Tras un largo road trip que nos ha llevado por California, Nevada, Utah y Arizona, volvemos nuevamente a nuestro punto de partida. Técnicamente hablando, Santa Monica no es Los Angeles. Se trata de otra ciudad, con su propio ayuntamiento. Pero para los foráneos, la imagen de las playas y el muelle de Santa Monica va inexorablemente unida a L.A.
No queremos marcharnos de California sin haber disfrutado de una bonita puesta de sol en el océano Pacífico, ni sin pasear por el famoso muelle de Santa Monica, que tantas veces hemos visto en el cine y la televisión. Además de Santa Monica, también tenemos pendiente una visita a Venice, con sus famosos canales y sus no menos famosas playas. Y además tenemos reservada una visita a los Warner Bros Studios. Para ser nuestro último día en la ciudad, tenemos mucho que hacer en muy poco tiempo.
Llegando a Santa Monica
Llegamos a Santa Monica bastante temprano por la mañana procedentes de Barstow. El día anterior estuvimos recorriendo el tramo final de la Ruta 66 e hicimos noche allí para no hacer demasiados kilómetros del tirón. A las 5:30 de la mañana ya tenemos el coche en marcha y antes de las 9 estamos registrándonos en el hotel.
Una de las mejores cosas del madrugón que nos hemos pegado es que tenemos la enorme suerte de llegar a Los Angeles cuando aún no ha amanecido. A medida que la I-15 se aproxima a la ciudad, un mar de luces aparece ante nosotros. Es un espectáculo magnífico, similar a las vistas que se tienen desde lo alto del observatorio Griffith, y nos recuerda nuevamente la enorme extensión que ocupa toda el área metropolitana de Los Angeles.
Lo malo de llegar tan temprano es que aún no tenemos disponible nuestra habitación. Sobre nuestra elección de hotel, el Travelodge Santa Monica, os hablamos con más detalle en el post anterior. Con el maletero lleno a reventar con todas nuestras cosas, nos vamos hacia el centro de Santa Monica.
Un paseo por el Downtown de Santa Monica
Una vez en el Downtown, el primer reto es encontrar un lugar donde aparcar que no cueste un dineral. La mejor opción es utilizar los parkings municipales. Además de ser muy céntricos, la primera hora y media es gratis. Nosotros dejamos el coche en el parking que hay en el 1433 de 2nd Street. Si queréis saber dónde más podéis aparcar, en la web municipal encontraréis toda la información disponible.
Para empezar bien el día, nada mejor que dar un paseo por Third Street Promenade, una calle peatonal repleta de tiendas donde hacer algunas compras o sentarse a tomar algo en alguna de sus animadas cafeterías. El ambiente es muy agradable e invita a relajarse y disfrutar del día tan soleado que hace.
Tras el paseo por Third Street Promenade y sus alrededores, seguimos nuestro recorrido bajando por Santa Monica Boulevard hasta Ocean Avenue. Esta animada avenida flanqueada por altas palmeras y con vistas al océano Pacífico está llena de bares y restaurantes con pinta de ser caros.
Si sois aficionados a la arquitectura, no os podéis perder algunas joyas art decó como los hoteles Shangri-La o The Georgian. No son los únicos, pero sí los más conocidos. A nosotros nos encantó la fachada de color turquesa de The Georgian, que data de 1933.
Unas vistas impresionantes desde Palisades Park
Frente a Ocean Avenue se extiende el Palisades Park. Es un bonito y cuidado parque con unas vistas inmejorables de la playa y del famoso muelle de Santa Monica.
Las siluetas de la noria y la montaña rusa que hay en el muelle son perfectamente visibles desde allí. Las viviendas que hay en primera línea de playa, pintadas de llamativos colores, se encuentran en un lugar inmejorable.
