Durante nuestro road trip por el norte de Estados Unidos, pudimos disfrutar de un par de días descubriendo Glacier National Park. Situado al norte de Montana, este parque nacional nos enamoró con sus paisajes de alta montaña. En el post anterior os contamos lo bien que lo pasamos conduciendo por Going-to-the-Sun Road y haciendo una corta excursión hasta Hidden Lake. A continuación os hablaremos de la extenuante caminata que nos llevó hasta Grinnell Glacier, un precioso glaciar.
Many Glacier: el corazón de Glacier National Park
Grinnell Glacier, al igual que la mayoría de glaciares de Glacier National Park, se encuentra en la zona del parque llamada Many Glacier. Desde este punto surgen multitud de senderos que permiten realizar excursiones de distinto nivel de dificultad. Nosotros nos decantamos por hacer la excursión hasta Grinnell Glacier. Es una de las más populares entre los visitantes del parque. También estuvimos barajando la opción de hacer la excursión hasta Iceberg Lake (otra de las favoritas), pero por falta de tiempo solo pudimos elegir una y la ganadora fue Grinnell Glacier.
El inicio del sendero que lleva a Grinnell Glacier se encuentra junto a Swiftcurrent Lake. Es muy fácil llegar hasta allí, ya que solo hay un camino de acceso hasta Many Glacier. En la Hwy 89, a la altura de Babb, está el desvío hacia Many Glacier. Después tan solo hay que seguir en linea recta durante los 20 km aproximadamente que tiene la carretera antes de que finalice en Swiftcurrent. Poco después de dejar atrás el lago, aparece a mano izquierda una amplia zona de aparcamiento bien señalizada con un letrero que indica «Grinnell Glacier Trailhead«.
Un buen lugar en el que alojarse
Esta zona es una magnífica elección a la hora de alojarse en Glacier National Park. Cuenta con varias opciones entre las que elegir, entre las que destaca el impresionante Many Glacier Hotel. Situado a orillas del lago Swiftcurrent, las vistas que ofrece no podrían ser mejores. Eso sí, los precios van acordes a la espectacularidad de su ubicación. Otras opciones más económicas son Swiftcurrent Motor Inn (cuya habitación más económica sin baño cuesta 99 dólares) o Many Glacier Campground. La gran pega de este camping es que no admite reservas y suele llenarse muy temprano por la mañana al ser muy popular. Por ese motivo, sabiendo que el día de nuestra llegada seguro que no íbamos a encontrar un hueco libre, nos quedamos en St. Mary, en el Johnson’s of St. Mary Campground.
La importancia de madrugar
Si normalmente es de gran ayuda levantarse temprano cuando se quiere disfrutar de un día en la montaña y aprovechar bien el tiempo, en el caso de la excursión a Grinnell Glacier podríamos decir que se trata de algo vital. Esta larga excursión es quizá la más popular del parque, y eso implica encontrarse con un montón de gente por el camino. Si queréis disfrutar de un poco de paz y os apetece disfrutar del magnífico paisaje en soledad, no os va a quedar más remedio que madrugar.
Nosotros nos levantamos bien temprano, tras una noche horrible en nuestra tienda de campaña a causa del frío. A pesar de estar en agosto, la temperatura ha bajado hasta los 4 grados durante la noche. Son las 6:45 horas y ya estamos en el coche de camino a Many Glacier con la calefacción al máximo para entrar un poco en calor. A las ocho en punto empezamos nuestra excursión, cargados con nuestras mochilas.
Tan solo nos hemos encontrado con otro coche en el aparcamiento: un hombre se nos ha adelantado y nos saluda antes de emprender la caminata mientras nosotros terminamos de preparar nuestros sandwiches en una mesa de picnic cercana. Desde luego, cuando terminemos la excursión a las 4 de la tarde, el aparcamiento estará completamente lleno de coches y habrá gente por todas partes.
No solo conviene madrugar para evitar a las multitudes. La excursión hasta Grinnell Glacier es bastante larga (unos 18 km entre la ida y la vuelta) y se requieren bastantes horas para completarla. En nuestro caso fueron unas ocho horas, porque nos gusta ir con calma y disfrutar del paisaje. Sea como fuere, es mejor empezar temprano y terminar a media tarde que arriesgarse a que se ponga el sol y aún no hayáis regresado.
