Con la visita a Murano y Burano ponemos fin a la serie de posts dedicados a Venecia. Estas dos islas (y alguna otra cercana que también os puede interesar) no suelen faltar en ningún viaje a Venecia. Es fácil entender por qué y os recomendamos que no dejéis pasar la ocasión de acercaros a verlas. No están muy lejos y se llega hasta ellas muy fácilmente en vaporetto. Si vais algo apurados de tiempo les podéis dedicar tan solo una mañana o una tarde, pero si contáis con el tiempo suficiente no está de más alargar un poco la visita y ampliarla a otras islas.
Cogiendo el vaporetto en Fondamente Nove
Dando un paseo nos acercamos hasta Fondamente Nove. Desde este punto de Venecia parten multitud de líneas de vaporetto que unen la ciudad con distintas islas de la parte norte de la laguna. Nos dirigimos a la terminal A, donde se coge el vaporetto de la línea 12. Con él llegaremos hasta Murano en pocos minutos ya que se encuentra a un kilómetro escaso de Venecia.
Aunque también se pueden usar las líneas 4.1 y 4.2 para llegar a Murano, desde allí hasta Burano es necesario usar el vaporetto nº12. Estas dos líneas pueden ser más cómodas para aquellos que se encuentren en las inmediaciones de San Marcos o de Piazzale Roma, ya que tienen parada allí.
Murano: la isla del cristal
El vaporetto nº12 nos deja en la parada de Murano Faro, junto a un bonito faro de piedra blanca que data de los años treinta. A partir de este momento nos dedicamos a callejear sin un rumbo predeterminado. Empezamos nuestro paseo por la Calle Bressagio. Aquí encontramos los primeros talleres en los que se trabaja el famoso cristal de Murano.
La historia de esta pequeña isla está intrínsecamente ligada al cristal. Ya en el siglo XIII todos los cristaleros de Venecia fueron obligados a instalarse en Murano para evitar el peligro de incendio de este tipo de industrias. Desde entonces el negocio floreció y el cristal de Murano adquirió fama mundial debido a su gran calidad.
Hoy en día Murano sigue dedicándose al cristal. Encontraréis infinidad de tiendas donde comprar todo tipo de piezas: pequeñas figuritas, jarrones, copas, lámparas de araña… Los precios van desde unos pocos euros hasta los varios miles que cuestan algunas de las mejores creaciones. También hay talleres que hacen demostraciones en directo y en los cuales se muestra el delicado proceso de elaboración.
Un paseo por las calles de Murano
Como no disponemos de un tiempo ilimitado para visitar Murano, lo que hacemos en centrarnos en esta zona. De las 7 islas que la componen nos centraremos principalmente en la que nos encontramos ahora. Vamos caminando junto a su principal canal hasta que llegamos al Campo Santo Stefano. Allí se encuentra una llamativa escultura de cristal llamada Cometa di Vetro, junto a la Torre dell’Orologio.
Un puente de piedra nos permite cruzar el pequeño canal junto al que se alinean una tienda tras otra. Al inicio del canal se encuentra la iglesia de San Pedro Mártir. No es posible visitarla ya que en estos momentos se está celebrando un funeral y no seremos nosotros los que importunemos a nadie en un momento tan triste.
Un canal muy animado junto al que pasear
Nos dedicamos a mirar escaparates y a pasear a lo largo del animado canal. Murano nos parece un lugar muy agradable y auténtico, donde a pesar del turismo se nota que los vecinos aún hacen vida normal en la isla.
Tras llegar al final del canal regresamos por la otra orilla hasta desembocar nuevamente en el canal principal. Por el Ponte Longo cruzamos a la Riva Longa y compramos algo de fruta en un supermercado cercano.
Comprobamos el reloj y vemos que falta poco para que pase el siguiente vaporetto en dirección a Burano. Decidimos dar por finalizada nuestra visita a Murano no sin cierto pesar, ya que apenas hemos visto una pequeña parte de ella. Nos hacemos la firme promesa de regresar con más tiempo si alguna vez volvemos a Venecia, igual que nos lo prometimos al visitar los barrios de Cannaregio y Castello.
De camino a Burano
Desandamos nuestros pasos hasta la parada del vaporetto y nos subimos al nº12. El trayecto de Murano a Burano es algo más largo y, por desgracia, tenemos que ir de pie y apretujados todo el camino porque el vaporetto va hasta los topes de gente. Este detalle no presagia nada bueno, ya que es obvio que todos vamos al mismo lugar. Burano es una islita muy pequeña y no tardaremos en comprobar lo concurrida que puede llegar a estar. ¡Y eso que estamos en temporada «baja»!
Por cierto, aquí queremos hacer un inciso para aportar un consejo de nuestra propia cosecha. Aprovechad los trayectos en vaporetto para ir gratis al baño. Estos barcos son mucho más grandes que los que recorren Venecia y tienen baño. En vista de que los baños públicos escasean (y son carísimos), si no queréis tener que hacer una consumición en un bar para ir al lavabo, siempre podéis usar los del vaporetto. No es que sean una maravilla precisamente, pero al menos no tendréis que pagar nada.
La pequeña isla de Mazzorbo
Volviendo al tema que nos ocupa, el vaporetto empieza a aproximarse a una bonita isla. No se trata de Burano, sino de su vecina Mazzorbo. Sus vistosas casas son tan solo un aperitivo de lo que nos espera en Burano. En caso de disponer del tiempo suficiente para ello, puede ser una buena opción apearse del vaporetto en Mazzorbo, visitarla, y después cruzar a pie el puente que la separa de Burano. Desde luego parece un lugar tranquilo y apacible en el que disfrutar de un breve descanso antes de enfrentarse con la marabunta que atesta las calles de Burano.
