En nuestro recorrido por la Olympic Peninsula que ya nos había llevado a descubrir Port Townsend, Sol Duc Falls, Neah Bay y Cape Flattery, no quisimos desaprovechar la oportunidad de pasar un agradable día en la playa. Sin duda las playas de Washington no invitan demasiado al baño: sus aguas están heladas incluso en pleno mes de agosto. Pero su belleza salvaje y prácticamente virgen las convierte en algo único. Second Beach, situada cerca de Forks, fue la primera que visitamos y nos causó un gran impacto.
A la caza de vampiros en Forks
Llegamos a la pequeña población de Forks procedentes de Neah Bay. La niebla, que suele ser una compañera de viaje ineludible en esta zona del país, reaparece a medida que nos acercamos. Pensábamos que la habíamos dejado atrás definitivamente, pero no podíamos estar más equivocados.
No es de extrañar que Forks fuera el lugar elegido por Stephenie Meyer para ambientar sus novelas de la saga Crepúsculo. Con la cantidad de días nublados y lluviosos que hay por aquí, sin duda un vampiro podría vivir al aire libre con relativa facilidad.
Cabe señalar que en realidad las películas de Crepúsculo no se rodaron aquí, pero los vecinos de Forks han sabido aprovechar el filón que supuso el éxito de la saga. Gracias a los libros y las películas, el turismo se ha disparado y se puede encontrar todo tipo de merchandising relacionado con el tema.
A pesar de ello, Forks nos parece un pueblo de lo más aburrido y nada interesante. Pero su localización cercana a Second Beach y a Olympic National Park la convierten en un lugar perfecto para usar como base de operaciones.
Buscando alojamiento
En vista de que vamos a tener otra noche de niebla, lluvia y frío, pronto descartamos nuestros planes de acampar por los alrededores. Tras la dura experiencia en Neah Bay, optamos por buscar un motel en el que dormir cómodamente esta noche.
Por desgracia, el alojamiento en Forks es carísimo, en parte por las hordas de fans de Crepúsculo que peregrinan hasta aquí y que han hecho que los precios aumenten al mismo ritmo que el turismo. Aunque hay muchos moteles, en muchos de ellos cuelga el cartel de completo. Tras preguntar en varios (y salir espantados por los precios abusivos) encontramos uno relativamente aceptable. Se trata del Town Motel, situado justo a la salida del pueblo. Por el «módico» precio de 88 dólares nos dan una habitación doble. No es ninguna maravilla y los muebles han vivido épocas mejores, pero al menos está limpia y nos permitirá dormir a resguardo de las inclemencias del tiempo.
Una excursión a Second Beach
La impresionante playa de Second Beach se encuentra a poco más de 20 km de Forks. Tan solo hay que tomar el desvío hacia La Push Road y seguir la carretera hasta la zona de aparcamiento que hay al inicio del sendero que lleva hasta la playa. En menos de veinte minutos estamos aparcando el coche y llenando la mochila con algo de comida. Ya es la una del mediodía, así que aprovecharemos para improvisar un picnic en la playa.
Second Beach forma parte de un conjunto de tres playas que se llaman First, Second y Third Beach. Desde luego, no se complicaron demasiado la vida a la hora de ponerles nombre. First Beach es la más próxima a la pequeña población de La Push, y eso la convierte en la más concurrida. Third Beach tiene un sendero de acceso un poco largo, cosa que puede ser un inconveniente cuando no se dispone de demasiado tiempo. Así que Second Beach fue nuestra elección. Y fue todo un acierto.
El sendero de poco más de 1 km que conduce hasta la playa es impresionante. Prácticamente llano y en muy buenas condiciones, discurre por un bosque denso y húmedo. Los árboles son enormes y todo está lleno de helechos, que son la seña de identidad de esta zona.
El color verde de la vegetación es tan intenso que parece casi irreal. Sin duda esta breve excursión ya hace que merezca la pena acercarse a conocer Second Beach.
