Durante nuestro road trip por el oeste de Estados Unidos en septiembre de 2012 tuvimos la oportunidad de visitar uno de esos lugares que logran dejarte sin palabras. Se trata de Antelope Canyon, en Arizona.
Situado en territorio navajo a las afueras de Page, Antelope Canyon es una visita obligada si se está de paso por la zona. Nosotros no quisimos perdernos la oportunidad de conocerlo. Por eso, tras acercarnos hasta el no menos impresionante Horseshoe Bend, hicimos un tour guiado por Antelope Canyon.
Upper y Lower Antelope Canyon
Antelope Canyon es un estrecho cañón creado por la erosión del agua que en realidad se compone de dos cañones. El más popular es el Upper Antelope Canyon, que es el que visitamos nosotros. Se trata de un cañón muy estrecho, en algunos puntos se alcanzan ambas paredes del cañón simplemente estirando los brazos. La gran ventaja es que tanto la entrada como la totalidad del recorrido por el interior del cañón están al nivel del suelo, lo que hace que sea muy fácilmente accesible.
Por su parte, para acceder al Lower Antelope Canyon la cosa se complica algo más. Se trata de una grieta en el suelo y hay que bajar y subir algunos tramos de escaleras durante su visita. También es más estrecho que el Upper Antelope Canyon.
En ambos casos se necesita contratar una visita guiada. Si alguna vez tenemos la ocasión de volver, sin duda visitaremos también el Lower Antelope Canyon. Pero por falta de tiempo, nos decantamos por la opción más habitual y elegimos el Upper Antelope Canyon (al que para simplificar nos referiremos como Antelope Canyon).
Contratar un tour guiado a Antelope Canyon
Antes de visitar Antelope Canyon, hay que saber que es obligatorio realizar la visita a través de un tour guiado. Debido a la muerte de varios visitantes hace algunos años a causa de una inundación repentina, está prohibido visitar este lugar por libre.
Eso supone un gran inconveniente, ya que hace que sea imposible huir de la masificación que sufre. A nosotros nos gusta ir por libre y visitar las cosas a nuestro aire. Y el hecho de no poder hacerlo en un lugar tan especial como este nos fastidió mucho la experiencia. Evidentemente no nos íbamos a quedar sin ver Antelope Canyon, así que tuvimos que claudicar y contratar un tour. Hay varias empresas que se dedican a ello, nosotros elegimos Antelope Canyon Navajo Tours.
Hicimos la reserva desde casa a través de su página web. Tienen dos paquetes: el tour «normal» y el tour para fotógrafos. El tour para fotógrafos es mucho más caro que el normal, pero permite disfrutar de más tiempo para sacar fotos. Nosotros hicimos el tour normal y las fotos nos salieron bastante mal. La poca luz dentro del cañón hace que sea complicado sacar buenas fotografías sin usar trípode (no está permitido usarlo durante el tour normal). Si para vosotros es algo muy importante, entonces os podéis plantear contratarlo.
En el momento de nuestra visita, el tour normal nos costó 40 dólares por persona. A eso hay que sumarle el permiso que se paga para poder acceder a las tierras de los navajo. En el momento de nuestra visita era de 6 dólares por persona.
Un trayecto en 4×4 muy movidito
Tras la visita al cercano Horseshoe Bend recorremos los 10 km que hay hasta el aparcamiento de Antelope Canyon Navajo Tours. Tras dejar el coche nos acercamos a la caseta destartalada que sirve de oficina de la empresa.
Tenemos reservado el tour de las 11:30 horas. Es uno de los más solicitados, ya que se aconseja realizar la visita en las horas centrales del día. Por las grietas del cañón entra la luz del sol cuando está más alto en el cielo, creando un espectáculo único de luces y sombras. Ya hay mucha gente esperando bajo un minúsculo techo que da algo de sombra. Sin embargo, a la mayoría nos toca esperar de pie a pleno sol porque no hay espacio para todo el mundo. Nos vamos asando de calor mientras la espera se eterniza, ya que hay que estar allí una hora antes de que empiece el tour.
Finalmente llega el momento esperado. Por grupos nos hacen subir a unos 4×4 y emprendemos el camino hacia la entrada al cañón. Recorremos una pista de arena de 5 km a toda velocidad, botando con cada bache en el camino. Es realmente divertido y convierte ese breve trayecto de apenas 10 minutos en algo emocionante.
Una sorpresa aguarda tras una grieta en la roca
El 4×4 se detiene frente a una pared de piedra rojiza en la que apenas se distingue una estrecha grieta. Esa es la entrada al cañón, que pasaría desapercibida si no fuera por el gentío que se agolpa frente a ella. Hay aparcados un montón de 4×4, tanto de esta compañía como de otras. Ahí ya nos damos cuenta de que la visita no va a ser tan tranquila como esperábamos.
Nuestra guía, una chica muy simpática, nos dice que no debemos separarnos del grupo en ningún momento. Y dicho esto, nos introducimos por la grieta y nos quedamos boquiabiertos al instante. Antelope Canyon es absolutamente asombroso.
Las estrechas paredes son suaves al tacto debido a la erosión del agua, que las ha ido modelando a su antojo. Su color rojizo resalta en aquellos puntos en los que el sol se cuela por alguna rendija. El suelo es de una arena finísima y el pasadizo sinuoso está lleno de giros y recovecos. Todo aquí parece mágico.
Pero claro, la magia se rompe cuando vas en un grupo de gente bastante numeroso. Y no solo eso, sino que cinco metros por delante de nosotros (y cinco metros por detrás) hay otro grupo igual de grande que avanza al mismo ritmo que nosotros.
Os queremos mostrar esta foto, a pesar de su mala calidad, para que veáis a lo que nos referimos cuando hablamos de masificación.
A veces hay que esperar y hacer cola hasta que pasa un grupo en dirección a la salida para poder seguir avanzando. Por suerte nuestra guía es muy agradable y nos va dando mucha información mientras avanzamos. Incluso nos da consejos a la hora de sacar las fotografías. A la vista está que a nosotros no nos sirvieron de mucho.
Un fascinante juego de luces y sombras
En aquellos puntos en los que se cuelan los rayos del sol se crea un juego de luces y sombras precioso. Para aumentar el efecto, los guías toman puñados de arena del suelo y los lanzan hacia la luz, creando de manera artificial unos bonitos efectos visuales.
En esta foto se ve agazapado a uno de los guías, que se encarga de echar puñados de arena al aire para que los rayos de sol creen este bonito efecto.
A pesar de esta cierta artificialidad, de la tremenda masificación y de la falta de silencio, Antelope Canyon consigue asombrarnos y sobrecogernos. Si uno es capaz de abstraerse de todo el jaleo a su alrededor durante un breve instante y de dejarse envolver por la magia del cañón, entonces habrá valido la pena la visita.
Una visita imprescindible pesé a la masificación
La visita a Antelope Canyon nos dejó un sabor agridulce. El lugar es realmente magnífico y no hay que perder la oportunidad de verlo con vuestros propios ojos. Pero debido a la extrema masificación tampoco permite disfrutar del lugar como se merece realmente.
Sabiendo ahora lo que sabemos, habríamos realizado la visita igualmente. Pero lo hubiéramos hecho en otra franja horaria menos solicitada. Incluso aunque eso supusiera no ver los rayos de sol entrando por las grietas. De haberlo hecho así, además, hubiéramos podido realizar un tour en barca por el río Colorado (algo de lo que ya os hablamos en el post sobre Horseshoe Bend).
No obstante, pese a todo, sin duda es un lugar único que merece una visita y que te deja sin palabras al primer vistazo.