Viajar a China era algo que siempre habíamos querido hacer, pero que no entraba dentro de nuestras opciones a corto plazo por verlo como algo fuera de nuestro alcance. Sin embargo, al buscar un destino al que escaparnos para pasar unas navidades distintas, Pekín surgió ante nosotros casi sin proponérnoslo.
En principio habíamos barajado la opción de ir a Islandia para intentar ver una aurora boreal, pero el miedo a enfrentarnos a la conducción en un clima tan difícil nos hacía tener grandes dudas al respecto. Como se nos echaba el tiempo encima y aún no teníamos nada claro cuál iba a ser nuestro destino, buscamos al azar vuelos baratos a cualquier lugar del mundo a través de la web de Skyscanner. Y para nuestra gran sorpresa, Pekín apareció entre los primeros puestos dentro de los destinos de larga distancia. Por un precio similar al de un vuelo a Islandia, ¡podíamos ir a China!
Tras comprobar que el alojamiento también era de lo más asequible, no nos lo pensamos demasiado e hicimos las reservas. Nos íbamos el día de Navidad y volvíamos el 2 de enero, cumpliendo así nuestro largamente pospuesto sueño de viajar a Asia, aunque solo fuera para unos pocos días y quedándonos en una única ciudad.
A continuación os damos un poco de información básica por si os estáis planteando la posibilidad de viajar a Pekín pero todavía tenéis algunas dudas. Esperamos que con esto os ayudemos a resolverlas.
Nuestro presupuesto:
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Vuelos: 1.120,46€ (560,23€ por persona). Los vuelos los compramos directamente en Air France. A la ida hicimos escala en Amsterdam y a la vuelta en París.
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Hotel: 431,59€ (62€ por noche). Nos alojamos en el Beijing Prime Hotel Wangfujing (2 Wangfujing Avenue, Dongcheng, Beijing), un hotel de cinco estrellas de lo más correcto situado no muy lejos del metro y que cuenta con piscina cubierta. Como nuestra estancia era bastante larga y era temporada baja, nos dieron una habitación de categoría superior a la que habíamos reservado por cortesía del hotel. La reserva la realizamos, como suele ser habitual en nosotros, a través de Booking.
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Seguro de viaje: 65,17€ (para dos personas). Lo reservamos con IATI y, afortunadamente, no necesitamos utilizarlo.
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Visado: 120€ (60€ por persona).
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Comida y bebida: 1.083,80 CNY (145€ aproximadamente). La comida es muy barata, además de muy buena. Nosotros optamos casi siempre por comer en puestos callejeros o en mercados, intentando probar tantas cosas distintas como nos fuera posible. Solo comimos en restaurantes en cuatro ocasiones, de los cuales os hablaremos en los posts correspondientes.
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Transporte público: 266 CNY (35€ aproximadamente). Como veis, el precio del transporte público es más que asequible. Incluye el tren Airport Express al aeropuerto, el tren hasta Badaling para ver la Gran Muralla, y todos los viajes en metro que hicimos para movernos por Pekín.
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Entradas a monumentos: 484 CNY (65€ aproximadamente). En todos los monumentos hay que pagar entrada, pero el precio no es muy caro.
- Total: el coste total para dos personas (sumando todos los gastos mencionados anteriormente) fue de 1.982,22€. Por persona, el precio final fue de 991,11€.
Nuestro itinerario:
Aunque siete días puedan parecer muchos para conocer una única ciudad, Pekín es tan grande y tiene tantas cosas por ver que no se os van a hacer largos. Además, Pekín es de esas ciudades donde ir con prisas no es para nada recomendable, lo mejor es tomarse su tiempo y disfrutar de cada uno de sus rincones.
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Día 2: Mercado de Panjiayuan, Templo del Cielo, Mercado de la Seda.
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Día 5: Gran Muralla en Badaling.
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Día 6: Palacio de Verano, calle Liulichang, Mercado de la Perla.
Visado:
Los ciudadanos españoles necesitamos un visado para poder viajar a China. En el caso de otras nacionalidades, habría que consultarlo al Ministerio de Exteriores correspondiente. Nosotros, al residir en Barcelona, tan solo tuvimos que acercarnos a la Oficina Consular China y rellenar los formularios correspondientes. En su página web podéis encontrar toda la información necesaria sobre la documentación que debéis presentar. Tras dejar los pasaportes allí, solo hubo que pagar las tasas y pasar a recogerlos a la semana siguiente. Las dos veces que fuimos había unas colas larguísimas, así que mucha paciencia.
