexanderplatz para verlas iluminadas. El ambiente es bastante animado, especialmente en Alexanderplatz. Sin embargo, Potsdamerplatz nos parece un tanto sosa, y seguimos sin encontrar nada destacable en ella.
Volvemos pronto al hotel y no tardamos demasiado en quedarnos dormidos. Hoy ha sido un día largo y agotador, pero ha merecido la pena.