Cuidado con los osos
El único inconveniente de madrugar es la posibilidad de encontraros cara a cara con un oso. En esta zona los grizzlys son muy abundantes y hay que andarse con ojo. Encontraréis muchos carteles informativos con consejos al respecto. Básicamente, a primera hora de la mañana los osos están bastante activos. Si sois muy silenciosos, corréis el riesgo de toparos con alguno que no os haya oído llegar. Por eso se recomienda ir haciendo ruido, especialmente al tomar una curva cerrada en el sendero. De esta forma, os escucharan llegar y evitaréis el enorme peligro de pillar a uno por sorpresa. Se aconseja cantar, silbar o simplemente ir hablando, ¡tampoco se trata de montar un escándalo en medio del bosque silencioso!.
Evidentemente, en las horas centrales del día todo esto no es necesario: con el jaleo que se forma con todos los excursionistas que hay por aquí, los osos han huido despavoridos hace horas. Pero si empezáis bien temprano por la mañana, no está de más seguir las recomendaciones para evitar sustos innecesarios.
Empieza la caminata hasta Grinnell Glacier
El sendero empieza de manera muy agradable, junto a la orilla del tranquilo lago Swiftcurrent. Apenas hemos empezado a caminar y ya estamos asombrados por la belleza del paisaje. El agua está completamente tranquila y al fondo despuntan los picos nevados de las montañas que nos rodean.
El bosque es muy denso en este primer tramo del recorrido y encontramos muchos árboles caídos con los troncos mordisqueados por los castores. El terreno es completamente llano y avanzamos sin ninguna dificultad y llenos de energía y ganas.
Sin apenas darnos cuenta hemos dejado atrás Swifcurrent Lake y hemos llegado a otro precioso lago. El lago Josephine es aún más espectacular y nos quedamos un rato en la orilla disfrutando del paisaje. El agua está tan calmada que parece un espejo y las montañas se reflejan en ella a la perfección.
En la playa de guijarros donde nos encontramos hay un pequeño embarcadero. Un barco de madera está amarrado, preparado para empezar una nueva jornada transportando gente hasta el otro extremo del lago.
Acortando camino por el lago
Hay una compañía que opera los dos botes antiguos que permiten navegar por los lagos Swiftcurrent y Josephine. Algunos excursionistas se ahorran así unos kilómetros de trayecto en su camino hasta Grinnell Glacier. Es sin duda una opción interesante, pero nosotros tenemos la sensación de que eso es hacer trampa y preferimos hacer el recorrido íntegro. Sin embargo, al emprender el camino de vuelta comprenderemos lo bien que nos habría venido reservar nuestras energías tanto como fuera posible. Por si os interesa daros un paseo por el lago en barco, en la página web de la empresa que ofrece los tours tenéis toda la información sobre precios y horarios.
Al poco rato vemos el primer bote de la mañana surcando lentamente las aguas del lago Josephine. Nosotros seguimos avanzando a buen ritmo. En esta parte del recorrido el bosque ha quedado atrás y un estrecho sendero se abre paso por entre hierbas tan altas que nos llegan más arriba de la cintura. El camino es tan angosto que apenas cabe una persona a la vez.
Poco a poco empezamos a subir y a ganar algo de desnivel, aunque de forma bastante suave todavía. Al no estar protegidos por la vegetación, el sol se ceba con nosotros. Nos vamos echando protector solar a cada rato, pero terminaremos el día con la cara bien roja.
Unas vistas espectaculares
Es al llegar al extremo final del lago Josephine cuando el sendero se empieza a volver más exigente. La cuesta empieza a ser más pronunciada, pero las vistas compensan cualquier esfuerzo. Tenemos a nuestros pies el lago Grinnell, formado por las aguas procedentes del deshielo del glaciar que se encuentra más arriba. Sabiéndonos cada vez más cerca de nuestro objetivo final, retomamos fuerzas con un tentempié que nos ayude a afrontar este último tramo.
