A las afueras de la preciosa población cántabra de Santillana del Mar, sobre la que tenéis más información es este otro post, se encuentra una de las grandes joyas del arte rupestre paleolítico mundial: la cueva de Altamira. Su reconocimiento internacional se debe a la perseverancia de Marcelino Sanz de Sautuola, que desde un primer momento supo que se encontraba ante un hallazgo excepcional. Aunque los científicos de la época pusieron en entredicho su descubrimiento, finalmente fue reconocida a nivel mundial como la verdadera maravilla que es.
Aunque la cueva original no se puede visitar debido a la necesidad de preservarla (salvo contadas excepciones de las que os hablaremos más abajo), en el interesante museo habilitado junto a la ella se puede admirar una recreación de la misma. A nuestro parecer, se trata de una visita muy recomendable, que gustará tanto a niños como a mayores. Os contamos más a continuación.
Una cueva de valor excepcional
La cueva de Altamira fue declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1985 debido a su valor excepcional. No es la única cueva española incluida en la lista, ya que más de 20 años después se añadieron un total de 17 cuevas más repartidas por Asturias, Cantabria y País Vasco. Todas ellas tienen en común la especial importancia de su arte rupestre y es normal referirse a él en su conjunto como el arte rupestre paleolítico del norte de España. Un buen ejemplo es la cueva de Tito Bustillo, situada en la localidad asturiana de Ribadesella. No llegamos a visitarla, a pesar de que esta población forma parte del itinerario de este viaje, pero estamos seguros de que merece totalmente la pena.
El descubrimiento de la cueva de Altamira en 1868 se podría calificar de accidental. Fue Modesto Cubillas quien, gracias a su perro, se dio cuenta de la existencia de la cueva. El animal se coló en su interior mientras iban de caza, y Cubillas informó del hallazgo a Marcelino Sanz de Sautuola. En 1875 Sautuola, que era un gran aficionado a las ciencias naturales y la arqueología, exploró la cueva por primera vez. No obstante, fue su hija María la que tuvo el enorme privilegio de contemplar las famosas pinturas rupestres por primera vez en 1879. La niña, que en aquel momento tenía 9 años, consiguió acceder a la actualmente conocida como Sala de Polícromos gracias a su pequeña estatura, ya que el techo estaba muy bajo.
Un hallazgo polémico
En Altamira fue donde se identificó por primera vez el arte rupestre paleolítico. No obstante, el descubrimiento de Sautuola no fue visto con buenos ojos por parte del resto de expertos europeos. Llegaron incluso a acusarle de falsificar las pinturas. Por lo visto no les parecía posible que una gente tan primitiva hubiera sido capaz de crear un arte tan bello. No fue hasta años más tarde, cuando se descubrieron otras pinturas rupestres en varias cuevas de Francia, cuando los expertos aceptaron su error y le dieron a Sautuola y a la cueva de Altamira el reconocimiento que merecían.
El hecho de que las pinturas de la cueva de Altamira se encuentren en un excelente estado de conservación se debe principalmente a un desprendimiento de tierra ocurrido hace unos 13.000 años, que sepultó casi por completo la entrada a la cueva. Había estado habitada durante los periodos Solutrense y Magdaleniense. Pero, durante milenios, la cueva se mantuvo intacta a causa de ese desprendimiento. Gracias a que el interior de la cavidad no fue perturbado por nadie y a que se mantuvo en unas condiciones ambientales completamente estables, las pinturas no se habían deteriorado nada.
El arte rupestre en peligro
El auge turístico que experimentó la región debido a la fama internacional de Altamira puso en peligro este patrimonio de valor incalculable. Los miles de visitantes que accedían a la cueva contribuyeron a alterar los niveles de humedad y temperatura del interior, poniendo en peligro la conservación de las pinturas. En 1977 se tomó la drástica decisión de cerrar la cueva al público. Cinco años después se reabrió, pero con un aforo bastante más reducido, restringiendo el acceso a tan solo 8.500 personas al año. En 2002 volvió a cerrarse de nuevo, y desde 2015 solo se permite la entrada de 5 personas a la semana, o lo que es lo mismo, un total de 260 afortunados cada año. Para ello hay que inscribirse en una lista de espera y esperar a ser convocados.
Museo de Altamira y Neocueva
El edificio principal del complejo de la Cueva de Altamira es el del museo. En su interior se localiza también la Neocueva, una réplica exacta de la cueva original. Aunque se trate de una reproducción, está tan bien conseguida que no cuesta nada imaginarse que uno se encuentra en el interior de la verdadera. Aún sabiendo con antelación lo que vamos a contemplar, puesto que no hay imágenes del arte rupestre paleolítico más famosas en todo el mundo que las de la Sala de Polícromos, nos quedamos boquiabiertos.
Es fácil comprender por qué esta sala de la cueva de Altamira ha sido apodada como “la Capilla Sixtina del arte rupestre”. Bisontes, caballos, ciervos y otras figuras animales decoran el techo de la cueva. Nos tomamos nuestro tiempo admirando detenidamente cada detalle y, una vez satisfechos, pasamos a la zona del museo propiamente dicha.
En el museo, una interesante exposición nos permite aprender más sobre las distintas técnicas y los materiales empleados por los artistas del paleolítico. Se analizan también las distintas figuras representadas y el significado de otros símbolos. Se hace especial hincapié en el arte paleolítico encontrado en Altamira y en todo el norte de España, aunque sin olvidar también el de otras regiones del mundo. Otra sección del museo nos muestra cómo era la vida cotidiana durante el paleolítico. En general es una visita muy educativa, perfecta para niños y mayores.
Al salir del museo y la Neocueva podéis dar un paseo por los jardines y visitar el resto de instalaciones. Una de ellas es la Casa 1924. Se construyó alrededor de ese año y servía de lugar de exposición de los objetos que iban apareciendo en las excavaciones de la cueva de Altamira. Actualmente no se puede acceder al interior. También es interesante echar un vistazo al Espacio 1973, donde se llevan a cabo exposiciones temporales.
Por último, podréis ver la puerta de acceso a la auténtica cueva de Altamira, aunque no os podréis acercar. Hay otra cueva, llamada Cueva de las Estalactitas, que no fue descubierta hasta el año 1928. Tampoco se puede visitar y en su interior vive una colonia de murciélagos. Para que puedan entrar y salir a su antojo, se ha dejado abierta una rendija en la puerta que protege el acceso.
Esperamos que con este post os animéis a visitar la cueva de Altamira. Es interesante para todo el mundo, pero especialmente indicada para niños en edad escolar, ya que podrán ver de primera mano lo que estudian en sus libros de historia.
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