Moneda:
La moneda de curso legal china es el renminbi (CNY), cuya unidad básica es el yuan (que es el nombre por el cual se conoce a la moneda). Cada yuan se divide en diez jiao, y cada jiao se divide en diez fen.
Para el cambio de moneda, lo mejor es hacerlo directamente en China. Existen varias opciones: ir a un banco, a una oficina de cambio o sacar dinero en un cajero. En todos los casos se cobra una comisión por hacer la gestión. En muchos foros recomiendan sacar dinero directamente del cajero, ya que la comisión es igual o inferior a la de los bancos. Además, dependiendo de la tarjeta que utilicéis, pude que ni siquiera os cobren nada por sacar efectivo del cajero.
Nosotros optamos por hacerlo en una oficina de cambio directamente en el aeropuerto, aunque el cambio no nos salía muy favorable. Cuando se nos acabó el dinero en efectivo no nos complicamos la vida y en el propio hotel hicimos la gestión, ya que junto a recepción tenían una pequeña oficina de cambio.
Transporte público:
Moverse por Pekín en transporte público es facilísimo gracias a su extensa red de metro. Es de lo más fácil de usar y todos los letreros están en inglés. Además, es muy nueva y está limpísima. En las horas punta hay un poco de aglomeración de gente, pero en general no supone ningún inconveniente.
Para ir desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad tan solo hay que coger el Airport Express, que cuesta 25 yuanes por persona. Es un tren que en 30 minutos te deja en la estación de Dongzhimen, desde donde se puede hacer transbordo al metro.
El precio del transporte público es muy económico. Lo mejor es comprar una tarjeta recargable, que cuesta 20 yuanes y ya viene con un saldo de 20 yuanes en viajes. Es decir, el precio de la tarjeta la primera vez que se compra es de 40 yuanes. Después tan solo hay que recargarla en las máquinas automáticas que hay en todas las estaciones.
Otras formas de moverse por la ciudad son el autobús (nosotros no lo utilizamos, nos pareció menos efectivo que el metro y más complicado para orientarnos), el taxi (cuidado con los ilegales) o el rickshaw (hay que pactar un precio de antemano con el conductor).
Salud:
Para ir a Pekín no hace falta ningún tipo de vacuna pero es imprescindible contar con un buen seguro médico, por si acaso. Los hospitales de la capital son más que aceptables, así que no debería haber ningún problema en caso de necesidad.
Por suerte para nosotros, no tuvimos ninguna incidencia médica durante nuestro viaje, aunque los más habituales suelen ser los problemas gastrointestinales y respiratorios (por la gran contaminación del aire).
En vista de nuestra experiencia, lo más probable es que si acabáis en urgencias sea porque os ha atropellado algún conductor, así que mucho ojo. No exageramos si decimos que nadie respeta las señales de tráfico, ni siquiera los semáforos en rojo. Los pasos de peatones es como si no existieran, y se los salta todo el mundo. A los coches hay que sumar las bicis y las motos, que muchas veces son eléctricas y no las oyes hasta que las tienes encima. Y por las noches suelen circular con las luces apagadas, así que creednos cuando os decimos que los atropellos son algo a tener en cuenta.
Por cierto, es muy importante recordar en todo momento que NO hay que beber agua del grifo, ni siquiera es conveniente usarla para lavarse los dientes. Utilizad siempre agua embotellada.
Clima:
Pekín es una ciudad interior, con un clima continental. Eso quiere decir que en verano hace mucho calor ,además de ser la época más lluviosa. En cambio, en invierno hace mucho frío, aunque es raro que llueva. Las mejores épocas para viajar allí son la primavera y el otoño, aunque a veces hay que conformarse con las fechas que uno tiene disponibles, como fue nuestro caso.
Os podemos asegurar que es totalmente cierto: en invierno hace un frío espantoso. A pesar de ir preparados, y de llevar incluso mallas térmicas debajo de los pantalones, pasamos muchísimo frío. Y cuando salimos de la ciudad para ir a ver la Gran Muralla en Badaling fue mucho peor, ya que al frío hubo que sumarle un viento horroroso. Así que ya lo sabéis, si viajáis en invierno como nosotros, ¡no os olvidéis los guantes y la bufanda en casa!.
