Chicago: bienvenidos a la Ciudad del Viento

Chicago

Tras 20 días de viaje recorriendo el norte de Estados Unidos, finalmente hemos llegado a Chicago. La capital del estado de Illinois es el punto final de nuestra aventura americana. Tan solo podremos dedicar dos días a conocer esta interesante ciudad. Es demasiado poco como para poder profundizar en ella, pero nos va a dar tiempo a conocer algunos de sus rincones más emblemáticos.

Salimos del motel de Brodhead donde hemos estado alojados los dos días que hemos pasado en Wisconsin y nos encaminamos hacia Chicago. Nos separan del centro de la ciudad algo menos de 200 km. Aunque en poco más de dos horas deberíamos haber llegado, finalmente tardamos casi cuatro. Intentamos evitar cualquier peaje y el gps nos hace dar una vuelta considerable, además de que nos topamos con algún tramo de carretera en obras y algún que otro atasco.

Os dejamos un mapa con todas las visitas que realizamos este primer día. Están en el mismo orden en que las hicimos. Como podéis comprobar, para esta primera toma de contacto con Chicago nos centramos en explorar la zona conocida como North Side, situada justo al norte del Chicago River. A continuación os lo explicamos todo sobre cada uno de los lugares que visitamos en esta ciudad apodada «Windy City«.

1. Nuestro alojamiento en Chicago

Lo primero que hacemos al llegar es ir directos al motel en el que nos vamos a alojar. Se trata del Ohio House Motel, en el número 600 de North LaSalle Street. Varios motivos nos hicieron elegir este motel de entre la amplísima oferta de alojamiento de Chicago. El primero fue el hecho de que dispone de parking gratuito, como cualquier motel. Y eso era algo básico para nosotros, que no pensábamos tocar el coche para nada durante estos dos días en la ciudad. Esto está relacionado con el siguiente motivo por el que elegimos este motel: su inmejorable localización. Está literalmente en el centro de la ciudad, a cuatro pasos de algunas de las principales atracciones turísticas de la ciudad.

Por último, también influyó en nuestra elección el aspecto económico. Chicago es una ciudad cara a la hora de buscar alojamiento y el Ohio House Motel, aún sin ser para nada barato, estaba dentro de un rango de precios razonable de entre toda la oferta que había disponible. Nos cobraron casi 175 dólares por noche, que no es poco (y menos aún tratándose de un motel). Por lo menos la habitación tenía un buen tamaño y estaba impecable.

2. Probando la famosa pizza al estilo Chicago

Tras instalarnos, salimos enseguida a la calle armados con un mapa de la ciudad y nuestra cámara de fotos. Nuestro primer objetivo es ir a comer. Y nada mejor para meternos de lleno en la gastronomía de Chicago que probar su archifamosa deep dish pizza. Para ello elegimos una de las pizzerías más famosas de la ciudad: Gino’s East. Tenemos una muy cerca del hotel, en 162 E Superior Street.

Cuando llegamos nos toca hacer un poco de cola, pero avanza muy deprisa y en poco más de diez minutos ya estamos sentados. De todas las pizzas que ofrecen, elegimos una sólo apta para los más carnívoros: la Meaty Legend.

Al tomarnos nota ya nos avisan de que la pizza tardará unos 40 minutos en salir. Todas se hacen al momento y se tarda un rato en prepararlas y cocinarlas al horno. Al fin nos traen la pizza y lo primero que nos llama la atención es lo gruesa que es: recuerda más a una quiche que a una pizza. Al darle el primer bocado entendemos la fama que tienen las pizzas de Gino’s East. ¡Está absolutamente deliciosa!

El local de Gino’s East está «decorado» con todo tipo de pintadas hechas por los propios comensales.

La masa es crujiente por el exterior pero esponjosa por dentro. Y el relleno a base de pepperoni, salchicha, bacon normal y bacon canadiense, todo ello acompañado por una generosa cantidad de tomate frito y un montón de queso, está para chuparse los dedos. Sin duda es una de las mejores pizzas que hemos probado nunca. Y menos mal que hemos pedido la de tamaño pequeño, ¡porque es enorme y llena un montón!