Burano: la isla de las casas de colores
Nosotros vamos directamente a Burano. Nada más bajarnos del vaporetto comprendemos por qué esta diminuta isla atrae a tantísima gente. Es una auténtica preciosidad toda ella. No hay ningún edificio que desentone ni ningún rincón que no esté bien cuidado.
Dado su pequeño tamaño, Burano es perfecta para caminar sin rumbo admirando sus casitas de colores. Las hay de todos los colores imaginables, cada cual más alegre y llamativa que la anterior. Pequeños puentes atraviesan sus estrechos canales y nos dedicamos a pasear sin prisas.
Se dice que el motivo por el cual las casas de Burano lucen estos vistosos colores se debe a la espesa niebla que muchas mañanas se cierne sobre la laguna veneciana. A los pescadores de la isla les resultaba muy fácil identificar sus casas a través de la neblina, ya que cada cual era de un color distinto.
Si bien sus casas de colores son las que han hecho de Burano un lugar mundialmente famoso y una de las principales atracciones turísticas de Venecia, la ciudad es muy conocida también por su encaje de hilo. Encontraréis multitud de tiendas de recuerdos donde venden todo tipo de encajes. Incluso hay un museo dedicado a este arte, el Museo del Merletto. Si estáis interesados en visitarlo (nosotros no lo hicimos y no os podemos decir si merece la pena o no) tenéis toda la información en esta página web.
Un paseo por las alegres calles de Burano
Pasear por Burano es un auténtico placer. Incluso es posible encontrar rincones en los que disfrutar de cierta soledad. Si se os hace la hora de comer podéis elegir entre los muchos restaurantes que os encontraréis. Los precios son bastante razonables dada la cantidad de turistas que llegan cada día. Otra cosa es la relación calidad-precio, que puede dejar un poco que desear.
Nosotros nos gastamos 9€ en un rotolo, una croqueta y un arancini en una tienda de comida para llevar. Todo bastante regular en cuanto a su sabor, pero peores cosas hemos comido en nuestros viajes. Lo mejor de todo es improvisar un picnic en algún rincón bonito de la isla. Todo sabe mejor cuando se disfruta de unas buenas vistas, ¿no os parece?
Una excursión opcional: la isla de Torcello
Después de comer aún pasamos un rato más en Burano, hasta que decidimos que ya es hora de regresar a Venecia. Si se cuenta con más tiempo, es una buena opción acercarse hasta la cercana isla de Torcello. Se tiene que coger el vaporetto de la línea 9, aunque también hay algunos de la línea 12 que llegan hasta allí. No os preocupéis, mientras esperéis en la parada del vaporetto oiréis a los empleados dar voces llamando a todos los que quieran ir a Torcello cada vez que vaya a salir un vaporetto en esa dirección.
Torcello es una isla apenas habitada. Tan solo cuenta con unas pocas casas y una iglesia. Se trata de la Basílica de Santa Maria Assunta, conocida por sus mosaicos bizantinos. Por si este no fuera aliciente suficiente para una visita, siempre está el hecho de poder dar un paseo por sus verdes campos. La gente que visita Torcello suele regresar encantada, así que nos la dejamos pendiente para el siguiente viaje a Venecia, igual que hemos hecho con Mazzorbo.
Un recorrido por la Laguna de Venecia en el vaporetto nº14
Para volver a Venecia tomamos el vaporetto de la línea 14. Es un vaporetto que no pasa siempre, así que según la época del año no queda más remedio que regresar por donde se ha venido. Pero no desaprovechamos la ocasión y disfrutamos del largo trayecto del vaporetto nº14. Durante casi una hora nos permite disfrutar de unas vistas maravillosas a la Laguna de Venecia.
Su recorrido pasa por Punta Sabbioni y el Lido. Quizá por tratarse de zonas bastante pobladas el vaporetto es mucho más grande que el resto. Tiene dos pisos y no dudamos en sentarnos en la planta superior. Aunque hace sol el aire es bastante frío y al final terminamos poniéndonos a cubierto en la zona de asientos interior.
Por cierto, cuando el vaporetto abandona el muelle de Burano no os perdáis el espectáculo de pasar casi rozando sus casas de colores. Las vistas son impresionantes, aunque para cuando salimos de nuestro asombro y cogemos la cámara de fotos ya nos hemos alejado demasiado y no podemos inmortalizarlas como nos hubiera gustado.
Las mejores vistas para despedirnos de Venecia
Para cuando nos aproximamos a Venecia desde el Lido tenemos unas vistas estupendas de la ciudad. Solo por estas vistas vale la pena la eternidad que hemos tardado en hacer el recorrido. Sin duda Murano y Burano merecen una visita. Casi nos atreveríamos a decir que son imprescindibles. A pesar de la saturación que sufren hoy en día (especialmente Burano), son una auténtica joya.
Con este post ponemos punto final a nuestro viaje a Venecia, a la que esperamos poder regresar alguna otra vez en la vida si no ha muerto de éxito o no ha sido engullida por el mar. Sería una verdadera lástima, ya que es un lugar tan excepcional que cualquier esfuerzo por preservarla es poco. Nos ha robado el corazón por completo y se ha convertido en uno de esos lugares especiales que todo el mundo tiene.