Nuestro road trip por el norte de Estados Unidos nos llevó a conocer el impresionante estado de Montana, que cuenta con unos paisajes que quitan el hipo. De las muchas cosas interesantes que ofrece, una de ellas es conocer un poco más a fondo su historia gracias a una visita a Garnet Ghost Town.
Garnet Ghost Town: un auténtico pueblo fantasma
Estados Unidos cuenta con una gran cantidad de pueblos fantasma repartidos por todo el territorio. Algunos de ellos se han convertido en atracciones turísticas y reciben miles de visitas cada año. Al visitar la costa oeste del país en la clásica ruta que recorre California y Nevada, se pueden encontrar algunos de los más populares. Se trata de Calico (California), Bodie (California) o Rhyolite (Nevada). Todos tienen en común un pasado minero, y todos emprendieron un progresivo declive hasta convertirse en lugares totalmente deshabitados. En el caso de Garnet Ghost Town, en Montana, la historia se repite.
Como en nuestro anterior viaje por la costa oeste de Estados Unidos no paramos a visitar ningún pueblo fantasma, no quisimos desaprovechar esta oportunidad.
Un acceso un tanto complicado
Garnet Ghost Town es un pueblo fantasma que no tiene ese aspecto de parque temático o de decorado de cine tan propio de otros que son más conocidos. Ha mantenido su autenticidad y no recibe tantas visitas como otros pueblos fantasma más famosos. Quizá una de las razones sea que su acceso es un poco complicado. Pero aún así, merece la pena hacer el esfuerzo y acercarse a conocerlo.
Saliendo de Missoula en dirección este por la I-90, poco después se encuentra el desvío hacia la carretera secundaria MT-200. Después de circular durante 37 km por esta carretera, aparece el desvío hacia Garnet Ghost Town.
Aquí comienza un camino de tierra sin asfaltar por el que hay que circular a partir de ahora. A nosotros este último tramo del recorrido se nos hizo un poco largo, pero creemos que vale la pena porque la visita a Garnet Ghost Town bien lo merece. El tramo de carretera sin asfaltar está en muy buenas condiciones y se puede recorrer sin problemas con cualquier vehículo, pero hay que ir bastante despacio y puede llegar a hacerse un poco pesado. Por suerte el paisaje (ya que se atraviesa un bonito bosque) es lo suficientemente interesante como para hacer el trayecto más ameno.
Una experiencia auténtica
Cuando llegamos dejamos el coche en el aparcamiento, que en esos momentos está prácticamente vacío (y así seguirá cuando nos marchemos). Pagamos la entrada ($6) depositando el dinero en un sobre. A continuación hay que introducirlo en un buzón y dejar el resguardo en el parabrisas del vehículo.
Esta forma de pago basada en la honorabilidad y la buena fe de la gente es muy típica de Estados Unidos. Nada nos impedía meter el sobre vacío o con menos dinero del correspondiente; al fin y al cabo, cuando se dieran cuenta nosotros ya estaríamos lejos de allí. Pero la honradez es algo vital para nosotros, y para los estadounidenses también.
Tras abonar el dinero de la entrada, un corto sendero nos lleva hasta el antiguo pueblo minero de Garnet. La primera impresión es que estamos en una película del oeste. Todos los edificios son de madera y se encuentran dispersos por una amplia extensión de terreno. Aparte de un pequeño centro de visitantes que hace las veces de tienda de recuerdos, el resto de edificios están totalmente deshabitados. Los edificios más grandes e interesantes se concentran en torno a Main Street, pero hay docenas de pequeñas casas y cabañas repartidas por lo que queda del pueblo.
Un viaje al pasado
Garnet Ghost Town es todo lo que cabría esperar de un pueblo fantasma. No quedan muchas casas en pie ya que un incendio lo destruyó casi por completo en 1912. Pero ya antes del incendio, la población de lo que una vez fue un próspero pueblo minero dedicado a la extracción de oro había empezado a decaer a partir de 1905. Se ha mantenido casi intacto desde entonces y todas las construcciones se encuentran en ruinas.
El edificio más interesante es el antiguo hotel, de tres plantas, que se puede visitar en su totalidad. Pasamos un buen rato explorándolo y tomando fotos. El día es completamente soleado, pero seguro que por la noche Garnet se convierte en un lugar un poco tétrico. Hay muy pocos visitantes y el silencio es casi total. Podemos entrar en todas las habitaciones del hotel; en algunas de ellas aún se conserva el mobiliario.
Las habitaciones, aunque muy austeras, eran solo para los huéspedes más pudientes. Los mineros y otros trabajadores dormían en el desván, pasando frío en invierno y calor en verano. Ni siquiera disponían de camas, sino que dormían en el suelo todos juntos con sus sacos de dormir. En aquella época, el sistema de clases estaba más vigente que nunca.
Un lugar con una interesante historia
Como muchos otros pueblos mineros, Garnet tuvo una existencia efímera. Originariamente fue llamado Mitchell en honor a Armistead Mitchell, quien en 1895 construyó un molino para triturar el mineral extraído de las minas. En torno al molino creció el pueblo, que al poco tiempo cambió su nombre por Garnet ya que en la zona se encontraron granates.
En su momento de mayor apogeo, en torno a 1898, Garnet contaba con más de 1.000 habitantes, además de con cuatro hoteles y otras tantas tiendas, una escuela, dos barberías, un médico, una carnicería y trece «saloons». Sin duda algo nada desdeñable.
Sin embargo, tras su rápido declive y posterior incendio, poco queda de aquel pasado ajetreado y vibrante. Para nosotros es una suerte poder visitarlo hoy en día: es un buen recordatorio de lo dura que fue la vida en esa época y en ese lugar, cuando los pioneros se abrían camino y hacían frente a la dureza del clima y las dificultades propias de aquel entonces. Sin duda Garnet Ghost Town es un interesante rincón de Montana que visitar.
[…] Sin embargo, en Estados Unidos hay muchos otros pueblos fantasma, la mayoría de origen minero, que se conservan prácticamente intactos. Durante nuestro road trip por el norte del país tuvimos ocasión de conocer Garnet Ghost Town, en Montana, del que ya os hablamos en este post. […]