Al poco rato llegamos a una pequeña cascada que nos corta el paso. A nuestra derecha tenemos una pared de piedra completamente vertical por la que se precipita un pequeño riachuelo. A nuestra izquierda se abre un precipicio. La única opción es cruzar por unos escalones de piedra tallados en el suelo, completamente mojados y algo resbaladizos, mientras nos salpicamos con el agua que cae. La verdad es que con el calor que estamos pasando, no nos viene mal refrescarnos un poco.
Llegamos a Grinnell Glacier
Finalmente lo logramos. Por fin llegamos a los pies de Grinnell Glacier. Una bonita zona de descanso nos recibe con bancos, mesas de picnic e incluso un baño seco. Pero a pesar de lo tentador que resulta este lugar, sabemos que todavía nos queda un esfuerzo final. Si queremos contemplar el glaciar en todo su esplendor, aún nos queda un último tramo de sendero por recorrer. ¡Y menudo tramo!. Si durante todo este tiempo nos hemos estado preguntando cómo era posible que el camino fuera tan llano, la respuesta la tenemos ante nuestros ojos: todo el desnivel que no hemos subido hasta ahora, lo tenemos justo delante.
Un último esfuerzo
Una empinadísima cuesta se abre paso entre las rocas sueltas. Hay unos rudimentarios escalones de roca que ayudan a salvar el tremendo desnivel. Menos mal que llevamos los bastones de senderismo para ayudarnos, porque este último trozo del camino es brutal. Ya hemos llegado un poco cansados, pero aquí se nos van las últimas fuerzas que nos quedan. Sin embargo, al llegar arriba del todo sabemos que ha merecido la pena este último esfuerzo.
Grinnell Glacier aparece finalmente frente a nuestros ojos. Sobre la roca gris, el hielo forma un pequeño lago de aguas de un color azul lechoso. Este glaciar, al igual que los demás de la zona, está en retroceso a causa del calentamiento global. Tenemos suerte de poderlo contemplar, quién sabe cuanto tiempo más durará.
Aquí arriba nos encontramos con más gente de la que esperábamos. Algunos nos han adelantado mientras subían, pero muchos otros han llegado antes porque han acortado camino en barco. Aún así, la tranquilidad y el silencio invitan a sentarse en la roca recalentada por el sol. Aprovechamos para descansar mientras nos comemos los bocadillos que llevamos en la mochila. Sabemos que dentro de poco vamos a tener que desandar el mismo camino por donde hemos venido. Ahora mismo estamos tan cansados que nos parece algo impensable. Sin embargo, no tenemos otra opción.
Un duro camino de regreso
La bajada se nos hace muy dura y las rodillas se resienten. Cuando volvemos al tramo del camino que es más llano, estamos completamente agotados y sin energías. Hacemos varias pausas para comer algo y recobrar fuerzas, pero tenemos la sensación de que jamás conseguiremos llegar a la zona de aparcamiento. Nos vamos cruzando con una cantidad enorme de gente que ahora están llegando a Grinnell Glacier.
Cuando al fin logramos llegar al final, estamos totalmente exhaustos. Nos sentamos en una mesa de picnic junto al coche y contemplamos el ajetreo que se ha apoderado del lugar. Son casi las cuatro de la tarde y aquello es un hervidero de gente. Familias con niños van de aquí para allá, y es imposible encontrar un hueco libre para aparcar. Nos alegramos mucho de haber madrugado para evitar todo esto. Tras ocho intensas horas de excursión, regresamos a nuestro camping. Una ducha caliente y una cena temprana nos esperan antes de caer rendidos en nuestros sacos de dormir.
Esta excursión nos ha encantado. A pesar de su dureza final, es sin duda un lugar que hay que conocer si se tiene la oportunidad. Si uno no se ve con ánimos de caminar tanto, siempre existe la opción de acortar los recorridos con los botes que cruzan los lagos. Y evidentemente también es posible hacer solamente una parte del trayecto y darse la vuelta en el momento que uno quiera, ya que no es una ruta circular. Pero si hay momentos en la vida en los que uno se siente plenamente satisfecho por haber logrado algo que no creía posible, esa es la sensación que experimentamos desde lo alto de Grinnell Glacier.