Una de las mejores cosas de viajar es descubrir la gastronomía local de los lugares que visitamos. En nuestra escapada a Dublín no quisimos desaprovechar la ocasión de disfrutar de algunos de los platos más típicos de la gastronomía irlandesa. Es cierto que no figura entre las mejores del mundo, pero ofrece opciones muy sabrosas que merece la pena probar. Os contamos más a continuación.
Col y patata: los principales ingredientes de la gastronomía irlandesa
De la gastronomía irlandesa se pueden decir muchas cosas, pero ciertamente no se puede afirmar que sea una comida ligera. La mayoría de platos son realmente contundentes, con la patata, la col y la carne como ingredientes estrella. El pescado también es muy habitual, y los guisos, estofados y sopas os calentarán si hace frío. Os aseguramos que no os quedaréis con hambre.
Pubs irlandeses: un buen sitio para probar la gastronomía local
Aunque en Dublín encontraréis multitud de restaurantes en los que probar los platos más típicos de la gastronomía irlandesa, la experiencia de hacerlo en un pub tradicional merece mucho la pena. La zona de Temple Bar concentra un buen número de ellos, siendo una de las zonas con más ambiente nocturno de la ciudad. Muchos ofrecen también música en directo, lo que hace que esta opción sea aún más interesante.
¿Es caro comer en Dublín?
A nosotros no nos lo pareció. De hecho, vimos precios muy similares a los que encontramos en cualquier restaurante en España. El gasto por persona suele oscilar entre los 10 y los 20 euros, aunque si vais a un restaurante un poco elegante el precio puede subir bastante. En nuestro caso concreto, el gasto medio por persona fue de 14,93€ en cada comida. Hubo algún restaurante en el que pagamos un poco más, pero lo compensamos con otros más económicos. Tened en cuenta que nosotros no bebemos alcohol, lo que abarata mucho la cosa. Solo una noche uno de nosotros tomó una sidra, pero el resto del tiempo solo tomamos agua o refrescos. Si os gusta la cerveza, el gasto se puede disparar bastante.
Muchos restaurantes y pubs ofrecen menú al mediodía, lo que siempre es una buena opción. Además, muchos disponen también de un menú especial para «early birds». Se sirve más temprano de lo habitual y es más barato, así que puede ser una buena forma de ahorrar si no os importa cenar a las 5 o las 6 de la tarde.
Como en el resto de Europa, en Irlanda se come y se cena mucho más temprano que en España. Tenedlo en cuenta para no encontraros con sorpresas y tener que recurrir a un McDonald’s porque los restaurantes «de verdad» ya han cerrado.
Dónde probar la gastronomía irlandesa en Dublín
A continuación vamos a enumerar todos los pubs y restaurantes en los que comimos durante nuestra escapada a Dublín y los platos de comida típica que probamos en cada uno de ellos.
Beshoff
Este restaurante de fish and chips cuenta con una ubicación excelente: lo encontraréis en 6 Upper O’Connell Street. El fish and chips es uno de los platos más típicos de la gastronomía irlandesa, así como de cualquier otro rincón de las islas británicas. Las raciones son muy generosas, no pudimos terminar con ellas. Pedimos una de bacalao (11,95€) y otra de eglefino (11,50€). Ambas estaban buenas, aunque el rebozado quizá era demasiado grueso. En total pagamos 23,45€ (no pedimos bebida).
O’Neill’s
Este pub con más de 300 años de historia (su origen se remonta a 1713) se encuentra en 2 Suffolk Street, muy cerca de Temple Bar. Seguro que en algún momento pasáis por delante, ya que la famosa estatua de Molly Malone está justo enfrente. El local es precioso, tanto por dentro como por fuera. El interior es todo lo que cabría esperar de un pub antiguo: madera oscura, asientos de piel y ese ambiente clásico tan típico.
En cuanto a la comida, en este caso nos decantamos por un par de sandwiches antes que por un par de platos más contundentes de la amplia oferta de la que disponen. Uno de los sandwiches, de bacon y queso brie, estaba delicioso. El otro plato que pedimos, unas rebanadas de pan de soda con queso cremoso y salmón ahumado, no nos convenció. La textura del pan era demasiado seca, la verdad es que no nos gustó nada. El total (los dos sandwiches y un refresco) fue de 23,25€.
