Si en nuestro anterior post sobre Roma os hablamos del encantador barrio del Trastevere, en este nos vamos a centrar en la Roma Clásica. De la Antigua Roma aún se conservan multitud de restos que dan fe de la grandeza del imperio que una vez dominó Europa Occidental y el Mediterráneo. A continuación haremos un repaso de aquellos que visitamos y que más nos gustaron, como el Panteón, el Coliseo o los Museos Capitolinos.
Una aclaración histórica
Ya de antemano os pedimos disculpas por cualquier inexactitud histórica. No somos expertos en la materia y han pasado ya muchos años desde nuestra época de estudiantes. Según nos recuerda la Wikipedia, la Roma Clásica abarca el periodo que va del siglo VIII aC hasta el siglo V dC. Siendo más precisos, se trataría del periodo final de la República Romana (del siglo II aC al siglo I dC) y del comienzo del Imperio Romano (siglos I y II dC), ya que los siglos de la decadencia romana (del siglo III al V dC) no se consideran un periodo clásico. Creemos que está bastante claro a lo que nos referimos al hablar de la Roma Clásica y del Imperio Romano. Aunque algún historiador que lea esto se pueda escandalizar por nuestra imprecisión, creo que todos entendemos a qué periodo histórico hacemos mención.
Dicho esto, queremos hacer una pequeña aclaración antes de empezar con el post. Así como el Trastevere y el Vaticano tienen la suficiente entidad propia como para tener un post exclusivo para cada uno de ellos, decidimos que queríamos diferenciar entre la Roma Clásica y la Roma renacentista y barroca a la hora de organizar los próximos posts sobre la ciudad. Es obvio que cuando uno va paseando por las calles de Roma se va encontrando con monumentos de todo tipo y de cualquier época. No existe una separación real entre ambas etapas históricas. Es por ello que este post y el siguiente (que publicaremos próximamente) están totalmente relacionados y no entienden el uno sin el otro.
La Boca de la Verdad: la tapa de alcantarilla más famosa del mundo
Empezamos nuestro recorrido por los principales vestigios de la grandeza del Imperio Romano. El punto de inicio que elegimos es la famosa Boca de la Verdad. Se encuentra situada en el pórtico de la iglesia de Santa Maria in Cosmedin. La Bocca della Verità alcanzó la popularidad gracias a la película Vacaciones en Roma, protagonizada por Audrey Hepburn y Gregory Peck, y a la leyenda que la rodea: se dice que aquel que introduzca su mano en la boca sin ser del todo sincero recibirá un mordisco. Su origen se remonta al siglo I y es bastante prosaico, ya que se cree que era una simple tapa de alcantarilla. Eso sí, no se puede negar que era una tapa bellamente decorada.
Cuando llegamos descubrimos que hay una cola enorme de gente. Aunque la entrada a la iglesia es gratuita, se pide una «donación» de 0,50€ para sacarse una foto junto a la Boca de la Verdad. Un hombre vigila que todo el mundo pague y la gente espera pacientemente su turno. Nos entretenemos viendo a los turistas metiendo la mano en la boca e inmortalizando el momento para la posteridad entre risas y bromas. Cuando llega nuestro turno sacamos una foto pero sin hacer el paripé. El vigilante se sorprende y nos hace gestos animándonos a acercarnos. Le decimos que no con una sonrisa y el pobre se queda atónito.
Entramos en la iglesia, que data del siglo VI y es bastante austera en cuanto a decoración interior. El motivo por el cual merece la pena la visita a Santa Maria in Cosmedin lo tenemos a nuestros pies. Los mosaicos del suelo son una maravilla y se conservan perfectamente.
Circo Máximo: el mayor espectáculo del Imperio Romano
De vuelta al exterior echamos un vistazo a los cercanos templos de Hércules y de Portuno, situados justo enfrente. Nos dirigimos entonces a la gran explanada que se abre detrás de la iglesia. Es lo que se conserva del Circo Máximo, el lugar donde tenían lugar las famosas carreras de cuadrigas. Aunque las dimensiones del solar dan una idea de la importancia del lugar, hoy en día el Circo Máximo ha perdido todo su esplendor. Tan solo vemos a unas pocas personas haciendo footing o paseando al perro.