3. La peculiar Water Tower

Al salir del restaurante damos un paseo por Michigan Avenue en dirección norte. Pasamos por delante del curioso edificio de la Water Tower. Es una antigua torre del agua de piedra caliza que parece un castillo en miniatura. La Water Tower es uno de los pocos edificios que sobrevivió al incendio que arrasó la ciudad en 1871.

El gran incendio de Chicago, que se produjo en octubre de 1871, ardió descontroladamente durante 3 días arrasando una buena parte de la ciudad. En aquella época la mayoría de las edificaciones eran de madera, lo que propició el terrible fuego. Murieron 300 personas y otras 100.000 perdieron sus casas. Pero como dicen que no hay mal que por bien no venga, el fuego permitió a los arquitectos y urbanistas desarrollar nuevas ideas y emplear nuevas técnicas constructivas durante las tareas de reconstrucción. Fruto de ello fue la creación de la famosa Escuela de Chicago y se levantaron los primeros rascacielos, que supusieron todo un hito.

4. John Hancock Center: un icono de Chicago

El John Hancock Center se encuentra allí mismo. Esta mole de acero y cristal de color negro se ha convertido en uno de los rascacielos más reconocibles y emblemáticos de la ciudad, con casi 350 metros de altura. En lo alto se encuentra el 360 Chicago Observation Desk, un mirador con vistas panorámicas. El acceso cuesta 20,50 dólares por persona y está abierto a diario de 9 de la mañana a 11 de la noche. En su web tenéis toda la información.

Nosotros tuvimos que elegir entre subir a este observatorio o al de la Willis Tower, y elegimos éste último. Pero seguro que el del John Hancock Center también es impresionante. Además, cuenta con una atracción sólo apta para los más valientes: el TILT. Se trata de unos grandes ventanales que se inclinan lentamente hacia fuera, hasta dejar al visitante colgado en un ángulo de 30 grados sobre el vacío. Si alguna vez volvemos a Chicago no dudaremos en probarlo.

5. Fouth Presbyterian Church: un remanso de paz en la avenida Michigan

Un edificio que resulta un tanto fuera de lugar entre tanto rascacielos es la Fourth Presbyterian Church, de estilo neogótico y con un bonito patio en el que pararse un rato a descansar. Está justo enfrente del John Hancock Center, cruzando de acera. La construcción de la iglesia es muy reciente: data de 1914. A pesar de ello, se trata del segundo edificio más antiguo de toda Michigan Avenue al norte del río, con la excepción de la Water Tower.

El arquitecto que se encargó de su diseño, Ralph Adams Cram, se inspiró en el estilo gótico inglés y francés para su obra. Este arquitecto también fue el encargado de diseñar la hermosa catedral de St. John the Divine, en Nueva York, que pudimos visitar en nuestro viaje a la Gran Manzana en 2010.

6. La playa de Oak Street

Seguimos con nuestro paseo por la avenida Michigan y enseguida llegamos a la playa de Oak Street. Chicago se levanta junto al lago Michigan, y sus habitantes no dudan en disfrutar de todas las ventajas que ello comporta. Por eso es posible encontrar playas repartidas por toda la orilla. Son de arena, con sus duchas y sus socorristas: como las de «verdad».

Un paso subterráneo permite cruzar sin peligro hasta la playa, ya que la carretera Lake Shore Drive supone una barrera para acceder hasta ella. Allí hay unos baños públicos bastante sucios y desagradables, que los bañistas usan a modo de vestidor. Justo a la salida del túnel la pared de hormigón se ha decorado con unos murales espectaculares.

Tras admirar estas bonitas obras de arte urbano, pisamos finalmente la arena. A esta hora de la tarde la playa está prácticamente vacía. No desaprovechamos la ocasión de mojarnos los pies en el lago.

El agua está muy limpia y a una temperatura ideal. Lo que más nos llama la atención es la enormidad del lago Michigan. Nunca habíamos visto un lago tan grande, de esos que parecen un mar porque es imposible divisar la otra orilla. Después de refrescarnos un rato decidimos seguir adelante con nuestro recorrido por Chicago.

7. Tribune Tower: la sede del periódico Chicago Tribune

Volvemos sobre nuestros pasos hacia Michigan Avenue, que ahora recorremos en dirección sur. Durante el paseo nos dedicamos a curiosear en los escaparates de las carísimas tiendas y entendemos mejor de donde le viene el apodo de Magnificent Mile.