Contaminación:
Pekín es una megaciudad de más de 20 millones de habitantes. Aunque tradicionalmente la gente solía desplazarse en bicicleta, hoy en día los coches son el medio de transporte preferido por los habitantes de la capital. Los pekineses tienden a ver la bicicleta como algo un tanto atrasado y propio de la gente de provincias. Esto ha supuesto alcanzar unas cotas de contaminación que hacen el aire bastante irrespirable.
Durante los días que pasamos allí, la ciudad estuvo en alerta roja por los altos niveles de contaminación. En invierno la situación se ve agravada por la falta de lluvias que despejen el ambiente. Mucha gente usa mascarilla para no respirar toda esa porquería, pero nosotros optamos por taparnos la boca y nariz con la bufanda en algunos momentos puntuales. Sí que es cierto que se nota que el aire es difícil de respirar, como si fuera más denso. Incluso se nota un regusto raro en la garganta. En las farmacias venden mascarillas, así que siempre podéis comprar una si os parece más seguro para vuestra salud.
Comida:
Una de las cosas que más nos gustó de viajar a Pekín fue la comida, que es absolutamente deliciosa. Olvidaos de la «comida china» que sirven en los restaurantes españoles, no tiene nada que ver con lo que os encontraréis una vez allí.
Además de muy barata, la comida es muy sabrosa. Lo mejor es probarla en los puestos callejeros que se encuentran por todas partes. Hay dos mercados nocturnos, el de Wangfujing y el de Donghuamen, donde probar comida exótica, como escorpiones o caballitos de mar. Pero esos puestos son para turistas, porque no es algo que coman los chinos.
Por supuesto, no os podéis ir de Pekín sin probar su famoso pato laqueado. Os contaremos más sobre las delicias culinarias chinas en los distintos posts sobre Pekín.
Por cierto, en China la comida suele ser muy picante. Si no os gusta o preferís comer sin picante acordaos de la palabra mágica que debéis decir al pedir vuestra comida: bù là.
Idioma:
Partiendo de la base de que no es habitual que un español sepa chino, la barrera idiomática puede parecer, a priori, un gran problema. En los hoteles y en los sitios más turísticos se habla inglés.
Habíamos leído en muchas partes que la gente de la calle no lo habla. Pues bien, debemos decir que nosotros no tuvimos ningún problema en ese sentido. La gente joven lo habla cada vez más, y cuando tuvimos que preguntar por alguna dirección o pedir indicaciones, no nos costó hacernos entender ni que nos ayudaran.
Además, todos los letreros (tanto los de las calles como los del metro) están en inglés o, como mínimo, en pinyin, lo cual facilita muchísimo las cosas para el visitante.
Seguridad:
Pekín es una ciudad muy segura donde podéis ir tranquilamente por la calle sin miedo a que os roben ni nada parecido. Obviamente hay que seguir usando el sentido común, especialmente en los lugares más masificados y turísticos, por los posibles carteristas.
Ya veréis que la policía y los militares son omnipresentes. A veces resulta incluso un poco intimidante. Para entrar a todos los monumentos y lugares turísticos hay que pasar controles de seguridad como los de los aeropuertos. Incluso en el metro, cada vez que se entra hay que pasar todas las pertenencias por un escáner de rayos X. Al final se convierte en algo de lo más rutinario y pronto se acostumbra uno.
El aspecto más negativo de ese férreo control de las autoridades chinas es que internet no funciona libremente. Aunque con whatsapp no tuvimos ningún problema para comunicarnos con la familia y amigos, no pudimos usar facebook en ningún momento. Hay trucos para evitar la censura, como contratar un VPN. En nuestro caso no lo vimos necesario, ya que a veces viene bien desconectar durante unos días de las redes sociales.
Compras:
Si sois de los que aprovecháis vuestros viajes para ir de comprar y renovar vuestro vestuario, entonces Pekín es vuestro destino ideal.
A parte de comprar todo tipo de regalos y recuerdos típicos, también os podéis hartar de comprar ropa, calzado y bolsos en alguno de los muchos mercados que hay repartidos por la ciudad. Los más populares son el Mercado de la Seda y el Mercado de la Perla. Aunque eso sí, tened en cuenta que todo van a ser falsificaciones de mejor o peor calidad.