Para aquellos interesados en visitar las Termas de Caracalla, este puede ser un buen momento para acercarse hasta ellas ya que no quedan muy lejos. De las antiguas termas, que fueron los baños públicos más importantes de la ciudad en la época del Imperio Romano, tan solo se conservan las ruinas. Nosotros descartamos esta visita y desde el Circo Máximo nos encaminamos a los Museos Capitolinos. De camino hacia allí pasamos junto al Teatro Marcello y los restos del Templo de Apolo Sosiano, que admiramos brevemente antes de continuar.
Una interesante visita a los Museos Capitolinos
Llegamos a la preciosa Piazza del Campidoglio. Esta plaza se halla en la cima de la colina Capitolina y su diseño actual es obra de Miguel Ángel, a quien se le encargó su remodelación. La plaza es todo un ejemplo de elegancia y simetría y no nos puede gustar más.
En los dos edificios que flanquean la plaza tienen su sede los Museos Capitolinos, de los más importantes de Roma. Un paso subterráneo comunica ambos palacios, el Palazzo Nuovo y el Palazzo dei Conservatori.
Su colección de estatuas es realmente impresionante e incluye la de la famosa Loba Capitolina amamantando a Rómulo y Remo. La pinacoteca del museo es también de primer nivel, con obras de Caravaggio, Tintoretto, Tiziano e incluso Velázquez.
La grandeza de un imperio: el Foro Romano
Antes de dar por finalizada la visita nos acercamos al Tabularium, que forma parte del Palazzo Senatorio (actual sede del Ayuntamiento de la ciudad). Desde aquí se tienen unas vistas al Foro Romano inmejorables. Pasamos un buen rato sacando fotos y maravillándonos con el Arco de Septimio Severo. El Foro Romano fue el centro político, cívico y religioso durante la época del Imperio Romano.
Junto al Foro Romano se encuentra el Palatino. En este monte vivieron los ciudadanos romanos más pudientes y aún se conservan los restos de algunos de sus palacios. La visita al Foro Romano y al Palatino se suele hacer conjuntamente en vista de su gran proximidad. La entrada combinada para ambos cuesta 12,00€ e incluye también el acceso al Coliseo, situado junto a ellos. Como hay tantísimo que ver, la entrada tiene validez durante 48 horas. Eso permite organizar bastante bien la visita, así que si estáis interesados en saber más sobre el Imperio Romano vais a disfrutar mucho.
La dura decisión de renunciar a algunas visitas consideradas imprescindibles
Nosotros optamos por saltarnos estas visitas por varias razones. La principal es que este periodo histórico en concreto no es el que nos despierta más interés. Además, en España contamos con magníficos vestigios del Imperio Romano que ya conocemos, como Itálica, el anfiteatro de Tarragona, las ruinas de Empúries o todas las maravillas que se conservan en Mérida, entre muchos otros lugares.
El otro motivo por el cual prescindimos de la visita tiene que ver con la masificación turística de Roma. De ese tema ya os hablamos en este otro post y fue la causa de que nos marcháramos de la ciudad sin visitar el mítico Coliseo. Con lo que nos agobian las multitudes tuvimos claro que no íbamos a disfrutar nada con la visita, así que optamos por dejarlo pendiente para un futuro viaje a Roma. Es una ciudad tan increíble que estamos seguros de que vamos a regresar tarde o temprano.
El Coliseo: una gran maravilla de la antigüedad
Dicho esto, como seguro que vosotros sí que visitaréis el Coliseo, sabed que se encuentra estratégicamente ubicado junto al Foro Romano y el Palatino. Contemplarlo por fuera asombra a cualquiera. Sus dimensiones son enormes y está en un estado de conservación excepcional. Lástima que en el momento de nuestra visita nos encontramos con una buena parte cubierta por andamios. Los trabajos de restauración y conservación son imprescindibles para asegurarse de que el Coliseo sigue en pie muchos miles de años más. Pero es un fastidio cuando coinciden con las fechas de tu viaje, ¿no os parece?