Finalmente llegamos a la altura de la Tribune Tower (435 N Michigan Avenue), uno de los edificios más conocidos de Chicago. Este rascacielos de estilo neogótico data de 1925 y fue erigido después de que el Chicago Tribune lanzara una competición que retaba a los arquitectos participantes a diseñar el edificio de oficinas más bonito del mundo. Se presentaron varios proyectos y el ganador resultó éste, obra de los arquitectos John Mead Howells y Raymond Hood.

Una de las principales peculiaridades de la Tribune Tower es que su fachada está decorada con fragmentos de rocas y ladrillos de distintos edificios y lugares famosos de todo el mundo. La lista es interminable: la catedral de Notre Dame, el palacio de Westminster, el Taj Mahal, la Gran Muralla China, el Partenón… Hay incluso un fragmento de roca lunar y un trozo del World Trade Center de Nueva York.

Lo mejor es rodear el edificio sin prisas, fijándose en el origen de cada una de esas piezas. Tampoco hay que olvidarse de mirar hacia arriba. Lo más espectacular de la Tribune Tower se encuentra en su parte superior, con sus 141 metros de altura coronados por unos arbotantes que le dan un cierto aire de catedral.

8. Wrigley Building: un edificio dividido en dos

Frente a la Tribune Tower se levanta el que seguramente es el rascacielos más bonito de la ciudad: el Wrigley Building. El enorme edificio de piedra blanca está formado por dos torres y su construcción empezó en 1920. La torre sur, de 130 metros de altura, se terminó en 1921. En cuanto a la torre norte, un poco más baja, no se terminó hasta 1924. La torre sur está rematada con un reloj y los arquitectos que la diseñaron se inspiraron en la Giralda de Sevilla pero añadiéndole unos toques renacentistas. Las dos torres se comunican entre sí por unas pasarelas, la más alta de las cuales se encuentra en el piso 14 y fue añadida en 1931.

Detrás del edificio Wrigley asoma el perfil de la mucho más alta Trump Tower, que parece de color azul al reflejar el color del cielo en su superficie acristalada. Este moderno rascacielos crea un bonito contraste con el perfil más clásico del Wrigley Building.

9. Un paseo junto al río por el Chicago Riverwalk

Apenas sin darnos cuenta ya hemos llegado al río Chicago. Lo cruzamos por uno de los muchos puentes que lo atraviesan, el DuSable Bridge. Aprovechamos para disfrutar de las magníficas vistas del perfil de la ciudad que se tienen desde aquí.

A la izquierda, el Wrigley Building con su torre del reloj. A la derecha, la Tribune Tower.

La mayoría de los puentes son de acero, con bonitos diseños arquitectónicos. Tenemos la gran suerte de poder ver uno de los puentes levantado. No es que pase ningún barco, sino que están de obras. Tomamos algunas fotos con el puente recortándose contra los rascacielos del fondo.

Tras el puente se levantan las dos torres del complejo de apartamentos llamado Marina City.

Por el río circulan multitud de barcos turísticos con guías que van dando una charla sobre la arquitectura de la ciudad. Aunque parece interesante, nosotros hemos preferido disfrutar de Chicago y sus edificios a  pie y a nuestro propio ritmo.

Después de cruzar el puente entramos en un 7-Eleven y nos compramos un Slurpee de sandía de lo más refrescante. En Chicago hace calor y mucho bochorno, y una bebida fresquita se agradece mucho.

Slurpee en mano, bajamos hasta el Chicago Riverwalk, un paseo junto a la orilla del río que nos permite admirar los puentes desde abajo y tener una perspectiva distinta de la ciudad.

10. Disfrutando de un ambiente más relajado al norte de North Side

Llevamos ya un buen rato andando y se acerca el atardecer. Tenemos planes para disfrutarlo en un lugar con unas vistas privilegiadas, pero antes queremos descansar un poco. Volvemos al motel y hacemos una breve pausa para reponer fuerzas. A continuación salimos de nuevo a la calle, en dirección norte. Nos hubiera gustado explorar el barrio de Chicago llamado Old Town. Su eje principal es la calle Wells, y en esta zona es donde se conservan algunas de las casas más antiguas de la ciudad, de las pocas que sobrevivieron al incendio de 1871. Sin embargo, no llegamos a adentrarnos en Old Town sino que nos quedamos justo en el límite, al norte de North Side.