El muelle de madera del Santa Monica Pier tiene más de 100 años de antigüedad y es la imagen más icónica de la ciudad. Sobre él se encuentra el Pacific Park, el parque de atracciones. Con unas vistas inmejorables, subirse a la noria debe de ser toda una experiencia. Nosotros no llegamos a probarlo, pero si queréis más información sobre horarios o precios, podéis consultar su página web.
Repartidas por la arena a una distancia regular, contemplamos las famosas casetas de los vigilantes de la playa, una clásica imagen de la costa californiana.
No obstante, no vamos a acercarnos hasta allí ahora mismo. Ha llegado la hora de marcharnos a visitar los Warner Bros Studios y los canales y la playa de la cercana Venice (lugares de los que os hablaremos en los siguientes posts). Pero volveremos más tarde, justo a tiempo para disfrutar de la puesta de sol y pasear un rato por el muelle.
Contemplando la puesta de sol desde Santa Monica Pier
Cuando regresamos a Santa Monica ya es media tarde. No falta mucho para la puesta de sol. La gente que ha estado pasando el rato en la playa empieza a recoger sus cosas para marcharse a casa.
El muelle está lleno de visitantes, la mayoría son familias con niños y turistas. Comprobamos que se va llenando cada vez más, porque nadie quiere perderse el atardecer. Sin duda, las puestas de sol de Santa Monica son algo digno de ver.
El sol, convertido en una bola anaranjada, se esconde en el horizonte recortándose contra el perfil de las casetas de madera de los vigilantes de la playa. El espectáculo es impresionante.
En cuanto el sol desaparece, la temperatura desciende y empieza a refrescar. No hemos traído chaquetas y tenemos un poco de frío. Volvemos a recorrer de nuevo el Santa Monica Pier, ahora totalmente iluminado.
Las luces del parque de atracciones Pacific Park lo iluminan todo con sus bombillas multicolores y se reflejan en el agua.
El muelle se ha vaciado bastante deprisa y apenas hay gente a pesar de que aún es temprano. Casi todos los restaurantes y las tiendas del muelle han cerrado ya o lo están haciendo justo ahora. Aprovechamos para cenar algo en Pier Burger, una conocida hamburguesería con muy buenos precios y unas hamburguesas bastante buenas.
Nos retiramos temprano al hotel para descansar bien, ya que a la mañana siguiente nos toca aguantar el largo vuelo de regreso a casa.
Una dulce despedida de camino al aeropuerto
Sin apenas darnos cuenta ha llegado el momento de decir adiós a Estados Unidos. Hemos disfrutado muchísimo con este primer road trip por tierras americanas. Nos vamos sin saber con certeza si algún día regresaremos, aunque poco después de llegar a Barcelona vamos a empezar a planificar nuestro segundo road trip por EEUU. Pero en estos momentos, mientras recogemos las maletas y recorremos los pocos kilómetros que nos separan del aeropuerto de Los Angeles, nos sentimos tristes ante la inminente despedida.
Por eso no se nos ocurre mejor forma de poner punto final al viaje que parar a desayunar en Randy’s Donuts. Este drive-in, abierto las 24 horas del día, es famoso por sus donuts. Está situado en el 805 de West Manchester Boulevard, en Inglewood. Nos pilla de camino al aeropuerto y nos detenemos a comprar un par de donuts.
Son los más buenos que hemos probado nunca. Están recién hechos y se deshacen en la boca de lo tiernos que están. Aunque tienen muchas variedades distintas, nos decantamos por el clásico donut de azúcar. Dejando de lado el hecho de que este lugar es famoso y ha aparecido en montones de series y películas, sus donuts son sin duda el mejor motivo para acercarse expresamente hasta allí.
Con este dulce final se nos hace un poco menos duro el largo camino de regreso a casa.
Estados Unidos nos ha encantado. Con sus cosas buenas y sus cosas malas, es un país sobre el que pesan muchos prejuicios. Sin embargo, nosotros nos hemos enamorado de sus paisajes y sus parques nacionales, de la amabilidad de sus gentes y de su fantástica comida. Un viaje inolvidable que os recomendamos, sin ninguna duda.
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