El magnífico Arco de Constantino también nos lo encontramos a medio restaurar, lo que nos impide admirarlo como se merece. Decepcionados por las obras y con un injusto sentimiento de culpa por marcharnos sin visitar el símbolo más importante de Roma, seguimos adelante con nuestra exploración de los vestigios del Imperio Romano repartidos por toda la ciudad.
La Columna Trajana: el símbolo de una victoria
Nuestros pasos nos llevan hasta los foros de Augusto y de Trajano y la increíble Columna Trajana. Esta columna de 38 metros de altura está decorada con un bajorrelieve. En él aparecen representadas escenas de las batallas que dieron la victoria al Imperio Romano en sus enfrentamientos contra Dacia. El nivel de detalle de las escenas talladas en el mármol blanco es asombroso.
El Panteón: un hito arquitectónico
Nos dirigimos a continuación a uno de los lugares que nos parecen más espectaculares de toda Roma. Hay gente que no estará de acuerdo con esta opinión, pero el Panteón es quizá nuestro monumento favorito de la ciudad.
El Panteón de Agripa fue erigido por orden del emperador Adriano en el siglo II dC. Se levanta imponente en la Piazza della Rotonda, una animada plaza que bulle de actividad a todas horas. Las dimensiones no muy grandes de la plaza tan solo consiguen engrandecer aún más al Panteón.
A nuestros ojos, la belleza y la elegancia del Panteón son indiscutibles, empezando por el espectacular pórtico de entrada y las enormes puertas de bronce. Una vez en el interior, lo primero que nos llama la atención es su gran cúpula. No está cerrada, sino que en el centro hay un agujero por el que se cuelan los rayos del sol. Cuando llueve también se cuela el agua, como prueban los desagües del suelo. El templo es de planta circular y a lo largo de todo el perímetro aparecen dispuestas las distintas capillas.
El monumento mejor conservado de la Roma Clásica
El Panteón ha perdurado desde los tiempos del Imperio Romano hasta nuestros días gracias a su uso continuado como templo o iglesia desde el mismo momento de su construcción. Si sobrevivió a la destrucción durante la Edad Media fue gracias a que en el año 608 dC fue reconvertido en la iglesia cristiana de Santa María de los Mártires.
Hoy el Panteón sigue en pleno uso y se celebran misas y bodas con regularidad. En el momento de nuestra visita la entrada era totalmente gratuita. Desde mayo de 2018 han empezado a cobrar 2€ de entrada, que es un módico precio que merece totalmente la pena pagar. Os recomendamos visitarlo durante el día y al caer la noche. La iluminación nocturna resalta aún más su tamaño y su belleza arquitectónica.
Mucho más por conocer
Aún quedan en Roma muchísimos más restos del Imperio Romano que visitar. Aquellos que dispongáis de tiempo os podéis acercar al Museo del Ara Pacis, por ejemplo. En el interior del moderno edificio diseñado por Richard Meier se conserva el Ara Pacis Augustae, el altar donde tenían lugar sacrificios y otras ceremonias públicas. Si os apetece ver más museos, tenéis el Museo Nacional Romano y la Galería Nacional de Arte Antiguo, por ejemplo. Esta última se ubica en el Palazzo Barberini, mientras que el Museo Nacional Romano tiene cuatro sedes repartidas en la Cripta Balbi, las Termas de Diocleciano, el Palazzo Massimo y el Palazzo Altemps.
Y aún nos quedamos cortos, porque en Roma es difícil no toparse con algún resto del Imperio Romano al girar cualquier esquina. No obstante, creemos que hemos dado un repaso a los más relevantes, destacando entre todos ellos el Coliseo y el Panteón.
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