En nuestro reciente viaje en coche por Italia recorrimos toda la costa de Liguria. Salpicada de pueblos encantadores, Liguria encarna la esencia del Mediterráneo. También conocida como Riviera italiana, esta parte del país esconde auténticas joyas como las que componen Cinque Terre. Este parque nacional, creado para proteger los cinco encantadores pueblos pesqueros que lo forman, es uno de los rincones más bonitos del país. A continuación os contamos cómo llegar, dónde nos alojamos y todo lo que vimos e hicimos en el día que le dedicamos.
Cinque Terre: cinco pueblos de postal en la costa de Liguria
Cinque Terre está formado por cinco pueblos de pescadores enclavados entre los acantilados de la costa sur de Liguria. Se trata de Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore. Todos ellos se engloban dentro del territorio protegido del Parco Nazionale delle Cinque Terre. Para cualquier información sobre el parque, podéis consultar su página web oficial.
Su cercanía a Génova (apenas 80 kilómetros la separan de Levanto) hace de Cinque Terre una escapada de uno o dos días perfecta desde la capital de Liguria. Tampoco queda demasiado lejos de Florencia (a unos 160 km) por lo que tampoco es descabellado incluir la visita a Cinque Terre en una ruta por la Toscana.
Tras haber pasado un día fantástico descubriendo Génova, a la mañana siguiente ponemos rumbo a Cinque Terre. No esperábamos que la carretera costera que lleva hasta allí, la SS1, atravesara unos paisajes tan bonitos. Con unas vistas fabulosas del mar Mediterráneo, también atravesamos zonas de montaña preciosas. Los pequeños pueblos trepan por la ladera de las montañas y se asoman al borde de los acantilados. Impresionantes villas aparecen rodeadas por una vegetación exuberante de pinos, palmeras y coloridas buganvillas.
Una carretera con muchas curvas
La estrecha carretera serpentea junto al mar, con muchas curvas que pueden llegar a marear a más de uno. El sonido de las chicharras nos acompaña mientras circulamos con las ventanillas bajadas, dejando entrar la brisa marina cargada de salitre. Nos cruzamos con muchos ciclistas que han aprovechado el fantástico (aunque muy caluroso) día que hace para salir a disfrutar de la bici. No pasamos de los 50 kilómetros por hora ni falta que hace: se agradece ir despacio para no perdernos ni un detalle del impresionante paisaje.
Nuestra intención es seguir por la SS1 hasta llegar a Carrodano Inferiore, la pequeña población donde tomar el desvío hacia la SP566dir, la carretera que lleva directamente hasta Levanto. Sin embargo, cambiamos de planes sobre la marcha. Unos 9 km antes de llegar al desvío encontramos otra carretera que también va a Levanto: la SS332. Con unas curvas de impresión, circulamos sin cruzarnos con casi ningún coche durante todo el trayecto.
Levanto: la base de operaciones perfecta desde la que explorar Cinque Terre
Llegamos a Levanto a media mañana. Esta población costera se encuentra en el extremo norte de Cinque Terre. Muchos visitantes que hacen noche en la zona eligen Levanto a la hora de alojarse. La otra opción más socorrida es La Spezia, situada justo al sur. Tras sopesar nuestras opciones nos decantamos por Levanto debido a su tamaño más reducido. La Spezia es una ciudad pequeña, pero con un ambiente demasiado urbano para lo que nos apetece ahora mismo. Preferimos el ambiente más tranquilo y calmado de Levanto.
Por supuesto también existe la opción de alojarse en cualquiera de los pueblos de Cinque Terre. En todos ellos hay hoteles, pensiones o apartamentos. La oferta es un poco limitada debido a la escasez de plazas disponibles, lo que tiene como consecuencia unos precios más elevados que si os alojáis en los alrededores. Como en este viaje hemos optado por ir de camping, tenemos muy claro lo que queremos desde el principio.
En Levanto elegimos el camping Pian di Piche, del que ya os hablamos en este otro post. Una vez instalados, decidimos ponernos los bañadores y acercarnos a la playa dando un paseo. No tardamos más de diez minutos. Como ya se ha hecho la hora de comer compramos un par de porciones de pizza que nos comemos en un banco de un parque cercano a la playa. Levanto es un pueblo muy agradable, con un centro histórico bonito y cuidado perfecto para dar un paseo.
