En un viaje por la Bretaña francesa pronto se llega a la conclusión de que no hay lugares feos o que no merezcan la pena. Pero hay algunos más especiales que otros que enseguida se hacen un hueco en nuestro corazón. Eso nos pasó con Dinan y su maravilloso centro histórico. Un paseo por sus calles empedradas con preciosas casas de entramado de madera nos enamoró de Dinan.
Pero la guinda del pastel fue bajar por la Rue du Petit Fort hasta el tranquilo puerto en el río Rance. Acompañadnos para descubrir los rincones más especiales de Dinan.
Un paseo por el centro histórico de Dinan
Comenzamos nuestro recorrido por la Grand Rue, junto al Ayuntamiento de Dinan. Allí se encuentra la iglesia de Saint-Malo, con un bonito pórtico de entrada, grandes vidrieras y unos cuidados jardines en el exterior.
Avanzamos unos metros más y nos topamos con la Place des Cordeliers y el antiguo convento del mismo nombre y, justo a continuación, con la Place des Merciers. Estas dos plazas son el corazón de Dinan y mantienen todo el encanto de su pasado medieval. Las casas con entramado de madera, voladizos y pórticos son una auténtica maravilla. Tanto ambas plazas como las calles aledañas están llenas de edificios históricos perfectamente conservados.
La zona está llena de pequeñas tiendas, restaurantes, creperías y pastelerías. El ir y venir de la gente es continuo. No se trata de turistas sino de los vecinos de Dinan, lo que indica que esta es una ciudad viva y no un mero decorado para los visitantes.
Una torre del reloj muy especial
En la rue de l’Horloge descubrimos la Tour de l’Horloge, edificada a finales del siglo XV por la adinerada burguesía de Dinan. Alberga un reloj de 1498 y, junto a la de Fougères (de la que os hablamos en este otro post), es la única torre de este tipo que se conserva. Por 4,00€ se puede realizar una visita guiada, lástima que no coincidamos con el horario de apertura y no podamos admirar las vistas de la ciudad desde lo alto. Para los interesados, abre de martes a domingo de 13:30 a 19:00h, con visitas cada 20 minutos.
Al final de la rue de l’Horloge, al lado del Théâtre des Jacobins, hay una de las casas más bonitas de Dinan. Se trata del Hôtel Kératry y data de 1559. Lo más peculiar de todo es que la casa no se construyó en Dinan, sino en la población de Lanvollon, a 80 km de distancia. En 1935 la ciudad de Dinan la compró y la reconstruyó en su ubicación actual, trabajo que terminó en 1939. Actualmente alberga la Maison de la Harpe, el único centro europeo dedicado al arpa celta.
Buenas vistas desde las murallas
Las familias más adineradas de Dinan fueron también las encargadas de construir multitud de mansiones de piedra a lo largo del siglo XVIII. Lo cierto es que Dinan, gracias a su posición estratégica, se convirtió en una ciudad próspera a principios del siglo XIV. Su puerto fluvial era un punto importante de intercambios comerciales con Inglaterra y Flandes y permitía un fácil acceso a Saint-Malo, gracias a lo cual se instalaron numerosos telares en los que se fabricaban las velas para los barcos de esa importante ciudad portuaria.
Para disfrutar de las mejores vistas del puerto de Dinan hay que encaminarse hacia las murallas. Concretamente, al tramo de murallas que se encuentra detrás de la Basílica de Saint-Sauveur. Después de visitar el interior hay que dar un paseo por el Jardin Anglais. En lo que antiguamente era el cementerio parroquial hay ahora un precioso jardín que lleva hasta la muralla.
Desde la Tour Sainte-Catherine las vistas del puerto y del río son espectaculares.
Rue de Jerzual: la calle más importante de Dinan
La Rue de Jerzual comunica la parte alta de Dinan con el puerto. En su época era el acceso principal a la ciudad, como demuestra la Porte de Jerzual. Durante la Edad Media los comerciantes y artesanos más ricos se instalaron aquí. Esta calle conserva algunas de las casas más bonitas. La mayoría están ocupadas por pequeñas tiendas y talleres de artesanía.
Al cruzar la Porte de Jerzual, la empinada rue du Petit Fort nos lleva directamente al puerto. La calle traza una amplia curva, de manera que a cada paso que avanzamos queda a la vista un nuevo rincón encantador.
Después de dar un paseo junto al río aprovechando el día tan soleado que hace hoy, toca emprender el regreso cuesta arriba. Para afrontar mejor el esfuerzo compramos un delicioso kouign amann en una pastelería y lo devoramos en dos bocados de lo bueno que está.
Ahora sería un buen momento para acercarnos hasta el castillo de Dinan. Se conserva un torreón del siglo XIV que sirve como museo de historia de la ciudad. Sin embargo dejamos pasar la oportunidad ya que no ha logrado despertar nuestro interés lo suficiente y queda algo alejado de donde nos encontramos ahora mismo.
Se acerca la hora de comer y eso quiere decir que ha llegado el momento de marcharnos y poner rumbo a nuestra siguiente parada, Cancale. Dinan nos ha gustado mucho, ¿logrará superarla alguna otra población de las muchas que aún nos quedan por conocer en la Bretaña?
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