Durante nuestra escapada de cinco a Roma tuvimos ocasión de conocer sus lugares más emblemáticos. Y uno de los que más nos gustó fue el Trastevere. Este barrio es quizá el más encantador de la ciudad y sin duda es el más agradable a la hora de dar un paseo.
El Trastevere se encuentra al oeste del río Tíber, más o menos a la altura de la Isla Tiberina. Conserva su trazado medieval y una animada vida de barrio. Sus calles adoquinadas repletas de bares y restaurantes se llenan de actividad al caer la tarde, pero por la mañana es posible disfrutar de un agradable y tranquilo paseo en busca de algunos de los rincones más bonitos de Roma.
El mercado de la Piazza di San Cosimato
Nuestro hotel se encuentra en la Via Goffredo Mameli, a escasos pasos de la Piazza di San Cosimato. Esta animada plaza de forma triangular alberga un mercado de frutas, verduras y otros víveres de lunes a sábado por las mañanas. En Roma hay otros mercados más famosos, como el de Campo de Fiori. Pero a nuestro parecer el de San Cosimato es más auténtico ya que no está tan orientado al turista sino que ofrece productos frescos a los vecinos del Trastevere.
Junto a la plaza hay una pequeña tienda de ultramarinos que bien merece una visita. Se trata de la Drogheria Innocenzi, en la Via Natale del Grande 31. Es el típico comercio de toda la vida, con las paredes cubiertas de estanterías repletas de cualquier producto que podáis imaginar. Apenas queda un centímetro cuadrado que no esté ocupado y es el lugar perfecto para comprar algo que regalar al típico familiar o amigo gourmet.
Santa Maria in Trastevere: el corazón del barrio
Después de curiosear un rato entre las paradas del mercado y de comprar unos caramelos en la Drogheria Innocenzi retomamos nuestro paseo por el Trastevere. Nos encaminamos hacia la Piazza di Santa Maria in Trastevere, el centro neurálgico del barrio. Por el camino nos compramos un helado que nos comemos sentados en las escaleras de la fuente que preside la plaza.
El lugar está de lo más concurrido pero sin embargo no resulta para nada agobiante. Después de terminarnos los helados y de observar el ir y venir de la gente durante un rato, entramos a visitar la preciosa iglesia de Santa Maria in Trastevere.
En su fachada destacan un bonito mosaico y su pórtico. Pero lo mejor aguarda en su interior. Nada más entrar nos quedamos boquiabiertos. Los mosaicos de estilo bizantino que decoran el altar mayor son lo primero que nos llama la atención. Pero enseguida nos fijamos en las columnas, procedentes de las Termas de Caracalla, y en el magnífico techo de madera, que es una auténtica obra de arte.
De paseo por las calles del Trastevere
Salimos encantados de Santa Maria in Trastevere y nos dedicamos a callejear sin rumbo fijo. Este barrio está lleno de rincones preciosos que conviene explorar sin prisas. Nos olvidamos del mapa y durante un rato nos dedicamos simplemente a caminar. Pasamos por la pequeña plaza de San Calisto, de la cual ya nos habían hablado. Allí hay un bar del mismo nombre que por lo visto está muy bien. Seguramente será verdad, porque todas las veces que pasamos por allí está siempre llenísimo de gente, lo que nos hace seguir adelante con nuestro deambular.
Descubrimos la Via della Lungaretta, que recorremos entera hasta llegar a una adorable librería situada en el número 23. Se trata de Open Door Bookshop, que vende libros de segunda mano en inglés, italiano, francés y español. Estamos un buen rato curioseando entre sus estanterías hasta que decidimos seguir adelante con nuestro paseo.
Isola Tiberina: una diminuta isla en el río Tíber
Como estamos casi al lado de la Isola Tiberina optamos por acercarnos a verla. De esta diminuta isla situada en mitad del cauce del río Tíber se dice que es la isla habitada más pequeña del mundo. Alberga un hospital y una iglesia y se accede a ella por el Ponte Cestio (o por el Ponte Fabricio si se llega desde la orilla opuesta del río).
Santa Cecilia in Trastevere: una visita perturbadora
Como no nos queda muy lejos de allí, a continuación nos acercamos hasta la iglesia de Santa Cecilia in Trastevere. Su interior es bonito por su sencillez, pero lo que sin duda llama la atención es la escultura de Santa Cecilia. Esta iglesia se supone que se construyó encima del lugar donde Santa Cecilia fue martirizada hasta morir.
Supuestamente, a finales del siglo XVI se encontró el cadáver incorrupto de la santa y el escultor Stefano Maderno la representó en la misma postura en que murió. Lo cierto es que la escultura es lo suficientemente realista como para resultar perturbadora.