Una tarde de relax en la playa
Después de comer nos vamos a la playa. En Italia hay playas privadas en las que hay que pagar para entrar y Levanto no es una excepción. Pasamos de largo hasta encontrar la playa pública, más pequeña y concurrida. Aún así no hay demasiada gente, aunque más tarde empezará a llenarse un poco. El agua no está tan limpia como cabría esperar, pero igualmente es un placer refrescarse del calor sofocante. Hoy nos vamos a tomar la tarde libre para relajarnos y no hacer nada. Mañana tendremos todo el día entero para visitar Cinque Terre, pero hoy toca descansar. De vuelta al camping nos tomamos un delicioso gelato y el resto de la tarde lo pasamos leyendo, que al fin y al cabo para eso son las vacaciones.
Cómo moverse por Cinque Terre: la Cinque Terre Card
Aunque hemos viajado con nuestro propio coche, para visitar Cinque Terre es altamente desaconsejable utilizarlo. No solo las carreteras son estrechas y están llenas de curvas, sino que es muy complicado encontrar aparcamiento. A la entrada de cada uno de los pueblos hay aparcamientos de pago, pero con pocas plazas que se llenan enseguida.
Lo mejor para moverse por allí es el tren. La linea que va de Levanto a La Spezia tiene parada en todos los pueblos de Cinque Terre. Eso sí, estad atentos porque hay algunos trenes que no paran en los cinco pueblos, sino sólo en algunos de ellos. Pero no os preocupéis, se avisa por megafonía y en los paneles informativos. Los trayectos son muy cortos, apenas cinco minutos en la mayoría de los casos. La frecuencia de paso es bastante buena y sabiendo los horarios podéis planificar vuestra jornada a la perfección.
Una tarjeta con muchas ventajas
Podéis optar por comprar los billetes de tren convencionales o podéis optar por la Cinque Terre Card. Esta tarjeta ofrece viajes ilimitados en tren durante todo el día y cuesta 15€ por persona. También la hay con validez para dos días en vez de uno. Os recomendamos esta opción, sale mucho más a cuenta que ir comprando billetes sencillos de tren. También os permitirá usar de forma gratuita los baños de las estaciones de tren (que son de pago y suelen costar 1€). Y además incluye el acceso a todos los senderos del parque y el uso de los autobuses que recorren Cinque Terre. Si optáis por otras formas de transporte pero aún así queréis recorrer alguno de los senderos, entonces necesitaréis la Cinque Terre Treking Card. Cuesta 7,50€ por persona y permite el acceso a los distintos caminos que recorren el parque, pero no incluye el tren.
En las estaciones de tren de Levanto, La Spezia y los pueblos de Cinque Terre hay una oficina en la que se vende la Cinque Terre Card. También os darán un mapa, los horarios de los trenes y toda la información que podáis necesitar.
También existe un servicio de ferry que conecta los pueblos de Cinque Terre. No se incluyen en la Cinque Terre Card y su precio es más elevado que el del tren. Nosotros no lo utilizamos, así que no os podemos decir si vale la pena o no. Si queréis más información sobre precios, horarios y recorridos, podéis consultar su página web.
Monterosso al Mare
Tras comprar nuestra Cinque Terre Card en la estación de Levanto, cogemos el tren a las 9:05 de la mañana y en poco rato llegamos a Monterosso.
Esta población es la más grande de las cinco que componen Cinque Terre. También es la que tiene las playas más extensas. El agua límpida invita a darse un baño, más aún si tenemos en cuenta el calor que hace.
Vamos dando un paseo desde la estación hasta el centro del pueblo. El día de nuestra visita hay montado un animado mercadillo en la calle. Paseamos por Via Roma, la calle principal, y entramos a visitar la iglesia de San Juan Bautista.
Hay bastantes turistas paseando por Monterosso, lo que es un presagio de las multitudes que invadirán el lugar un poco más avanzado el día. El pueblo está lleno de tiendas de souvenirs y de pequeños restaurantes con terrazas en la calle.
El ambiente es muy agradable y después de callejear un poco más volvemos al tren con ganas de visitar el siguiente pueblo: Vernazza.
Vernazza
Vernazza es el pueblo de Cinque Terre que más nos gusta y en el que más tiempo pasamos. Cuando llegamos nos encontramos con que ya hay mucha gente. Aunque nos apetece visitarlo ahora, optamos por dejarlo para el final de nuestra visita a Cinque Terre. Lo que vamos a hacer a continuación es recorrer a pie el sendero que lleva de Vernazza a Corniglia. Es una caminata algo larga, así que optamos por hacerla ahora que todavía no estamos cansados.