En las tiendas de marcas occidentales la ropa es igual o más cara que en España, por lo que no os sale nada rentable ir a Zara, H&M o Chanel, por poner algunos ejemplos.
Para comprar antigüedades (cuidado con los timos) lo mejor es acercarse al mercado de Panjiayuan o a la calle Liulichang.
Por supuesto, el regateo es obligatorio. Lo normal es empezar ofreciendo la mitad del importe que os hayan pedido, y a partir de ahí ir subiendo y bajando hasta llegar a un acuerdo. Nosotros somos unos negados para el arte del regateo, así que seguro que pagamos de más en todas nuestras compras, pero es algo imprescindible y si no lo hacéis lo único que conseguiréis será ofender al vendedor.
Baños públicos:
Los baños públicos chinos pueden ser aterradores si uno no va mentalizado respecto a lo que se va a encontrar. Si buscáis imágenes en Google se os pueden quitar de golpe las ganas de hacer este viaje, pero os podemos asegurar que no hay para tanto.
Lo primero que hay que saber es que allí los retretes no son como los de aquí, con nuestras tazas de porcelana blanca. Allí son de los de un agujero en el suelo, con todo lo bueno y lo malo que eso implica. En los sitios más turísticos a veces hay de los dos tipos (aunque suelen predominar los del agujero en el suelo) y es posible elegir el que más os guste.
Debemos reconocer que tras dejar atrás nuestros prejuicios, pronto descubrimos que los baños chinos son más higiénicos (que no quiere decir que estén más limpios) que los occidentales, ya que no hay que tocar absolutamente nada con las manos, ni siquiera para tirar de la cadena (que se acciona con el pie). Eso sí, el nivel de limpieza ya varía mucho de un lado a otro. En los baños públicos que hay por la calle a veces se nota el olor bastantes metros antes de llegar.
Teniendo en cuenta que en los hutong (los callejones que forman el casco antiguo de la ciudad) las casas no tienen baño y todo el mundo usa los públicos, cada pocas calles encontraréis alguno (lo que va de maravilla en caso de una urgencia). Pero os avisamos, es aquí donde os podéis encontrar con escenas que os hagan salir despavoridos.
Muchos de estos baños no tienen la más mínima privacidad. Apenas hay una mampara de separación entre cada retrete y no hay puerta. Eso quiere decir que, al igual que nos pasó a nosotros en más de una ocasión, al entrar os podéis encontrar de frente con una persona en cuclillas haciendo sus necesidades. Pero tranquilos, porque para ellos es de lo más normal ya que no es más que una función corporal como otra cualquiera y no les importa que los demás les vean.
Modales y educación:
Antes de viajar a Pekín habíamos estado en el Chinatown de San Francisco y habíamos notado la rudeza en general de la gente. Esta impresión quedó ampliamente confirmada tras nuestro paso por Pekín, aunque no hay que achacarla a nada más que a las distintas costumbres de cada cultura.
Hay ciertas cosas que nos llamaron la atención, para bien o para mal, en cuanto a los modales de los chinos. Por ejemplo, lo de usar un pañuelo para sonarse la nariz no es algo que se estile demasiado. Lo normal es echar un escupitajo asqueroso en el suelo, y si escupen a un palmo de tus pies ni siquiera pestañean. Esa costumbre es quizá la que más desagradable nos pareció, aunque también vimos que la gente joven, que está muy occidentalizada, ya empieza a usar pañuelos de papel.
Otra cosa que es muy común es abrirse paso a codazos sin ningún miramiento. También es de lo más normal colarse en cualquier cola que haya. Quizá sea comprensible dada la superpoblación del país, pero al principio resulta un poco chocante porque para nosotros es una muestra de mala educación.
Documentación previa:
Además de consultar multitud de páginas web, para documentarnos bien nada mejor que la guía de Lonely Planet. Tiene mucha información práctica y sus recomendaciones suelen ser bastante acertadas.
Sin duda Pekín es una ciudad fascinante, de la que volvimos encantados. Los contrastes entre lo moderno y lo tradicional son muy marcados. Por desgracia es fácil empezar a ver los signos de homogeneización que conlleva la globalización. No podemos dejar de recomendaros este viaje. A nosotros nos encantaría volver a China para conocer el país en profundidad, pero como carta de presentación Pekín no os defraudará.