Una playa virgen espectacular
El bosque termina de forma abrupta justo al borde de la arena de la playa. La bruma lo envuelve todo y la luz amortiguada del sol crea una atmósfera un tanto misteriosa. Hay poca gente, apenas unas cuantas familias y algunos grupos de chicos jóvenes.
La belleza de este lugar es espectacular. Literalmente nos quedamos sin palabras contemplando el paisaje desde el límite del bosque. Enseguida reaccionamos y nos descalzamos para poder pasear por la arena húmeda. Imponentes peñascos rocosos emergen del agua envueltos en jirones de niebla. El silencio es prácticamente total, tan solo lo rompe el suave sonido de las olas rompiendo en la orilla y el graznido de las gaviotas.
Los troncos pelados de árboles arrastrados por la marea marcan el límite entre la playa y el bosque. En uno de esos troncos, a resguardo tras unas grandes rocas, nos sentamos a comernos un bocadillo con la inquietante compañía de un enorme cuervo negro que nos acecha en busca de algo de comida.
Después de comer nos disponemos a dar un paseo por la playa. Pronto descubrimos que el agua no está fría: ¡está helada!. El dolor en los pies es intenso al principio, pero tras unos minutos quedan tan entumecidos que ya prácticamente no se siente el frío.
Explorando entre las rocas
Nuestra visita coincide con la marea baja. Así nos aseguramos de disfrutar al máximo de Second Beach, ya que cuando baja la marea se forman un conjunto de charcos y piscinas de agua salada entre las rocas del extremo norte de la playa. Allí es posible contemplar todo tipo de fauna marina que durante la marea alta queda escondida y totalmente inaccesible.
Es posible consultar en internet los calendarios de las mareas para que vuestra visita coincida con la marea baja. En esta web podéis conseguir esta información, que os resultará muy útil.
El extremo norte de la playa es el más salvaje. Un arco de roca marca el límite de Second Beach. En esta parte de la playa, las rocas quedan al descubierto al retirarse la marea.
Si viajáis con niños, es el lugar perfecto para que descubran todo tipo de criaturas marinas: estrellas de mar de brillantes colores, anémonas, cangrejos…
Un largo paseo por la orilla del mar
Después de merodear entre las rocas un buen rato nos acercamos dando un agradable paseo hacia el extremo sur de Second Beach. El denso banco de niebla que cubre la playa va desapareciendo a medida que avanzamos por la orilla.
La playa es tan grande y hay tan poca gente, que la tenemos prácticamente para nosotros solos. Second Beach es sin lugar a dudas un lugar excepcional. Quizá por eso hay quien ha decidido acampar en la playa. Entre los troncos caídos vemos varias tiendas de campaña. Para acampar aquí hay que obtener un permiso. Si estáis interesados, podéis obtener más información en la página web de Olympic National Park. Seguro que pasar una noche en la playa junto a una hoguera debe de ser una experiencia inolvidable, incluso a pesar del frío y la humedad.
Sin duda ha merecido la pena esta visita a Second Beach. El hecho de verla envuelta en niebla no ha hecho más que aportarle un halo de misterio que la ha hecho todavía más interesante.
Tras haber disfrutado de varias horas de relax en la playa, volvemos a Forks. Damos un breve paseo por el pueblo, en el que no encontramos nada destacable ni digno de mención, y nos retiramos temprano a descansar al motel. Mañana será nuestro último día en la península Olympic antes de dirigirnos hacia Mt. Rainier National Park, pero todavía nos tiene reservadas algunas sorpresas más.
[…] más bonitos. Hemos visitado los parques nacionales de Yosemite, Death Valley, Zion, Grand Canyon, Olympic, Mount Rainier, Glacier, Yellowstone, Grand Teton y Badlands, además de otros lugares tan […]
[…] Día 4: Neah Bay – Forks […]