Capo Testa, en la costa norte de Cerdeña, es un pequeño cabo agreste y rocoso con uno de los paisajes más singulares de toda la isla. Un estrecho istmo lo une a tierra firme y, al otro lado del estrecho de Bonifacio, el perfil de la cercana isla de Córcega es perfectamente visible. Las caprichosas formas que la erosión ha dibujado en las rocas graníticas que forman Capo Testa son una de sus señas de identidad. La otra son las pequeñas calas y las playas, totalmente paradisíacas, que salpican su costa. Y todo ello a poquísimos kilómetros de la encantadora población de Santa Teresa Gallura y del archipiélago de La Maddalena. Sin duda, Capo Testa no puede faltar en vuestra lista de visitas imprescindibles en Cerdeña.
Visitando Capo Testa: un poco de información práctica
Antes de adentrarse a explorar Capo Testa hay que tener en cuenta una serie de cosas. Llegar es muy fácil, ya que hay una única carretera que lleva hasta allí desde Santa Teresa Gallura, a unos 4 km. A lo largo del estrecho istmo hay dos playas, Rena di Levante y Rena di Ponente, una a cada lado de la carretera. Estas playas cuentan con una amplia zona de aparcamiento (de pago), pero tened en cuenta que se llenan pronto.
Si no vais a pasar el día en ninguna de estas dos playas, sino que queréis descubrir alguna de las calas más recónditas de Capo Testa, os recomendamos seguir adelante por la carretera hasta llegar a su extremo final. Desde el pequeño aparcamiento que hay al final de la carretera salen la mayoría de senderos que permiten explorar el cabo. Aquí se puede aparcar gratis, pero el espacio disponible es muy limitado. Nosotros madrugamos para estar allí a las 8 de la mañana y no encontramos prácticamente a nadie, pero cuando volvimos al mediodía el lugar estaba atestado de coches y muchos esperaban en doble fila a que alguien se marchara para poder aparcar.
Llevad calzado adecuado para moveros por la zona. Los pequeños senderos abiertos por el paso continuado de la gente no son particularmente complicados, pero ir en chanclas no es lo más indicado. En Capo Testa no hay árboles, tan solo arbustos bajos, así que es difícil encontrar una buena sombra bajo la que resguardarse del sol: llevad protector solar y una gorra. Tampoco os olvidéis de llevar agua, porque no hay ninguna fuente en la que rellenar vuestras botellas.
Un paisaje que parece de otro planeta
El granito de Capo Testa, pulido y erosionado durante miles de años, ha ido adquiriendo unas formas redondeadas de lo más peculiares. Nos recuerda a la Costa de Granito Rosa, en la Bretaña francesa, a pesar de la diferencia en el color de las rocas.
Lo primero que hacemos es acercarnos hasta el antiguo semáforo, que es anterior a la construcción del cercano faro, de 1845. Este semáforo, que mediante señales visuales con banderas permitía comunicarse con los barcos que navegaban por los alrededores, está en desuso, pero se puede acceder a él y obtener unas vistas panorámicas espectaculares desde su terraza. El faro de Capo Testa sigue en funcionamiento, pero no es posible acercarse a él porque una verja impide el paso.
Cala Francese
Nuestra intención inicial al planificar la visita a Capo Testa era acercarnos hasta Cala Grande y el Valle de la Luna. Tanto para llegar a Cala Grande como a las cercanas Cala di l’Ea y Cala di Mezu hay que caminar un poco, ya que son las que están más alejadas de la zona de aparcamiento. El estrecho valle que lleva hasta allí se bautizó como Valle de la Luna por la apariencia de las rocas, que le dan un aspecto casi lunar. Los restos de una vieja cantera de la época romana son visibles al inicio del valle. Por lo visto, a los romanos les gustó tanto el granito de este lugar que no dudaron en explotarlo e, incluso, fue empleado para decorar edificios tan importantes como el Panteón de Roma.
No obstante, finalmente nos decantamos por otra cala mucho más cercana, Cala Francese. El acceso a ella es muy sencillo, tan solo hay que seguir la red de caminitos abiertos entre la vegetación que parten desde el viejo semáforo. Esta diminuta cala, de arena gruesa y aguas tranquilas, es ideal para hacer snorkel, ya que hay montones de peces.
Estad atentos por si veis alguna cabra salvaje trepando por las rocas que rodean la cala. Hay aproximadamente una docena que viven sueltas por allí. Nosotros tuvimos suerte y vimos un par, pero demasiado lejos como para poder hacerles una foto en condiciones.
Una cala pequeña y tranquila a primera hora de la mañana
Como siempre hacemos, os recomendamos ir lo más temprano posible si queréis tener el lugar para vosotros solos. Cuando llegamos a la cala no hay absolutamente nadie. Todo está en silencio y el sol apenas ha empezado a despuntar por encima de las rocas que encierran este pequeño rincón de Capo Testa. Cala Francese es realmente pequeña, lo que quiere decir que se llena enseguida a la que avanza la mañana. Nosotros hemos elegido una gran roca plana para instalar nuestras toallas, pero poco a poco los recién llegados irán ocupando hasta el último centímetro de arena libre disponible.
Tras pasar la mañana en Cala Francese, decidimos marcharnos en cuanto aquello comienza a abarrotarse de gente. Vamos a terminar de pasar el día en Santa Teresa Gallura, que cuenta con una playa absolutamente espectacular, Rena Bianca, además de unas calles bastante tranquilas por las que dar un agradable paseo. Os contamos más en el siguiente post.
[…] nuestro caso, después de pasar una agradable mañana en Capo Testa, decidimos terminar de pasar la tarde en Santa Teresa Gallura. Encontrar aparcamiento en el centro […]