A tan solo una hora y media de Lisboa se encuentra Évora, una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad en pleno corazón del Alentejo portugués. En su casco histórico alberga un templo romano, una impresionante catedral e incluso una capilla decorada con huesos humanos. Si a eso le añadimos sus bonitas callejuelas adoquinadas y sus encantadoras plazas, no es de extrañar que Évora sea considerada una de las ciudades más bonitas de Portugal.
Convenientemente situada junto a la A-6, a Évora es muy sencillo llegar en coche si se viaja desde España a Lisboa. Cuenta con amplias zonas de aparcamiento junto a los principales accesos al casco histórico y al lado del acueducto romano, así que no tendréis ningún problema para dejar vuestro vehículo.
Plaza del Giraldo: el centro neurálgico de Évora
Sea cual sea el punto de la ciudad por el que empecéis a pasear, lo más probable es que vuestros pasos os acaben conduciendo hasta la Plaza del Giraldo. Esta plaza constituye el corazón de Évora y suele estar muy animada durante todo el día.
De forma rectangular y alargada, uno de los lados de la plaza lo forman una serie de pórticos bajo los que resguardarse del calor o la lluvia, según con lo que os encontréis en el momento de vuestra visita. En uno de los extremos de la plaza se encuentra la iglesia de San Antonio y, frente a ella, una refrescante fuente de mármol.
A poca distancia se encuentra la más tranquila plaza del Ayuntamiento. Si llegáis hasta ella dando una vuelta por las estrechas calles de los alrededores, mucho mejor. Así disfrutaréis de la preciosa arquitectura tradicional que tanto recuerda a la de los pueblos de la vecina Extremadura. Incluso os toparéis con los restos del antiguo acueducto bajo cuyos arcos se aprovechó para construir diminutas casas o pequeños comercios.
Templo de Diana: descubriendo el pasado romano de la ciudad
Dos de los monumentos más importantes de Évora se encuentran en la parte más alta de la ciudad. Uno de ellos es el Templo de Diana. Se trata de un templo romano del siglo I que ha llegado hasta nuestros días en un estado de conservación sorprendentemente bueno. Las columnas y los capiteles corintios se recortan contra el cielo recordándonos el pasado romano de la Península Ibérica.
El segundo de los monumentos que constituyen una visita imprescindible para todo aquel que hace una parada en Évora es la magnífica catedral. No está muy lejos del Templo de Diana, junto al Museo de Évora.
Una visita imprescindible: la Catedral de Évora
La Catedral de Évora está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción y su construcción empezó en el siglo XIII, aunque el claustro no se añadió hasta el siglo XIV. También son posteriores otros elementos, aunque en esencia la catedral mantiene su estilo románico y gótico.
La visita a la catedral, el claustro y la torre cuesta tan solo 3,50€ por persona y merece totalmente la pena. También podéis añadir la visita al museo o eliminar lo que no queráis ver, de modo que el precio puede variar ligeramente según vuestra elección personal. Para que os hagáis una idea: visitar solo la catedral cuesta 2,00€; la catedral y el claustro cuestan 2,50€; la catedral y el museo cuestan 4,00€; y la opción más cara (incluye catedral, claustro, torre y museo) cuesta 4,50€. Como nosotros no quisimos visitar el museo, optamos por pagar los 3,50€ que os hemos mencionado antes.
Antes de entrar merece la pena fijarse bien en su fachada principal, que tiene la peculiaridad de no ser totalmente simétrica sino que incluye elementos distintos en las dos torres.
Unas vistas panorámicas insuperables
La subida a la torre permite acceder al tejado de la catedral y disfrutar de las vistas panorámicas. También podréis admirar de cerca el impresionante cimborrio que se alza con aspecto de torreón en el crucero de la catedral. La escalera de caracol que lleva hasta allí arriba no exige un esfuerzo físico demasiado grande, así que os recomendamos que subáis siempre que os sea posible. ¡La experiencia merece totalmente la pena!
Tras bajar de la torre se accede al claustro gótico, que es tranquilo y muy bonito. Es posible acceder al piso superior del claustro a través de una estrecha escalera, algo más claustrofóbica y empinada que la que lleva al tejado. Si no os atrevéis con ella, no pasa nada. Las vistas desde el segundo piso tampoco difieren tanto de las que hay desde abajo.
Una vez hayáis terminado de admirar el bello claustro, ya podéis acceder al interior de la catedral. La capilla mayor llama enseguida la atención por su decoración barroca a base de mármol, desentonando bastante con el estilo más sencillo del resto de la construcción.
La Capilla de los Huesos: el lugar más macabro de Évora
Una vez finalizada la visita a la catedral y tras pasear un poco más por las tranquilas calles de Évora, no hay que marcharse sin acercarse hasta la que sin duda es la atracción más macabra de la ciudad. En la iglesia de San Francisco se encuentra la Capilla de los Huesos. Por si su nombre no diera suficientes pistas, os diremos que lo que hace que esta pequeña capilla sea tan conocida es el hecho de estar enteramente decorada con huesos humanos.
Tras pagar 4,00€ por persona podréis acceder a este peculiar y siniestro lugar. Miles de huesos y calaveras procedentes de cadáveres exhumados sirven de elemento decorativo.
Tampoco falta un cadáver medio momificado expuesto en una vitrina. Vaya por delante que a nosotros no nos impactó demasiado la visita, pero si sois fácilmente impresionables puede que os de un poco de repelús el hecho de contemplar los restos mortales de los aproximadamente 5.000 cuerpos empleados para recubrir las paredes y las columnas de la capilla.
Lo mejor de la gastronomía alentejana
Una vez finalizadas las visitas de rigor seguro que ya se os habrá hecho la hora de comer. Lo mejor es descubrir nuevos platos de la excelente gastronomía portuguesa. Por eso, estando en esta región, no quisimos dejar pasar la ocasión de probar las deliciosas migas a la alentejana. Son parecidas a las migas extremeñas, aunque con una textura distinta más parecida a la de unas gachas. El restaurante que elegimos para comer (Restaurante Martinho, Rua José Elias Garcia 10) no nos convenció demasiado. La carne estaba seca y dura, pero al menos las migas no nos defraudaron.
Aunque Évora ofrece mucho más, creemos que a grandes rasgos estos son sus principales atractivos. Sin duda es una ciudad de lo más monumental, que merece una parada si os pilla de paso. No dejéis pasar la oportunidad de conocerla si tenéis ocasión: os encantará.