En busca de un lugar donde comer
Se nos ha hecho la hora de comer, así que decidimos buscar un restaurante. Durante nuestra búsqueda nos topamos con otra librería encantadora, Almost Corner Bookshop. Está en la Via del Moro 45 y vende libros en inglés. Salimos de allí con una nueva adquisición que añadir a la biblioteca de casa tras pasar un rato hojeando las últimas novedades.
No muy lejos de la librería se encuentra el restaurante Carlo Menta, donde decidimos parar a comer. El camarero nos sienta a una mesa de la terraza, pero está todo muy lleno de gente y optamos por comer en el interior del local, que es más tranquilo. Pronto descubrimos que en Roma todos los restaurantes apretujan sus mesas al máximo posible para acomodar a tantos comensales como sea posible, con lo que terminas comiendo prácticamente pegado a los clientes de la mesa de al lado. La comida es sabrosa y nos cuesta 24,00€ en total (10€ el menú con bebida aparte). Como antipasti nos sirven una bruschetta con tomate y ensalada, seguida de una lasaña y un plato de saltimbocca. Lo acompañamos con el postre de la casa y salimos del restaurante realmente llenos.
San Pietro in Montorio: empieza el ascenso al Janículo
Para bajar un poco la comida vamos dando un paseo junto al río hasta la Piazza Trilussa y el Ponte Sisto. Decidimos entonces subir al mirador del Gianicolo. Empezamos a subir la cuesta de la Via Garibaldi, que nos lleva directos hasta San Pietro in Montorio. Este convento franciscano alberga hoy en día la sede de la Academia de España en Roma. Tenemos la mala suerte de encontrarnos con la iglesia cerrada y no podemos acceder al claustro para admirar el Tempietto. Se trata de un templete obra de Bramante que se construyó a petición de los Reyes Católicos. Al menos nos podemos asomar y contemplarlo a través de la verja que nos corta el paso.
Seguimos adelante en dirección al parque de Gianicolo, no sin antes parar junto a la refrescante Fontana dell’Acqua Paola. La verdad es que el calor aprieta y estamos ya bastante cansados. Los adoquines de las calles romanas, llamados sampietrini, nos están pasando factura y tenemos los pies bastante doloridos.
Unas vistas impresionantes desde el Gianicolo
Junto a la fuente se encuentra el acceso al parque que ocupa la cima de esta colina. Por la Passeggiata del Gianicolo llegamos finalmente al Piazzale Giuseppe Garibaldi, donde se ubica el mirador con las mejores vistas de la ciudad. Lo mejor es ir por la tarde, cuando la orientación del sol es óptima. Desde aquí se tiene una magnífica panorámica de Roma y muchos de sus monumentos más importantes son fácilmente reconocibles desde la distancia. Sin embargo, la cúpula de la Basílica de San Pedro apenas se deja ver a través de los árboles.
Tras descansar un rato en un banco a la sombra emprendemos el camino de regreso a las animadas calles del Trastevere. No queremos regresar por el mismo camino por donde hemos subido, así que terminamos dando un rodeo enorme que nos lleva hasta la Piazza della Rovere. Desde allí nos espera una larga caminata junto al Tíber hasta llegar al inicio de la Via della Lungara. Al final de esta calle se encuentra la Porta Settimiana, una de las puertas de las murallas aurelianas. Por el camino pasamos junto a la Villa Farnesina y el Palazzo Corsini. Ambos se han convertido en museos, pero por falta de tiempo optamos por prescindir de su visita.
Un descanso en Piazza della Scala
Por la Via della Scala llegamos a la pequeña plaza del mismo nombre. Es un rincón tranquilo y agradable y aprovechamos para sentarnos a disfrutar de un granizado de limón mientras va atardeciendo y observamos el ir y venir de la gente por la calle. Tras este merecido descanso nos vamos un rato al hotel mientras hacemos tiempo hasta la hora de cenar.
Una pizza deliciosa para cenar
Cuando volvemos a salir para ir a cenar una pizza a Dar Poeta las calles del Trastevere están todavía más concurridas que antes. Esta pizzería es muy popular y cuando llegamos ya está bastante llena. Es fácil entender la fama de sus pizzas: están absolutamente deliciosas. Está en Vicolo del Bologna 45, junto a la Piazza della Scala, y merece totalmente la pena.
Si las calles del Trastevere suelen estar animadas, al caer la noche toda la zona se convierte en un hervidero de actividad. Las terrazas de todos los bares y restaurantes están llenas a rebosar y la gente aprovecha para disfrutar de esta agradable noche de finales de septiembre. Aunque el ambiente nocturno hace que apetezca quedarse un rato más por aquí nosotros preferimos irnos a descansar. Mañana nos espera un día aún más agotador que el de hoy descubriendo lo mejor de la Roma clásica. Sin duda el Trastevere ha sido todo una sorpresa, ¡no nos extraña que sea el barrio favorito de muchos de los que visitan Roma!
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