Brannigan’s
Este pub, ubicado en un edificio que data de 1854, lo elegimos para cenar por su proximidad al hotel donde nos alojamos. Se encuentra en 9 Cathedral Street, junto a O’Connell Street. Lo frecuenta gente local, no es un pub turístico. La decoración y el ambiente son muy auténticos y el trato fue muy correcto. En total pagamos 35,90€, siendo el precio medio de los platos principales de unos 15€.
Pedimos dos de los platos más típicos de la gastronomía irlandesa y ambos estaban deliciosos. Uno de ellos es el irish stew. Este estofado de cordero lleva patata, zanahoria, puerro y cebolla y en Brannigan’s lo sirven acompañado de puré de patatas.
El otro plato que pedimos es el beef and guinness stew. Se trata de otro estofado, en este caso de ternera guisada con cerveza Guinness, que le da un color oscuro y un sabor muy especial. Tampoco falta el acompañamiento de puré de patatas. Ya que no probamos la cerveza Guinness porque no nos gusta la cerveza, al menos pudimos degustarla indirectamente a través de este delicioso estofado.
Joy of Chá
Nada mejor que comenzar el día con el tradicional desayuno irlandés. Si queréis probar uno de los platos más representativos de la gastronomía irlandesa podéis hacerlo en este pequeño local. Lo encontraréis en 10 Essex Street, en Temple Bar. La decoración interior es muy mona, aunque no hay mucho espacio y las mesas están muy apretujadas. La comida está muy buena y la verdad es que desayunamos muy a gusto. En total pagamos 16,90€.
Tomamos un delicioso scone con arándanos acompañado de un café con leche y el clásico irish breakfast. Este contundente desayuno se compone de huevos fritos, bacon, salchicha, black pudding (similar a la morcilla), white pudding (como el black pudding pero sin sangre), tomate asado, patatas y una tostada. El más completo incluye también alubias, pero este no las llevaba. Después de semejante banquete no os vais a quedar con hambre, os lo aseguramos.
The Hairy Lemon
Este pub, fácilmente identificable por el alegre color amarillo de su fachada, está en 41-42 Stephen Street. Se come muy bien y el trato es bueno. El local es amplio y la decoración es auténtica. Fue todo un acierto comer aquí.
Pedimos la sopa del día, que estaba deliciosa, y nos la sirvieron acompañada de pan de soda y mantequilla. También pedimos un plato de fish and chips que estaba riquísimo (mucho mejor que el de Beshoff, sin duda). La salsa tártara era muy sabrosa y los mushy peas (un puré de guisantes) que venían de acompañamiento estaban para chuparse los dedos. Todo esto más dos refrescos nos costó 30,58€.
Flanagan’s
La última cena que disfrutamos en Dublín fue en este restaurante, situado en 61 O’Connell Street. Lo elegimos tanto por su proximidad a nuestro hotel como por estar prácticamente al lado de la parada del autobús que lleva al aeropuerto, a donde nos fuimos justo después de cenar. Aunque el local es bastante anodino, la comida resultó estar muy buena. Es el restaurante más caro de todos en los que estuvimos: el total subió a 49,10€.
A pesar de que normalmente no tomamos alcohol, decidimos que un día es un día y pedimos una sidra de manzana de la marca Bulmers. Para comer nos decantamos por dos platos típicos de la gastronomía irlandesa. Uno de ellos, llamado Bacon and Cabbage, contiene los ingredientes más representativos de la cocina local: patata, col y bacon. Se acompaña de una salsa deliciosa, llamada parsley sauce. También probamos otro plato de peculiar nombre: Bangers and Mash. Son unas salchichas servidas con puré de patatas y una salsa de cebolla muy sabrosa.
Como nuestra escapada a Dublín fue breve, no tuvimos ocasión de probar más platos de la gastronomía tradicional irlandesa. Nos hubiera gustado poder degustar otras delicias locales como el boxty (tortitas de patata), el colcannon (puré de patatas con col), el cottage pie (pastel de carne con puré de patatas) o tomar un irish coffee (café con whisky irlandés y nata). Pero tendrá que ser en algún otro viaje que hagamos en el futuro. Lo que sí podemos afirmar es que, a pesar de su aparente simplicidad, la gastronomía irlandesa está deliciosa y merece la pena lanzarse a una degustación en toda regla si tenéis la oportunidad de visitar este hermoso país.