Tras salir de la estación de tren buscamos algún letrero que nos indique dónde está el sendero. Lo encontramos un poco calle arriba, por detrás de la estación. Nos cambiamos las sandalias por un calzado más adecuado, nos embadurnamos con protector solar y empezamos a subir por la primera de muchas cuestas.
Senderismo junto al mar
De las muchas cosas que se pueden hacer en Cinque Terre, una de las más recomendables es recorrer alguno de los muchos senderos que hay por el parque. El mejor de todos ellos es también el más conocido: es el llamado Sendero Azul (Il Sentiero Azzurro). Tiene una longitud total de unos 12 kilómetros y une los cinco pueblos de Cinque Terre. Se puede hacer entero o recorrer tan sólo una parte. Por falta de tiempo, ya que sólo vamos a pasar un día en el parque, optamos por hacer solamente una parte.
El tramo que queremos hacer es uno de los más populares. Se llama Via dell’Amore y une Manarola y Riomaggiore. Con 1 km de longitud aproximadamente y un grado de dificultad fácil, es el más concurrido. Por desgracia, está cerrado al público ya que un desprendimiento de rocas lo dañó gravemente y se llevarán a cabo reparaciones hasta el año 2019.
Con nuestros planes frustrados, optamos por recorrer el tramo del Sendero Azul que une Vernazza con Corniglia. El paisaje que se contempla durante todo el trayecto es precioso. Las vistas que se tienen de Corniglia a medida que uno se va acercando son fantásticas. El sendero tiene tramos muy empinados, con escaleras de piedra que ayudan a superar el desnivel.
Es bastante agotador y tardamos una hora y cuarenta minutos en recorrer los 4 km de distancia. El calor es insoportable y hace un bochorno espantoso, así que los tramos del sendero en los que hay sombra se agradecen muchísimo. Es muy importante llevar agua, ya que no hay fuentes por el camino.
Tanto si se empieza por Vernazza como por Corniglia el desnivel es considerable. No obstante, tenemos la impresión que la subida es mucho mayor si se va en dirección a Corniglia. Sea como fuere, finalmente alcanzamos nuestro objetivo y llegamos a Corniglia, el único de los pueblos de Cinque Terre sin acceso directo al mar.
Corniglia
La pequeña población de Corniglia se asienta sobre un promontorio a unos 100 metros de altura sobre las aguas del Mediterráneo. Sin salida directa al mar, es quizá el pueblo más infravalorado de los que componen Cinque Terre.
A nosotros nos parece que es un rincón encantador, perfecto para pasear por sus callejuelas y asomarse al mirador que hay al borde del acantilado. Las vistas desde allí son insuperables.
Aprovechamos que se nos ha hecho la hora de comer para comprar un par de porciones de pizza. Aunque en pueblos tan turísticos como los de Cinque Terre se podría esperar que los precios estuvieran muy inflados, nos sorprende que la comida y bebida tengan unos precios más que razonables.
Las dos porciones de pizza y dos refrescos nos cuestan solamente 10,50€. Nos sentamos en una bonita plaza en mitad del pueblo a comer sin prisas. Después nos tomamos un refrescante helado y emprendemos el camino hacia la estación de tren.
Como Corniglia se encuentra a bastante altura, el camino hasta la estación consiste en una escalinata llamada Lardarina. Sus más de 300 escalones la convierten en una auténtica tortura en caso de tener que subirla. Por suerte nosotros vamos cuesta abajo, pero aún así el trayecto se hace bastante largo. De todas maneras hay un autobús que se coge frente a la estación y tiene una parada en el centro del pueblo, así que no hay que subir andando si uno no quiere.
Manarola
Nuestra siguiente parada la hacemos en Manarola. Es uno de los pueblos más bonitos de Cinque Terre y razones no le faltan. Un largo túnel peatonal lleva de la estación de tren al centro del pueblo. Bajamos por la calle principal, repleta de turistas, hasta llegar al mar.
Las barcas de pescadores comparten acera con las personas y le dan un aire muy marinero. Desde el mirador que hay al final del pueblo contemplamos a un grupo de chicos que saltan desde las rocas al agua. No hay una playa propiamente dicha, pero la gente se encarama a las rocas para tomar el sol como pueden.