Uno de nuestros objetivos es hacer algunas compras en la librería Barnes & Noble que hay en 1130 N State Street. No queremos marcharnos sin aprovechar para comprar unos cuantos libros. En nuestros viajes solemos buscar librerías independientes a la hora de hacer nuestras compras, pero para según qué temáticas no hay ninguna mejor que una Barnes & Noble.

Durante nuestro paseo por estas calles se nota un ambiente diferente. Hay bastante gente joven por la calle que sale a cenar y a tomar una copa porque es viernes. Las casas se ven más antiguas, con los típicos edificios de apartamentos de 3 o 4 pisos de altura de ladrillo rojizo. Parece que todo va a un ritmo algo más relajado que en la ajetreada Michigan Avenue.

11. Unas vistas de la ciudad inmejorables junto al lago Michigan

Ya empieza a oscurecer. Volvemos de nuevo a la playa de Oak Street donde hemos estado esta misma tarde. Las vistas de Chicago desde allí son fantásticas y es un buen sitio para observar las luces de la ciudad de noche. Sin embargo, hay un lugar que nos parece incluso mejor.

Siguiendo el Lakefront Trail llegamos hasta otra playa que hay algo más al norte, la North Avenue Beach. No llegamos a pisar la playa, sino que nos instalamos en una especie de espigón de hormigón que la bordea. Montamos el trípode que hemos recogido antes en el motel y nos sentamos a esperar a que se haga de noche.

A medida que oscurece se van encendiendo poco a poco las luces de la ciudad.

No somos los únicos que hemos ido hasta aquí a contemplar las espectaculares vistas de Chicago. En el parque que hay detrás de nosotros hay gente paseando a sus perros y disfrutando del aire libre.

Frente a nosotros se alza imponente el John Hancock Center.  Justo frente a él se encuentra el edificio del Hotel Drake, cuyo cartel de neón de color rosa en el que se lee «The Drake» resalta en medio de la oscuridad. Además, en lo alto del hotel hay un potente foco que va girando lentamente, a modo de faro, que lo hace todavía más llamativo.

Una vez ya es completamente de noche, la ciudad ofrece un aspecto distinto y mágico.

Con esta bonita imagen de la ciudad decidimos poner punto final a nuestro primer día en Chicago. Sólo nos queda una última cosa por hacer antes de volver al motel.

12. El mejor hot dog de Chicago

Si a la hora de comer hemos probado la famosa pizza al estilo Chicago, no queremos acostarnos sin haber cenado antes uno de sus famosos perritos calientes. Y no hay mejor lugar para probarlos que Portillo’s Hot Dogs, donde se sirven los mejores de Chicago. Da la casualidad que Portillo’s (100 W Ontario Street) está a una manzana de nuestro motel, así que aprovechamos y los pedimos para llevar en vista de que el local está atestado de gente.

Hay una cola enorme para pedir, aunque avanza muy deprisa. Luego tenemos que esperar hasta que nos llaman por el número de nuestro pedido para ir a recogerlo en el mostrador. Los preparan a la vista de los clientes, así que nos entrenemos viendo todo el proceso y alucinando con la velocidad a la que trabajan.

El perrito es el típico hot dog al estilo Chicago. Eso quiere decir que está prohibido echarle ketchup (es una especie de sacrilegio para cualquier chicagüense que se precie). Está riquísimo con el panecillo con semillas de amapola, la salchicha hervida, unas rodajas de tomate, medio pepinillo entero, cebolla blanca, sal de apio y mostaza. Al hacer el pedido nos preguntan si lo queremos con todos los complementos. Decimos que sí, y eso incluye una guindilla picante coronando el perrito caliente. Se la quitamos antes de hincarle el diente y degustar con placer semejante delicia.

El día de hoy ha empezado bien y termina aún mejor. Nos acostamos pensando en todo lo que nos deparará Chicago mañana.

Una respuesta a “Chicago: bienvenidos a la Ciudad del Viento”

  1. […] la primera toma de contacto con la ciudad de Chicago que supuso el día de ayer, nos disponemos a disfrutar de nuestro último día completo en Estados Unidos. Mañana volvemos ya […]

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