De todos los pueblos que visitamos durante nuestro viaje a Cerdeña, Bosa fue el que más nos gustó. A orillas del río Temo, las empinadas calles empedradas de Bosa están llenas de rincones preciosos. Las fachadas de colores de sus casas le aportan un toque alegre y distintivo, mientras que desde su castillo se tienen unas vistas espectaculares que alcanzar hasta el mar.
El puerto fluvial de Bosa
Bosa cuenta con un bonito puerto fluvial. El tramo del río Temo que va desde aquí hasta su desembocadura es navegable. Pequeñas embarcaciones, tanto deportivas como de pesca, se encuentran atracadas en ambas orillas. Los más aventureros pueden alquilar un kayak y pasar un rato divertido recorriendo sus tranquilas aguas.
Hay dos puentes que conectan ambas orillas. El principal es el Ponte Vecchio, construido en 1871. Algo más alejado del centro de Bosa se encuentra el Ponte della Pace, que es peatonal. Tanto el castillo como el núcleo urbano de Bosa se localizan en la orilla norte del río, mientras que al sur del río se encuentra el barrio de Sas Conzas, donde en el siglo XIX se instalaron las antiguas curtidurías. Los interesados en aprender más sobre el proceso de elaboración del cuero podéis visitar el Museo delle Conce.
De paseo por las coloridas calles de Bosa
Tras dejar el coche en el aparcamiento gratuito que hay junto al extremo sur del Ponte Vecchio, nos disponemos a explorar Bosa. Las vistas desde este punto son preciosas, con el río y el puente en primer plano, las coloridas casas en segundo plano y el imponente castillo en lo alto de una colina al fondo.
Tras cruzar el puente nos adentramos en la red de callejuelas que constituyen el corazón medieval de Bosa. Os aconsejamos llevar calzado adecuado, porque el empedrado de las calles y la fuerte pendiente hacen que caminar con chanclas no sea la mejor opción. Paseamos sin prisas, disfrutando de cada rincón de esta bonita población. Las casas están pintadas de mil y un colores, con flores y plantas a la entrada de muchas de ellas. Vemos a algunos vecinos trabajando en varias piezas de artesanía a las puertas de sus casas, manteniendo viva una tradición centenaria.
La calle principal de Bosa es el Corso Vittorio Emanuele II, repleto de pequeñas tiendecitas, restaurantes y cafeterías. La Piazza Costituzione, con su fuente de mármol en el cetro, es uno de los lugares más concurridos de Bosa. En Corso Vittorio Emanuele II hay un par de museos: la Casa Deriu y la Pinacoteca Antonio Atza. No visitamos ninguno de los dos, pero en este enlace tenéis más información al respecto.
En la estrecha Piazza del Duomo se encuentra la Catedral de Bosa, dedicada a la Inmaculada Concepción. Aunque la construcción original data del siglo XII, su aspecto actual corresponde a una reconstrucción realizada en el siglo XIX.
También entramos a la pequeña Chiesa della Madonna del Rosario. Esta pequeña iglesia, situada en Corso Vittorio Emanuel II, tiene un peculiar reloj en su fachada que data de 1875.
Vamos callejeando sin rumbo fijo, pero siempre teniendo como referencia el castillo, que vamos a visitar a continuación.
El Castillo de Malaspina
El Castillo de Malaspina (también llamado Castillo de Serravalle porque ese es el nombre de la colina donde se encuentra) fue construido en el año 1112 por la familia Malaspina. Tan solo se conservan las murallas y las torres, pero merece la pena visitarlo por las espectaculares vistas panorámicas que hay desde allí arriba. Bosa se despliega a los pies del castillo y, al fondo del todo, se alcanza a ver el mar y la desembocadura del río Temo.
En un extremo del patio interior del castillo hay una pequeña capilla. Se trata de la Chiesa di Nostra Signora di Regnos Altos. Se construyó entre los siglos XIV y XV y en su interior hay un bonito fresco que salió a la luz durante unos trabajos de restauración realizados en 1972.
Al terminar la visita al castillo damos una última vuelta por el centro histórico de Bosa. Seguimos descubriendo rinconcitos encantadores que no habíamos visto todavía. Aunque en la zona más cercana al río hay un poco más de bullicio, estas calles interiores son muy tranquilas y caminamos un buen rato en silencio. Un par de gatos están echándose una siesta en medio de la calzada, señal de que por esta zona apenas hay tráfico.
Bosa ha resultado ser una de las grandes sorpresas de este viaje a Cerdeña. No dejéis de visitarla porque seguro que os gustará tanto como a nosotros.
[…] o menos a mitad de camino entre las poblaciones de Bosa y Oristano, en la comarca de Montiferru, Santu Lussurgiu nos muestra una cara distinta de Cerdeña, […]