Para tener las mejores vistas tan sólo hay que caminar un poco por el sendero que lleva hasta Corniglia. En pocos metros se llega al punto desde el que se contempla a la perfección el perfil de Manarola, con sus bonitas casas de suaves colores colgadas sobre el mar.
Un chapuzón refrescante
Decidimos seguir andando un poco más. El sendero está cortado más adelante por motivos de mantenimiento, igual que la Via dell’Amore. Pero no importa, porque a donde queremos ir se puede llegar sin problema. En la siguiente curva del camino hay una rampa de hormigón y una pequeña plataforma que permiten el acceso al agua.
Es un rincón realmente pequeño y está bastante lleno de gente, pero eso no nos desanima y César aprovecha incluso para darse un baño refrescante. El agua está fresca y muy limpia y es un auténtico placer darse un chapuzón con el calor asfixiante que hace.
Tras esta agradable pausa volvemos a la estación de tren y emprendemos el brevísimo trayecto que nos acerca al último de los pueblos de Cinque Terre: Riomaggiore.
Riomaggiore
Riomaggiore es el pueblo situado más al sur de Cinque Terre y el más cercano a La Spezia. Y también se convierte al momento en uno de nuestros preferidos.
Desde la estación de tren, que a esta hora de la tarde está abarrotadísima de gente, también atravesamos un túnel hasta el centro del pueblo. Paseamos sin prisas por Via Colombo, la animada calle principal. Nos tomamos un par de refrescos antes de bajar hasta el pequeño puerto de Riomaggiore.
Protegido por una escollera de rocas, las barcas de pescadores se mecen plácidamente en el mar. No queremos dejar de disfrutar de las mejores vistas, que se obtienen precisamente desde esas rocas.
Con cuidado de no caer ni de torcerse un tobillo, César trepa con la cámara a cuestas para hacer algunas fotos. Si os animáis a hacer lo mismo id con mucho cuidado porque puede ser peligroso. ¡Y si hay mala mar ni se os ocurra intentarlo!
Allí al lado se encuentra la plataforma en la que atracan los ferris que recorren la costa. Mientras estamos por allí presenciamos el desembarco de un enorme grupo de turistas.
Siguiendo por el estrecho caminito que va pegado al acantilado llegamos a una pequeña playa. No tiene ni un grano de arena: es toda de piedras. Pero eso no parece molestar a los bañistas que disfrutan del mar.
Terminando el día en Vernazza
Ya empieza a hacerse tarde, así que decidimos poner punto final a nuestra visita a Cinque Terre regresando a Vernazza. Por la mañana no la hemos visitado, ya que sólo hemos pisado el pueblo para tomar el sendero hasta Corniglia. Así que ahora volvemos y nos tomamos nuestro tiempo para conocerla. Es sin duda una auténtica maravilla y la población de Cinque Terre que más nos gusta.
Tenemos suerte al coger el tren en Riomaggiore, ya que el que pasa va directo a Vernazza. No tiene parada ni en Manarola ni en Corniglia, por lo que en un periquete llegamos a nuestro destino.
Salimos de la estación y bajamos por Via Roma, la calle principal, hasta la pequeña playa de arena que hay al final del pueblo. El agua, al contrario que en los demás pueblos, está bastante sucia. Aún así la gente no duda en darse un chapuzón.
Vernazza tiene un malecón perfecto para disfrutar de una puesta de sol espectacular. Aunque nosotros no nos vamos a quedar hasta tan tarde, podemos disfrutar ya de la luz dorada del atardecer. Las vistas son preciosas y nos quedamos allí un buen rato descansando y observando el ir y venir de la gente.
Después nos dedicamos a callejear por el pueblo. Descubrimos algunos rincones encantadores y nos cruzamos con algunos de sus habitantes, que nos saludan amablemente. Quizá aquí, en Vernazza, es donde más hemos notado el ambiente de pueblo, sin tantos turistas saturándolo todo. Al alejarnos unos metros (en serio, tan sólo unos metros) de la calle principal hemos podido disfrutar completamente a solas de la Vernazza más real.
Un final perfecto para un día fantástico en Cinque Terre
Con este buen sabor de boca nos despedimos de Cinque Terre. Volvemos a Levanto con algunas quemaduras por el sol, mucho cansancio y la sensación de haber disfrutado de un día increíble. Sin duda Cinque Terre es uno de esos lugares que merece la pena conocer antes de que termine convirtiéndose del todo en un parque temático para turistas y pierda su verdadera alma marinera.
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