En la costa norte de Cerdeña, a menos de 40 km de Porto Torres y Sassari, se encuentra una de las poblaciones con más encanto de toda la isla: Castelsardo. Su centro histórico, encaramado en la parte alta del pueblo, está formado por un conjunto de estrechas callejuelas llenas de bonitos rincones. No hay que perderse la visita a su castillo ni a su catedral, desde donde se tienen unas vistas espectaculares de la costa.
Los orígenes de Castelsardo
Castelsardo no siempre se llamó así. En el año 1102, una de las familias genovesas más importantes, los Doria, se encargó de fortificar el pequeño núcleo habitado que se había desarrollado en lo alto del promontorio rocoso, en torno a la que por aquel entonces era la pequeña ermita de Sant’Antonio Abate. Por ese motivo, el nombre original de este lugar fue Castel Genovese.
A partir de 1448, ya bajo el dominio de la Corona de Aragón, fue rebautizado como Castel Aragonese. No fue hasta 1767, cuando los Saboya se hicieron con el control del territorio, que Castelsardo recibió su nombre actual.
El castillo fortificado ocupa una posición estratégica al norte de Cerdeña. Fue un enclave de gran importancia para los Doria, que lo convirtieron en la sede de Génova en la isla. Castelsardo no solo tenía relevancia desde el punto de vista militar, sino que también fue un importate enclave comercial. Hoy en día su actividad se basa primordialmente en el turismo, aunque la artesanía local, centrada en la cestería, también ocupa un lugar destacado.
Un paseo por Castelsardo
Nuestro paseo por Castelsardo comienza por la parte baja del pueblo. Esta zona más moderna creció fuera del recinto fortificado, a los pies del castillo.
Via Roma es la calle principal, por la que la carretera SS200 atraviesa la población. Sin ningún encanto en particular, la calle está llena de tiendas de souvenirs. Aunque la mayoría de productos a la venta son baratijas, también es posible encontrar piezas algo más especiales. Si lo que queréis comprar es artesanía auténtica, es mejor que os perdáis por las calles de alrededor, donde muchos vecinos y vecinas elaboran magníficas piezas de cestería a las puertas de sus casas.
Tomamos las escaleras que nos llevan cuesta arriba hasta el centro histórico. Lo que hemos visto hasta ahora nos ha hecho preguntarnos a qué se debe la fama de Castelsardo, ya que de momento no hemos visto nada del otro mundo. Pero la cosa cambia cuando comenzamos a deambular por las estrechas callejuelas empedradas del casco antiguo.
Un bonito centro histórico
El centro histórico de Castelsardo conserva todo su encanto medieval. Lo mejor es dar un paseo sin prisas por sus calles, llenas de rincones preciosos. En las más cercanas al castillo hay bastantes restaurantes y tiendas de regalos, pero a medida que nos alejamos de la fortaleza nos encontramos cada vez con menos gente.
Una de las imágenes más reconocibles de Castelsardo es la de la preciosa catedral de Sant’Antonio Abate, desde cuya terraza hay unas vistas al mar estupendas. El campanario exento tiene una cúpula de cerámica que se aprecia mejor desde lo alto del castillo.
También merece la pena echar un vistazo a otras iglesias, como la de Santa María o la diminuta iglesia del Purgatorio, a pocos metros de la catedral.
Una visita al Castello dei Doria
El castillo de Castelsardo merece una visita. Por el módico precio de 5€ por persona (menores de 6 años gratis) no solo se puede acceder al castillo sino también al Museo dell’Intreccio Mediterraneo, situado en su interior. En él se exponen diversos artículos elaborados mediante el trenzado de fibras naturales. Hay de todo: cestas, utensilios para la pesca, cuerdas, etcétera. Aquí tenéis más información sobre el museo.
Del castillo, lo más destacable son las vistas panorámicas que hay desde la terraza superior. Hay algunos objetos expuestos aquí y allá: armaduras, ballestas, un ariete y un par de catapultas, básicamente. No esperéis grandes estancias repletas de mobiliario y objetos de época, ya que apenas se puede ver una pequeña parte del castillo, en su mayor parte al aire libre.
Dónde comer en Castelsardo
Si vuestra visita a Castelsardo coincide con la hora de comer, os recomendamos un agradable restaurante en el que probar unas deliciosas hamburguesas. Se trata de La Paninoteca da Federigo, en Via Sorso 6. El local cuenta con una pequeña terraza exterior, ideal para comer al aire libre cuando hace buen tiempo.
La carta de hamburguesas es amplia y con unas combinaciones de sabores realmente originales. Se hace difícil elegir entre tanta variedad, porque todas ellas son de lo más apetecibles. Todas las hamburguesas son muy grandes y se sirven acompañadas de patatas fritas caseras recién hechas (nada de esas congeladas que sirven en muchos locales). En resumen: raciones más que generosas, hamburguesas deliciosas y servicio rápido. Sin duda una alternativa estupenda a la gastronomía más típica de Cerdeña.
Con esta visita a Castelsardo damos por finalizado nuestro viaje a Cerdeña. Solo nos queda dirigirnos a Porto Torres para tomar el ferry de vuelta a casa. Nos llevamos un gran recuerdo de estos días de sol y playa que hemos dedicado a descubrir algunos de los rincones más especiales de esta preciosa isla mediterránea.